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OPINIÓN

Salid y disfrutad

Se marchó Johan Cruyff, y el Barça se queda huérfano. Huérfano de la figura, de la persona, pero no de la idea, que ésta permanece y de qué modo

Las banderas ondean a media asta en las instalaciones del FC Barcelona / Alberto Estevez (EFE)

Las banderas ondean a media asta en las instalaciones del FC Barcelona

Porque Cruyff le regaló de por vida al Barça un libro de estilo al que aferrarse, libro al que nunca debería renunciar, puesto que a partir de Cruyff el Barça se ha convertido en espejo envidiado por el resto.

Y es que el Barça de Rijkaard, el de Guardiola, el de Xavi, Iniesta, el de Messi… no existirían tal y como los hemos conocido sin la revolución que, en su día, impulsó Cruyff desde el banquillo del Camp Nou. Una idea, la suya, rompedora en su momento, pero que sigue vigente a día de hoy, y nada hace pensar que no lo siga siendo con el paso del tiempo.

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Cruyff le otorgó al Barça un plan, una hoja de ruta, un camino. Y mientras lo siga, los éxitos llegarán. Por ese motivo cualquier barcelonista que se precie de serlo debe estar eternamente agradecido a Cruyff, el holandés que cambió la mentalidad históricamente victimista del culé, convertido a partir de Johan en aficionado instalado en la victoria, y orgulloso de la manera como ésta llega.

Se marcha Johan. Se queda su legado, resumido en la frase que Cruyff pronunció en la final de Wembley. Salid y disfrutad. Era su consigna para el fútbol… y para la vida. La compartió Johan Cruyff con el club azulgrana… y el Barça se convirtió en el equipo más laureado de la historia reciente.

 
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