Los fallidos intentos del BCE para reactivar la economía europea
Un repaso cronológico desde que en octubre de 2008, el BCE -todavía dirigido por Jean Claude Trichet- decide reducir los tipos en vista de la grave crisis financiera
Berlín
Con aquella primera medida la tasa rectora pasó en poco más de medio año de un 3,75 a un 1%, dejando, en mayo de 2009, intereses ya muy bajos y poca capacidad de maniobra, así que Frankfurt comienza a acompañar su política monetaria de las llamadas “medidas no convencionales”.
En un primer momento, antes de que estallase la crisis del euro, el BCE compró, por ejemplo, deuda privada y rebajó las garantías que exigía a los bancos para prestarles dinero. En mayo de 2010, coincidiendo con el estallido del problema griego, la entidad da un paso más y comienza a comprar deuda estatal con el objetivo de bajar la prima de riesgo de los países con problemas de la eurozona. Iniciaría así una senda que podríamos denominar de creatividad financiera, diseñando diferentes instrumentos con el objetivo de combatir la crisis del euro y cumplir con su mandato de mantener la inflación en niveles cercanos pero inferiores al 2%.
A finales de 2011 y principios de 2012, el BCE introduce las operaciones de liquidez a largo plazo, con las que inyecta un billón de euros en el sistema. Y así llegamos al verano de 2012, un momento en el que Mario Draghi se gana el apodo de “Supermario” por pronunciar la frase “el BCE hará lo que sea necesario para preservar el euro”. En septiembre de ese año, el banquero italiano anunció el programa OMT que nunca llegó a activarse, sino que su sola mención bastó para calmar a los mercados en las horas más bajas de la eurocrisis.
En junio de 2014 el BCE anunciaba que cobraría por primera vez a los bancos por guardar su dinero en la hucha del Banco Central y el último gran paso, sin contar el de este jueves, lo dio Mario Draghi hace justamente un año cuando en marzo de 2015 aprobó el programa de expansión cuantitativa que contemplaba la compra de bonos públicos y privados por un valor mensual de 60.000 millones de euros hasta marzo de 2017. Además, el BCE cambió la periodicidad de las reuniones, desde enero de 2015 en vez de tomar decisiones cada mes, lo hace ahora cada seis semanas, de forma que los anuncios del BCE no impacten de manera tan brusca en los mercados.