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ATLÉTICO DE MADRID

¿Fútbol o cuento de hadas?

La historia de Fernando Torres con el público del Calderón es algo difícil de explicar, hay que vivirla. Lo refleja cómo se celebró el pasado sábado con motivo de su ansiado gol número 100

Fernando Torres regala su camiseta a Manuel Briñas / EFE

Fernando Torres regala su camiseta a Manuel Briñas

Madrid

Érase una vez (este texto no podía empezar de otra manera) un mundo en el que existían clubes de fútbol en lugar de empresas que desarrollan su actividad profesional con el noble arte del balompié. En ese mundo los colores solían estar por encima del dinero, sobre todo porque el dinero no existía en la cantidad en la que circula en la actualidad. En aquellos tiempos (algunos lo llaman fútbol antiguo) era común ver a jugadores desarrollar toda su carrera en un equipo, normalmente el de sus amores, normalmente el de su infancia, normalmente aquel en el que el jugador había soñado desde pequeñito vestir esa camiseta.

En aquellos tiempos, hubo un señor de nombre Manuel que buscaba y buscaba los mejores talentos para ‘su’ Atlético de Madrid. Era el encargado de conseguir los mejores jugadores y criarlos en los valores y la historia de un club de la tradición y también de la peculiaridad del equipo del Manzanares. Y aquel señor que tanto niño había visto, que tanto talento oculto había exprimido se fijó en un niño rubio, pecoso, que correteaba por los campos de Fuenlabrada.

Manolo Briñas se emociona en Carrusel

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Aquel niño convencido por Manuel se enroló en el Atlético de Madrid y empezó a correr su nombre como la pólvora como gran esperanza de cara al futuro rojiblanco. Tanto fue así que en una época negra del club como fue el descenso, el niño pecoso de Fuenlabrada debutaba con el primer equipo en un partido frente al Leganés sustituyendo a una leyenda como el gran Kiko Narváez. Ahí no se quedó todo porque la semana siguiente lograba su primer gol con el 35 a la espalda, en el Carlos Belmonte de Albacete. A pesar de no ascender y tener que jugar otro año en Segunda, el Atleti consiguió un título aquella temporada en forma de delantero que ilusionaba a su afición.

El niño fue creciendo, debuto en Primera, empezó a hacer goles, se hizo capitán… era el príncipe, el niño del Calderón y no había otro como él. Se le perdonaba todo (como no hacer goles en los derbis al Real Madrid) pero también se le exigía como la estrella de un club históricamente grande venido a menos. Y el niño cumplía, marcaba goles, lideraba al Atlético y se estrellaba una y otra vez en la intención de devolver al equipo a su estado de equipo grande.

Se marchó un buen día frustrado por haber recibido un 0-6 del Barça en el Calderón y decidiendo que lo mejor para su carrera y para el Atlético era un “hasta luego”. Y el niño se hizo hombre, en el Liverpool donde se convirtió en uno de los mejores ‘9’ de Europa. Y el niño hizo llorar a sus defensores y a sus detractores en 2008 con aquel gol en el Prater en Viena que rompía la leyenda negra de la selección española consiguiendo la Eurocopa. Y después se marchó al Chelsea moviendo mucho dinero con su traspaso. Y siguió marcando (menos que en Liverpool) pero sobre todo siguió ganando títulos, aquello por lo que abandono ‘su’ Atleti dejando una buena pasta para que el equipo recuperara el éxito perdido en forma de buenos fichajes. Y él ganaba la Champions, y ganó el Mundial con España, y otra Eurocopa y siempre siempre en cada celebración le acompañaba una bandera del Atlético de Madrid. Como dijimos antes, Torres era futbolista de “otros tiempos”.

Su Atlético, con aquella pasta que dejó, había fichado a Forlán, a Simao, y luego a Agüero, y había vuelto a jugar la Champions… y luego llegó Simeone con el que había coincidido en el campo.

Un buen día se tuvo que enfrentar a ‘su’ Atlético por un título y vio en lo que se había convertido su amado club. Lo tuvo claro, algún día tenía que volver y disfrutar de todo aquello. Nunca tuvo dudas de qué color tenía su corazón, ni lo escondió. En una semifinal de Champions le marcó al Atlético, con las pulsaciones altísimas se paró, no lo celebró e incluso miró a la grada donde estaba la que fue su afición y les quiso pedir perdón. A la gente no le hacía falta, Fernando seguía siendo el príncipe.

Y un buen día se convirtió en “el Rey”. Fue en Enero, Simeone le llamó, se dieron las circunstancias, el Atlético le recuperó cedido y llenó el Vicente Calderón para su presentación. “Algún día me tendréis que explicar qué he hecho para que me tengáis tanto cariño”. No se puede explicar, Fernando…

El delantero del Atlético de Madrid Fernando Torres celebra el gol marcado ante el Eibar, el tercero del equipo, y su número 100 con el club

El delantero del Atlético de Madrid Fernando Torres celebra el gol marcado ante el Eibar, el tercero del equipo, y su número 100 con el club / Javier Lizón

El delantero del Atlético de Madrid Fernando Torres celebra el gol marcado ante el Eibar, el tercero del equipo, y su número 100 con el club

El delantero del Atlético de Madrid Fernando Torres celebra el gol marcado ante el Eibar, el tercero del equipo, y su número 100 con el club / Javier Lizón

Tampoco se puede explicar lo que ha pasado por la cabeza del niño de Fuenlabrada todos estos meses, desde que marco su gol número 99 en Ipurúa ante el Eibar hasta que el sábado pasado logró de nuevo contra el Eibar su gol número 100. Con polémica por su continuidad en el equipo el año que viene, con debates sobre su rendimiento y valía para la época en la que está inmerso el Atlético.

A la gente le da igual… Torres es el Rey… lo demostró el sábado cuando saltó al campo con una ovación al nivel de la que gritaron con el gol de Godín en el Camp Nou para ganar la Liga. Y eso sin saber que minutos después, el niño, el hombre ya, se reencontraría con el gol y cerraría el círculo.

Y como esto ha empezado y pretendía ser una especie de cuento, Fernando, 21 años después de aquella mañana en Fuenlabrada se acercó a Don Manuel, Don Manuel Briñas que todo este tiempo ha seguido con su trabajo porque no sabe hacer otra cosa. El niño le abrazo cuando Don Manuel se marchaba ya del estadio y le dijo: “Maestro, este gol lo ha metido usted, esta camiseta es para usted porque fue quien me hizo enamorarme de estos colores y se lo agradeceré el resto de la vida”.

Sin duda el final feliz de un cuento precioso: el de un niño que quiso ser futbolista, futbolista bueno y del Atleti, del señor que lo hizo posible y de su encuentro en un día tan especial… así era el fútbol antes y a veces pasan cosas que nos recuerdan a aquellos tiempos…

 
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