El Madrid de Benítez sigue poniendo a prueba la paciencia del Bernabéu

Madrid

La mayor prueba de que el Madrid no enamora fue la pitada con la que fue recibido Rafa Benítez cuando su nombre sonó en la megafonía antes del inicio del encuentro. Hubo pitada para él, pero también para Cristiano cuando falló el penalti. Y una sensación de malestar general en la grada durante todo el partido.

Porque el equipo blanco nunca convenció a los suyos. En los primeros compases, el encargado de frustrar sus intenciones fue Rulli, el guardameta de la Real Sociedad. Atajó un disparo de Cristiano después de una buena contra en la que participó Bale. Y también paró un disparo a bocajarro de Benzema desde el punto de penalti.

Buena fue también una mano que sacó a un cabezazo de Pepe en un saque de esquina. La parroquia blanca al menos veía atacar y crear peligro a su equipo. Pero con los minutos, como es habitual, el Madrid empezó a romperse. Cinco arriba y cinco abajo.

Así empezaron a llegar ocasiones en las dos áreas. Y las caídas. Primero cayó Jonathas en la del Madrid. No pitó nada González González. Después lo hizo Benzema en la de la Real Sociedad. Lo tiró el viento. Se equivocó el colegiado. Pero no fue el único, porque Cristiano lanzó la pelota por encima del marco de Rulli. Hubo pitos para el mayor goleador de la historia del club blanco.

El portugués tuvo oportunidad de enmendar el fallo en otro penalti pitado por el colegiado en una mano (involuntaria) de Yuri. Esta vez acertó el siete. Pero con el marcador a favor quedó muy claro que al Madrid no le vale con ganar. Nervios en Benítez, nervios en la grada y nervios en todo el madridismo ante un equipo partido, con menos pólvora de la habitual y con unas estrellas absolutamente diluidas y con un absoluto desconocimiento sobre lo que significa la disciplina defensiva.

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Lo demostró en la reanudación en el tanto que le sirvió a la Real para empatar el choque. Falló Pepe, pero en el área había tantos jugadores locales como visitantes. Al final, la bola le llegó a Bruma, que colocó la bola en la escuadra con un tiro inalcanzable para Keylor Navas.

Empate en el marcador y fiesta en el Bernabéu. Para variar. Porque la falta de reacción de los jugadores blancos hizo que el juego se desarrollara en el área blanca. Empezó el chaparrón. Benítez quiso cambiar las cosas quitando a James -que se marchó del campo andando cuando su equipo empataba- y metiendo a Kovacic.

No mejoró el equipo, pero apareció Cristiano en un saque de esquina lanzado por Marcelo. La bola fue muy abierta, hacia la posición del portugués, que definió a la altura de su calidad. Disparo cruzado por abajo que no pudo atrapar Rulli. Gran remate y 2-1 en el marcador. No cambiaba demasiado los ánimos de la grada, pero al menos acercaba al equipo a una victoria imprescindible para seguir peleando por la Liga.

A cuatro minutos del 90 llegó la sentencia en un gran centro de Bale desde la izquierda y en un control espectacular y una definición precisa de Lucas Vázquez. Su golazo fue uno de los pocos consuelos que encontró la grada en un partido en el que lo tuvo el Madrid todo de cara pero no supo aprovechar las circunstancias, los dos penaltis y las lesiones de los realistas Canales y Agirretxe.

Tres puntos más, pero la situación de Benítez -con campañas o sin ellas- es después del partido tan delicada como lo era antes de su arranque. Habrá que seguir pendiente del banquillo blanco en las próximas horas.