El Partido Popular sería el partido más votado el próximo 20-D, pero con un 26,5% de los votos y una horquilla de escaños de entre 114 y 118 sus posibilidades de formar gobierno dependerían de una futura negociación con Ciudadanos en la que Mariano Rajoy estaría en una posición de debilidad extrema. El PP perdería, según el ObSERvatorio elaborado por My Word para la Cadena SER del 3 al 9 de diciembre, entre 68 y 72 escaños respecto a sus resultados de 2011. Muy lejos de la mayoría absoluta, que se sitúa en los 176 diputados. El PSOE sería la segunda fuerza, con un respaldo del 21,7% y una horquilla de entre 82 y 86 escaños. Obtendría entre 24 y 28 diputados menos que en las pasadas elecciones, en las que Alfredo Pérez Rubalcaba obtuvo 110 diputados. Ciudadanos entraría con fuerza decisoria en el parlamento: un respaldo del 18,6% de los electores y entre 61 y 66 diputados. La formación de Albert Rivera sería el socio clave para cualquier opción de gobierno que aspirara a una mínima estabilidad. Podemos también haría una espectacular entrada en la política nacional española. Estaría cerca del respaldo obtenido por Ciudadanos, con un 17%, pero la asignación de escaños, con una horquilla entre 51 y 57, le coloca en cuarta posición. La candidatura encabeza por Alberto Garzón, Unidad Popular-Izquierda Unida, lograría el 4% de los votos y entre tres y cuatro escaños; es decir, entre siete y ocho menos que en las últimas elecciones generales. La combinación PP-Ciudadanos, si se realiza con la cifra más baja de sus respectivas horquillas, no daría siquiera para alcanzar la mayoría absoluta: sumarían 175 escaños, uno menos de los necesarios para asegurar una investidura. Se avecina un periodo de negociaciones a cara de perro y con un resultado incierto. Incluso si PP y Ciudadanos sumaran escaños suficientes como para alcanzar la mayoría absoluta, Mariano Rajoy no lo tiene nada fácil. Albert Rivera ha repetido hasta la saciedad –si bien ha mantenido un cierto margen de ambigüedad– que no apoyará un gobierno de Rajoy ni uno de Sánchez, y que si Ciudadanos no es la fuerza más votada ejercerán su papel de oposición. Con todos estos datos no se podría descartar de antemano, aunque a primera vista resulte extremadamente complicado, una alianza entre el PSOE y Ciudadanos. Ambos sumarían juntos más votos que los obtenidos por el Partido Popular. La abstención de Podemos bastaría en ese caso para hacerse con la investidura. La pregunta es: ¿la investidura de quién? No parece claro en estos momentos que Albert Rivera permitiera con sus votos que Pedro Sánchez fuera presidente del Gobierno, y no es descartable que la formación naranja pusiera sobre la mesa la opción inversa, que el PSOE respaldara un gobierno encabezado por Rivera. Todos estos escenarios, evidentemente, forman parte en estos momentos de la política-ficción, pero el endiablado tablero que los resultados del ObSERvatorio ofrecen, muy en línea con otros sondeos, hacen que ninguna combinación se pueda descartar como imposible. La campaña sigue muy abierta y todos los candidatos van a dejarse la piel para llevar a su terreno a los indecisos, que suponen una cifra muy alta. Una cuarta parte de los entrevistados, un 24,5%, no tiene decidido aún su voto. Un 7,9% adicional se resiste a revelar a quién votará. La gran esperanza del Partido Popular era la recuperación económica. Un 45% de los españoles, sin embargo, cree que España ha retrocedido en materia económica durante estos cuatro años. Y un 26,6% opina que todo sigue igual. Solo uno de cada cuatro ciudadanos ve señales de mejoría. Mariano Rajoy puede consolarse pensando que al menos ha convencido a los suyos. Entre aquellos que le votaron hace cuatro años, un 61,1% ve avances en materia económica y un 19,1% considera que todo sigue igual. Le costó un tiempo, pero Mariano Rajoy acabó admitiendo que lo que más daño había hecho al Partido Popular había sido la corrupción. No se ha equivocado: ocho de cada diez españoles no ven ninguna mejoría en la lucha contra esta lacra. Un 42,1% de los ciudadanos considera que esta legislatura no ha servido para avanzar en la eliminación de la corrupción, y un 37,9% cree que se ha retrocedido en este empeño. Incluso entre los votantes del PP, un 60,5% se muestra convencido de que todo sigue igual o incluso ha empeorado. La cifra es abrumadora: un 58,2% de los consultados cree que la lucha contra las desigualdades sociales y la pobreza ha retrocedido desde que Mariano Rajoy accedió al poder. Un 31,2% cree que la situación sigue igual de mal. La percepción de este retroceso es muy similar entre los votantes del PSOE o de Podemos. ocho de cada diez creen que España es más desigual y pobre. Los votantes de Ciudadanos no son tan tajantes aunque también es mayoritario, con un 50,4%, el número de ellos que ve retrocesos. La Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como la ley mordaza, o los recortes en materia educativa y sanitaria, pueden tener mucha influencia a la hora de determinar el voto. Prácticamente nueve de cada diez consultados creen que se ha retrocedido o todo sigue igual en materia de derechos y libertades. Un 59,6% ve una clara marcha atrás. Un 29,9% no ve ningún avance. De nuevo, los votantes de Ciudadanos se muestran más críticos que los del PP, pero alejados de las cifras rotundas de rechazo que se recogen entre los votantes de los partidos de izquierda. Un 41,8% de los consultados cree que todo ha ido a peor respecto al problema catalán. Un 25,2% cree que nada ha mejorado a la hora de hacer frente al desafío del independentismo. Las cifras del pesimismo respecto a la crisis territorial más grave que ha vivido España en las últimas décadas son muy similares entre los votantes del PSOE o de Ciudadanos. Los votantes del PP, sin embargo, muestran algo más de optimismo, pero dentro de una sensación general de que el problema sigue sin resolverse. Prácticamente uno de cada dos ciudadanos dejan claro en el sondeo que la corrupción, los recortes de derechos y libertades, la desigualdad social y el estado de la economía, por ese orden, influirán mucho en el sentido de su voto. La cuestión catalana, sin embargo, no va a pesar tanto como pudo pensarse tras el desafío lanzado por el Parlament con su resolución independentista. Solo un 21,9% de los consultados anuncia que este asunto tendrá mucha influencia a la hora de decidir a quién votar. Cuatro años de legislatura popular dejan, según el ObSERvatorio, un balance muy negativo para el gobierno de Mariano Rajoy. La mayoría culpa a su gobierno de haber dejado un país con mayor corrupción, más desigualdad social, menos derechos y libertades y una recuperación económica que no termina de convencer. Sin embargo, el PSOE no rentabiliza estas quejas. El estado de ánimo del país ha servido para propulsar con fuerza a partidos emergentes como Ciudadanos y Podemos, dispuestos a romper el bipartidismo imperante durante las últimas décadas y que harán inevitable un nuevo escenario en que solo será posible gobernar con negociación y consenso, sin que ninguna mayoría relativa, por muy holgada que parezca, asegure hacerse con el poder.