Menos de quince días
Apenas hay carteles en el centro de Burgos, o en Santander, y en los pueblos que separan a estas dos ciudades solo aparecen los candidatos en los tablones de madera que los ayuntamientos reservan para las convocatorias electorales
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El candidato de IU-Unidad Popular a la Presidencia del Gobierno, Alberto Garzón, durante su intervención un acto de campaña para las elecciones del 20-D, en el barrio burgalés del Gamonal. / Santi Otero (EFE)
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Burgos
Si llegara a España un corresponsal extranjero, notaría en las calles que se acerca la Navidad, que están las tiendas que echan humo y la gente tiene pulsión por las compras, pero le resultaría menos obvia la campaña electoral. Puede que sea porque tras una precampaña de cuatro o más años apenas se notan las diferencias. Puede que sea el puente festivo, que tiene al país a medio gas, o quizá se trate de la preferencia de los partidos por las teles antes que por el puerta a puerta de toda la vida, pero el caso es que la campaña que se presenta como la más determinante de todas las anteriores pasa en la calle disimuladamente. Nos han traído una campaña televisada y, a la vez, casi intimista.
Apenas hay carteles en el centro de Burgos, o en Santander, y en los pueblos que separan a estas dos ciudades solo aparecen los candidatos en los tablones de madera que los ayuntamientos reservan para las convocatorias electorales. Hace tanto frío y resultan todos tan conocidos que nadie les mira al pasar. Los carteles sirven para recordar que se vota el día 20, pero difícilmente convencerán a nadie para que cambie el voto.
Lo que suena en la calle son villancicos, que dicen algunos que estimulan las compras (los votos, difícilmente). En Burgos, un grupo de jóvenes se pone a cantarlos junto al río en medio de una niebla muy densa que lo envuelve todo. En el centro, el PP tiene abierto un puesto de propaganda electoral al que se acercan los niños porque dan globos. "Globos para los niños y bolis para los padres, que también los piden", dice uno de los responsables del puesto, que intenta que se lleven también folletos. Al ser festivo, el partido tiene cerrado el otro puesto publicitario que ha abierto en la campaña, que está en pleno barrio del Gamonal. "Allí nos siguen votando mucho", añaden. Algunos de sus vecinos lo confirman: "Burgos es singular. Este es un barrio obrero, pero se vota al PP". "Total, Zapatero no hizo nada por la zona y es de aquí al lado", propone un vecino como explicación mientras apura un cigarrillo en la calle. A cero grados. "Eso no es frío, es fresco", le dice al periodista que tirita.
Fría está de momento la campaña. Arrancando aún. Los debates entre los candidatos van marcando los hitos electorales con los que los partidos quieren convencer al 40% de indecisos que no se quitan de la cabeza. Las urnas están, desde luego, en el debate mediático, aunque su intensidad no se corresponda exactamente con la conversación pública en la calle. Como si al llevar las elecciones a la víspera navideña y del sorteo de la Lotería se hubiera pretendido que no se hablara tanto de la campaña. Aunque aún faltan muchos días.