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Rajoy no quiere revivir la guerra de Irak a un mes de las elecciones

En el PP huyen del fantasma de la guerra de Irak. Han aprendido de los errores de Aznar con el 11M. Por eso el papel de Rajoy como presidente del Gobierno se confunde con el del candidato. Comparece más que nunca para dar explicaciones y llama “a la unidad” de todos los partidos ante el desafío independentista en Cataluña o para luchar contra el terrorismo yihadista. En su partido creen que con su actuación está recuperando apoyos electorales.

Fotografía facilitada por Presidencia del Gobierno, del presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, durante Adana, la visita que realizó el día 15 al contingente de 150 militares españoles encargados de una batería de misiles Patriot destacada en la base tur / Diego Crespo (EFE)

Fotografía facilitada por Presidencia del Gobierno, del presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, durante Adana, la visita que realizó el día 15 al contingente de 150 militares españoles encargados de una batería de misiles Patriot destacada en la base tur

Madrid

“Todavía nos persigue el recuerdo de Irak”, comenta un cargo de la cúpula del PP. Los populares no olvidan 2003 con las manifestaciones del ‘No a la guerra’, los actores movilizados, la ceremonia de los Goya de aquel año que se convirtió en toda una crítica al Gobierno, los gritos de “asesinos” con los que se encontraban en todos los actos… Y, ahora, a un mes de las elecciones, en el Partido Popular no quieren revivir aquella etapa.

Por eso, tras la masacre de París, en el comité de campaña se ha hablado y mucho de cómo Mariano Rajoy y el resto de dirigentes deben afrontar esta situación. Hay un discurso: España está con los aliados. ¿Pero qué pasa si estos deciden pasar al ataque? ¿Se participaría en una intervención? “No vamos a entrar en ese debate”, responden desde Génova dando por hecho que les perjudica. En Turquía, el jefe del Ejecutivo lo dejó muy claro. Nada de polémicas, nada de especulaciones. Rajoy siempre resuelve este asunto recordando el caso de Irán y proponiendo, como solución, que las grandes potencias lleguen a un acuerdo.

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Rajoy aprovecha la situación y se presenta como hombre de Estado que comparece, ahora, todas las veces que haga falta. El sábado hizo una declaración institucional, el domingo desde el G20 dio una rueda de prensa y el lunes, repitió. Todo lo que no hizo durante el resto de la legislatura.

En el PP reconocen que, de cara a la campaña, les beneficia que se potencie esta imagen, que salga y dé todas las explicaciones posibles. Hasta hace nada sus colaboradores siempre hablaban de su “experiencia” frente a la de los nuevos líderes que se presentan el 20 de diciembre. Ahora, a este elemento, se suma uno nuevo: el de la “seguridad”. Su equipo vende, como si fuera un eslogan, “la garantía que aporta estar en sus manos”.

Entre esto y lo de Cataluña, Rajoy va transformando su imagen y el papel del presidente del Gobierno se confunde con el del candidato. En el PP no olvidan todos los errores que cometieron en 2004 con los atentados del 11M. Dicen que perdieron las elecciones porque José María Aznar, aún en La Moncloa, eclipsó a Rajoy. Todo el protagonismo recayó en el Ejecutivo y su gestión lo barrió todo. También porque el Gobierno reaccionó enfrentándose a todos. “Se respondió a la defensiva cuando teníamos que haber caminado todos juntos de la mano”, señala un miembro del PP que participó en la elaboración de la estrategia por aquel entonces.

En el PP aprendieron la lección. Ahora Rajoy está al frente, él controla la situación. Ya no existe aquella dualidad. Y busca “la unidad” por encima de todo. Ante el desafío de los independentistas o ante la amenaza terrorista. Llama al resto de formaciones políticas para informar de los pasos que se van dando y esgrime el pacto antiyihadista, firmado con el PSOE, para hablar de un consenso en esta materia. Aunque los que rodean a Rajoy defienden que no lo hace “por interés” sino que actúa así “por responsabilidad”.

Lo que está claro es que se busca, como se hizo en los atentados de Londres, desplegar un discurso más cercano. “Hay que humanizarse”, dice un diputado. “Es fundamental dar una respuesta más política que técnica, lanzando mensajes de tranquilidad a la sociedad, desterrando el miedo”, defiende uno de sus compañeros. Y lo que muchos populares piensan es que hay que evitar a toda costa que otra tragedia empañe unos resultados electorales. Por eso, entre bambalinas, hay quien pide que si en algún momento se plantea elevar el nivel de alerta, del 4 al 5, eso debería hacerse justo en campaña para que no haya ni un susto.

A pesar de todo en el PP dicen que deben andarse con pies de plomo. No quieren que nadie meta la pata. Incluso se cuida el lenguaje. Es mejor evitar hablar de “guerra de civilizaciones” y se hace mucho hincapié en que “ni la religión ni la ideología” pueden justificar los atentados. Lo desvinculan. Admiten que la línea es muy fina y que en cualquier momento se puede “derrapar” y que todo se vuelva en contra. Como creen que le está ocurriendo a Albert Rivera con sus declaraciones en este terreno. “O como lo han querido argumentar algunos de forma miserable”, comentan en el PP.

En el núcleo duro del Partido Popular opinan que todo lo que ha ocurrido en este último mes, da la vuelta a sus expectativas electorales. “La gente está contenta con la actuación de Rajoy”, resaltan. Y, por eso, en la sede nacional del PP muchos creen que podrían sacar más escaños de los que dicen las encuestas.

Los populares reconocen que sería muy difícil que España, a la que consideran antibelicista, diera su bendición a una participación militar. Pero también resaltan que las cosas han cambiado mucho en doce años. Subrayan la conmoción que esto ha generado y también que no es lo mismo la guerra imperialista de Bush que la de Hollande, un socialista francés. “Lo ocurrido nos toca a todos muy de cerca y puede que a la opinión pública no le guste pero tal vez en estos momentos asumiría que hay que dar una respuesta”, explican en privado. En público, mejor no sacar el tema.

En cualquier caso, los conservadores son conscientes de que la situación puede ir a más y que, en un momento dado, se esté hablando del grado de implicación de cada país. Pero evitan hablar de ello diciendo que nuestra colaboración es la de participar en misiones de formación o en operaciones defensivas y también recordando, algo importante, que cualquier autorización debe salir del Parlamento.

 
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