El fútbol no se da tregua
Más de cuatro años de guerra, miles de muertos y millones de desplazados no han impedido a la selección siria competir en busca de una plaza en el Mundial
“Un equipo de fútbol es como un buen reloj; si se pierde una pieza sigue siendo bonito pero ya no funciona igual”.
Esta frase del holandés Ruud Gullit quizá no se pueda aplicar a la selección de Siria, que no ha perdido una pieza, ha perdido muchas, pero sigue empeñada en optar hasta el final a un puesto en el Mundial de Rusia 2018.
La guerra ha hecho que muchos jugadores, como el resto de ciudadanos hayan huido del país buscando una vida mejor. Otros dejaron la selección en señal de protesta, como la estrella siria Al Khatib que ahora juega en Qatar. Pero también encontramos el caso de futbolistas que han desertado y han cambiado la pelota por las armas, como el portero Al Sarut que cuando estalló la guerra fundó su propia milicia y lucha junto al Estado Islámico.
En medio de un país reducido a escombros se intenta jugar una Liga nacional reducida a equipos de la capital. Pero la Selección está firmando una segunda fase de clasificación para el Mundial 2018 brillante. Líder de su grupo, con un partido más que Japón (una de las potencias asiáticas), el pasado martes goleó 5-2 a Afganistán.
El conflicto obliga a Siria a jugar sus partidos de casa en Omán. Pero seguro que a miles de kilómetros de distancia sienten que son una de las pocas alegrías de una población asolada por el miedo y el dolor, y que tiene en el fútbol una de las pocas, sino la única válvula de escape que reúne a todos en torno a la televisión.
La Selección está controlada por el gobierno por lo que los opositores han pedido a la FIFA, sin éxito, su expulsión de esta fase de clasificación.
