Rajoy sacará rédito del 27-S para las elecciones generales
Sea cual sea el resultado, el PP lo rentabilizará electoralmente: si pierde el independentismo, Rajoy se lo apunta como un triunfo; si gana, le servirá para rascar votos en el resto de España
Barcelona
La campaña del PP catalán ha tenido su cara y su cruz. El mitin de cierre, con Nicolas Sarkozy en la foto, provocaba el éxtasis de los conservadores. Más de 2.000 personas entusiasmadas en el Palacio de Congresos de Barcelona para poner punto final a unos días en los que han visto cómo, a diferencia del referéndum del 9-N, Mariano Rajoy reaccionaba y movía todos sus hilos para que los líderes internacionales, la Unión Europea, las empresas, las entidades financieras y hasta la Iglesia entonaran ‘una oración’ conjunta por la unidad de España.
“Hemos echado el resto”, reconoce un cargo de la cúpula popular a la espera de recoger los frutos. Confían en “movilizar a su mayoría silenciosa”. Dicen que todo el mundo ya sabe quiénes son los independentistas: ese millón y medio de catalanes que siempre se echan a la calle. Pero falta el resto, los que sólo salen de casa cuando hay generales. A ellos se ha dirigido el presidente del Gobierno. Mariano Rajoy ha estado cinco veces en Cataluña y su mensaje principal ha sido pedir el voto para frenar el proceso secesionista.
Hasta que en una de sus visitas, el jefe del Ejecutivo se encontró con el reverso de la moneda. Reus rompió y descolocó al Partido Popular. En un paseo, Rajoy se dio de bruces con abucheos e insultos. Una protesta que trastocó los planes de su equipo, tan acostumbrado últimamente a poner selfies, niños y cañas como marco a sus apariciones.
Los saludos no fueron capaces de ocultar la tensión. De modo que todo se saldó con un cordón de seguridad, cinco minutos, cincuenta metros y media vuelta. Seguramente para el líder del PP fue un déjà vu. Le sirvió para recordar aquel incidente de 2006, cuando en plena oposición al Estatut, él y Josep Piqué fueron recibidos en Granollers, con una cascada de huevos, al grito de “fascistas”.
Expectativas: alta participación y 14 escaños para el PP
Con todo esto sobre la mesa, en el Partido Popular hacen balance y creen que han ido evolucionando “de menos a más”. Empezaron con sondeos que les otorgaban seis escaños y este domingo dan por hecho que alcanzarán los dos dígitos. La última encuesta interna que se maneja en Urgell les da 14 diputados en el Parlament.
Su candidato, Xavier García Albiol, siempre ha hablado de uno más, pero, en definitiva, esa es la referencia que se maneja de cara a la noche electoral. Rajoy calificó al PSOE en un acto de “partido residual” y en el PP todos temen que se tenga que tragar sus palabras si, al final, la que se queda en el último puesto es la formación conservadora.
Albiol espera monopolizar el área metropolitana y que haya una alta participación, entorno al 72 %. El candidato popular ha realizado “microcampañas”, se ha mostrado muy cercano. Ha huido de los grandes actos y ha preferido estar en permanente contacto con los ciudadanos. Además, ha viajado solo, sin las alforjas de los ministros. Y ha dejado aparcado su discurso más radical y xenófobo por el que se dijo que Rajoy, al elegirlo, apostaba por la línea dura de su partido.
Aunque ha causado bastante revuelo que pidiera la recentralización de competencias en materia educativa para “evitar el adoctrinamiento de los niños”, el candidato popular ha cuidado sus palabras. Comparado con su etapa al frente de la alcaldía de Badalona, no ha protagonizado ninguna polémica. Esta vez ese honor se lo ha cedido a Rajoy, quien primero se enredó con las nacionalidades en una entrevista con Carlos Alsina y después tuvo la ocurrencia de decir en Girona TV que los tratados europeos son tan claros como que “un vaso es un vaso y un plato es un plato”.
Entre la reconciliación y el discurso del miedo
También el debate televisivo entre el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo y el líder de ERC, Oriol Junqueras, dio que hablar. Sobre todo, por las críticas que recibió del PP. En la sede popular sorprendió que tuviera “tantísima audiencia” y se agradeció que, al final, la sangre no llegara al río. Con todo controlado, desde el Ejecutivo se apostó por un mensaje de reconciliación: “Se os quiere, no rompamos”.
Después, en la misma línea, llegó el vídeo de todos los cargos conservadores hablando en catalán. Hasta el andaluz Javier Arenas y el titular de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, tendieron puentes. También se contó con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Y como broche final, Rajoy proclamando “Perquè units guanyem”. Así se ponía el cierre a una grabación que se desarrolló en varios días de trabajo. En ella aparecían todos los vicesecretarios del PP pero con una ausencia notable, la de la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal.
La parte emotiva se completó, además, con una escenografía: la de Albiol en el escenario de Badalona, luciendo una bandera de Cataluña y otra de España unidas por un corazón. De hecho, en estos días, los populares han hecho suya la senyera frente a la estelada. Aunque luego, en el recuerdo, sólo permanecerá una pugna: la que se vivió en el Ayuntamiento de Barcelona con todos envolviéndose en una u otra con motivo de la fiesta mayor de La Mercé.
Todo esto se combinó con el discurso del miedo. Los primeros días fueron light, con alguna que otra propuesta. Pero ya en la segunda semana, el PP fue a por todas. Los conservadores cuentan que salían al campo de juego con un objetivo: explicar a los ciudadanos lo que Artur Mas les ocultaba. Todas aquellas consecuencias que acarrearía la independencia de Cataluña. Como la salida de la Unión Europea o la pérdida de ayudas económicas. En el advenimiento llegaría el corralito, se cerrarían los hospitales, aumentaría la tasa del paro… Pero el mayor peligro ha sido, es y será el de la desaparición de las pensiones. Tanto han insistido en ello que en el PP catalán dan por hecho que “habrá cola de gente mayor” para votar el domingo.
Con la vista puesta en diciembre
Cataluña ha sido el laboratorio de ensayo para la Moncloa. Si funciona, el equipo de Rajoy no va a dudar en calcar el esquema de cara a las generales. Solo habrá que cambiar a independentistas por “radicales o populistas”. Además, en el PP están muy interesados en vender que la gente ya no vota “solo ideología” sino que tiene que elegir entre un sistema “que funciona y es estable” frente a otro “que solo puede acarrear incertidumbre”. Ese ha sido el eslogan de ahora y también será el del futuro. Siempre con el fin de captar al votante socialista y al de Ciudadanos.
Ahora mismo, en las filas populares una mayoría de dirigentes apuesta por un escenario en el que Junts pel Sí necesitará a la CUP. Dan por hecho que entonces se pedirá la cabeza de Mas y este desaparecerá del mapa político con una imputación en ciernes. El futuro de la Generalitat lo ven en manos de “una amalgama de siglas y egos” que hará la situación ingobernable y provocará una nueva convocatoria de elecciones en menos de un año. Pero hay más escenarios, y algunos desean que se resuelva ya este “rompecabezas” del sí o el no a la independencia.
Ante la posibilidad de que Mas salga al balcón y proclame la independencia, no se hará nada porque, según el Ejecutivo, “no tiene relevancia jurídica”. Pero si llega al Parlament y activa la maquinaria, se procederá con la reforma del Constitucional y el artículo 155 en las manos. En el Gobierno dicen que están “preparados para todo” lo que venga después y se aplicará el peso de la ley. “Internacionalmente no les van a apoyar. En nosotros, se chocarán con la oposición. Y en los tribunales, un muro”, dice un alto cargo de Génova, que concluye que están en “un callejón sin salida”.
Pero en el Partido Popular algunos temen que todo lo que está sucediendo, como en otras ocasiones, se minusvalore y le estalle a Rajoy en plena cara justo en diciembre. Aunque hay quien lo ve como una oportunidad. Si el independentismo pierde, el presidente se puede apuntar ese tanto; y si gana, lo que podría ser un problema en Cataluña se rentabilizaría en el resto de España.
En Génova, el lunes por la tarde toca reunión del Comité Ejecutivo Nacional. En la radiografía de la situación se le prestará una especial atención a lo que saquen los socialistas y la formación de Albert Rivera. Entonces, con todos los datos, el jefe del Ejecutivo fijará la estrategia a seguir y presentará a su equipo de campaña.
Algunos populares dan por hecho que en su carrera por revalidar el cargo en la Moncloa, el presidente tirará de la recuperación económica y se presentará como garante de la soberanía nacional frente al resto de líderes. Rajoy sabe que a partir del lunes se abre un escenario incierto en Cataluña, pero también en el resto de España y hasta en sus propias filas, porque le quedan tan sólo unos meses para que sea él quien se la juegue en el examen final.