McLaren, ni en los circuitos propicios

Cada carrera es un berrinche. McLaren llevaba meses reservándose para esta carrera, una de las pocas en las que se puede ser competitivo con un motor pírrico en portencia. Sin embargo la dureza de la prueba y la longitud de la carrera puso a la escudería anglo-japonesa en su sitio, de nuevo en la grúa.

Acumulaba el equipo de Alonso más de 120 puestos en sanciones por sus repetidas infracciones en el uso de los motores y todo fue gestionado para llegar limpios al trazado de Marina Bay. Incluso los entrenamientos del viernes y sábado fueron esperanzadores, incluso para pensar que se podría acabar entre los diez primeros.

Ambos coches circularon con prestancia en las primeras vueltas, pelearon con sus rivales, metiendo morro, jugueteando, vamos lo normal en la Fórmula 1. Aunque lo normal es algo que nunca se había visto con los McLaren salvo en breves lances del curso. El problema del coche acabó siendo el de siempre, la fiabilidad.

En la vuelta 34 Alonso entró en boxes y sin previo aviso, allí se quedó. El coche del español parece ser que tenía algún fallo en la caja de cambios y el equipo prefierió no arriesgar y bajar la persiana del garaje del asturiano.

Su compañero Jenson Button fue algo más lejos, 20 vueltas más allá para ser exactos. Pero su coche es el mismo que el de Alonso, así que todo se dio con una lógica bastante matemática. Sin necesidad de entrar en boxes, el equipo le ordenó parar y Button aparcó su coche en una de las zonas seguras del trazado. Otra vez la caja de cambios.

En definitiva, una nueva experiencia para olvidar en un año terrible para una de las escuderías más poderosas del Mundial. Quizás no estén sumando muchos puntos, pero en la clasificación de la paciencia McLaren es campeón desde hace muchas semanas.