Nadal no puede con los grandes

Rafael Nadal abandona cabizbajo la pista central del Masters 1000 de Montreal tras caer en dos sets ante Kei Nishikori. El botín cosechado en Canadá -180 puntos y escalar hasta la octava plaza del ránking- es insuficiente para un tenista demasiado acostumbrado a ganar. El balear, que tan sólo le puede arañar seis juegos a la cuarta raqueta del ránking ATP, palidece en cada intercambio largo. El japonés es más eléctrico, joven y rápido. Las magulladas articulaciones del catorce veces campeón de Grand Slam ceden poco a poco ante el empuje de su oponente, que le derrota sin piedad en 82 minutos de juego por un claro tanteo (6-2 y 6-4).

El romanticismo siempre reservó un particular hueco a la derrota. La derrota humaniza, deja poso y es, en cierta medida, arte. Pero en las derrotas de Rafa no hay ningún ápice de belleza. Nadal, que con 29 años lleva diez temporadas consecutivas ganando majors, debería jugar para la leyenda. Sin embargo, el manacorense no lo hace. No disfruta, sufre en la pista. No está acostumbrado a perder. No está acostumbrado a ser el más débil en una cancha de tenis

Su golpe de derecha, aquel con el que construyó un imperio en el polvo de ladrillo europeo, es tan sólo una sombra de lo que fue. Su juego de piernas dista mucho del de un atleta en plenitud y su revés y su saque, irregulares per se, van en consonancia con la falta de confianza que le lleva persiguiendo desde inicios de temporada. Nadal, que no derrota a un top-5 desde que batió a Djokovic en la final de Roland Garros 2014, deja de manifiesto ante Nishikori que está muy lejos de luchar por los grandes títulos.

El mal momento de Nadal se refleja en su mirada y, por ende, en su rostro. Se nota también en su discurso. Es ley de vida. Todos los grandes campeones iniciaron su ocaso. En el caso de Rafa, y a pesar de que los problemas físicos han sido una constante en su carrera, ha conseguido construir una carrera muy longeva en la élite del tenis mundial. Nadal abandona la pista central de Montreal a las 2 de la madrugada. Derrota ajustada en dobles, junto a Verdasco y frente a los hermanos Bryan. Ayer, definitivamente, no era el día.