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"Estamos hambrientos, el 90% de los vecinos está hasta 4 días sin comer"

Sara Bagué, hasta antes del conflicto un típico barrio mixto donde cohabitaban musulmanes y católicos es la estampa del sufrimiento de la población de este país. Sólo queda un musulmán en el barrio, del que no puede salir por miedo a que lo maten

República Centroafricana. / NICOLAS CASTELLANO

República Centroafricana.

Bangui

Recorriendo los barrios más castigados por la violencia en Bangui, la capital de la República Centroafricana, son visibles las causas que hacen que casi la mitad de la población se vea forzada a vivir desplazados forzosamente, a ser una especie de refugiados en su propio país. En el barrio de Sara Bagué se estableció el primer "frente", entre los rebeldes Seleka (que en su origen significa union, aunque hoy todos los denominan las milicias musulmanas) y los anti-Balaka, (los grupos de auto defensa, que han acabado siendo ubicados como el grupo que defiende a los cristianos), aunque en realidad en ambos grupos hay muchos elementos criminales, movidos más por intereses económicos y políticos, por encima de los religiosos.

La avenida de Francia marca la frontera entre el barrio musulmán de un lado y el barrio cristiano del otro. En la entrada del barrio, que su jefe considera mixto porque antes vivían juntos cristianos y musulmanes, encontramos al sastre con su máquina de coser a pedales y en frente suya un mono, que un día de estos caerá en la olla porque según Honoré están pasando mucha hambre, "mucha gente, el 90% de la gente de este barrio no come, durante dos, tres y hasta cuatro días no tienen que comer, nosotros los pobres no tenemos medios y estamos ya desesperados" afirma el jefe del barrio de Sara Bagué.

Lo que fue un conflicto por la riqueza enorme que tiene este país, uranio, oro, diamantes, petróleo, madera... se acabó convirtiendo a los ojos de la comunidad internacional en un conflicto religioso. Los rebeldes seleka llegaron a la ciudad y atacaron casas de católicos robándolo todo, los anti-balaka, conocidos como los antimachete o antibalas, hicieron lo mismo en los barrios musulmanes pero Claude advierte que en realidad la religión no es el conflicto,"no es francamente una guerra religiosa. "Durante largo tiempo musulmanes y cristianos cohabitábamos sin problemas, son los políticos. Son ellos los que han querido convertir esto en una guerra de religiones, es falso, son sus intereses políticos y económicos. Aquí hemos vivido toda la vida juntos. Hay hijos de parejas mixtas, uno de madre cristina y padre musulmán", insiste resignado.

Recorremos el barrio, semivacío, nos cuentan que por todas las callejuelas de tierra durante meses aparecían cadáveres y que se siguen escuchando disparos, a esta hora de la mañana cuando visitamos este barrio de Sara Blagué , el juego de un grupo de niñas deja un espejismo de normalidad.

A pocos metros llegamos a un grupo de casas que habitaban los musulmanes del barrio, todos huyeron, muchos estan en Camerún, Chad o el Congo, pero aquí se ha quedado Muhamat, el único musulmán del barrio en estos momentos, que junto a la tumba de su madre, al lado de su casa, cuenta que ni siquiera pudo llevarla al aeropuerto. "En medio de los disparos y los ataques de los anti-balakas todos los musulmanes del barrio salieron huyendo menos yo. Nací y crecí aquí, pero mis tres hijos salieron huyendo. Mi madre de 82 años estaba enferma y cuando el presidente de Chad envió aviones para evacuar a los musulmanes ella quería ir pero estaba enferma y murió, está en esa tumba que ves junto al árbol.. no pude ni llevarla al cementerio por los disparos", se lamenta mientras reza junto a la tumba de su madre.

Y es que Muhamat no puede salir del barrio, si lo hace se tiene que quitar el gorro y la ropa que lo identifica como musulmán porque corre peligro de muerte". No puedo ni cruzar la calle, si salgo de aquí estoy en peligro, me pueden matar, son éstos, mis vecinos de toda la vida, los que me protegen", dice agradecido a sus vecinos, todos cristianos.

De Sara Blagué al gran seminario

En la sede el gran seminario viven aun más de mil personas, todos católicos que tuvieron que salir con lo puesto mientras los musulmanes destrozaban sus casas. En este seminario, donde hay familias que llevan más de un año y medio viviendo bajo plásticos, se han dado varios casos de chicas embarazadas por los seminaristas.

Marie intentó regresar hace dos meses a su barrio pero sufrió un ataque. "Hace dos meses regrese a mi barrio con mis cuatro hijos y con material para volver a construir la casa, estaba harta de estar en este campo de desplazados, pero de repente a las dos noches de volver al barrio nos tiraron una granada e hirieron a mi hijo en la pierna y todavía sigue en el hospital. Yo quiero perdonar pero como voy a volver si los musulmanes nos atacan", se lamenta.

 
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