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Mpoko, un hogar entre aviones y fango

El aeropuerto internacional de Bangui es el hogar de 18.000 desplazados

La mirada de un padre y su hija quedan capturadas. / Nicolas Castellano

La mirada de un padre y su hija quedan capturadas.

República Centroafricana

Mpoko es la imagen icónica de la crisis de República Centroafricana. Si a alguien le suena este conflicto olvidado, una de las 4 crisis humanitarias de máximo nivel que ha decretado la ONU junto a Siria, Irak y Sudán del Sur, es por la imagen de su "aeropuerto internacional", muy entre comillas, porque ni siquiera esta vallado y porque los desplazados saludan desde sus chabolas a los pasajeros que aterrizan en Bangui. Casi todas estas 18 mil personas vienen de barrios arrasados "por los musulmanes".

Uno de cada 3 personas que viven en este campo de desplazados, todos cristianos, vienen de Fondo, un barrio fantasma donde las casas están totalmente destruidas. Solo las casas más cercanas al aeropuerto han vuelto a ser ocupadas, porque por allí patrullan los cascos azules de la misión de la ONU, la MINUSCA. El resto son escombros como los que nos muestra Abel, un técnico de la radio centroafricana, "huimos al aeropuerto porque los Seleka vinieron y quemaron la casa y destruyeron todo, ha quedado hecha escombros, buscaban militares, yo tengo un primo militar y por eso vinieron. Tengo 3 hijas y dos hijos, están bien conmigo en la chabola en el aeropuerto, pero mi hermano pequeño murió cuando atacaron nuestra casa, lo mataron a tiros y quemaron todo "dice Abel señalando el suelo de lo que fue un día el salón de su casa, ahora calcinado.

Cerca de la casa de Abel vemos a una mujer joven, con un gran paraguas con el que protege a su pequeño Samba de 3 meses, está ya harta de vivir en un chamizo junto a la pista del aeropuerto, "soy Damou Jenne, tengo 30 años y 5 hijos, esta que ves se llama Samba, tiene sólo 3 meses y nació ya cuando vivíamos en el aeropuerto, estamos pasando hambre, nadie nos da ayuda desde hace meses, ¿qué va a ser de mis hijos? No podemos regresar porque la casa está totalmente destruida y los pozos contaminados" afirma esta joven. Y es que los rebeldes se dedicaron a meter los cadáveres en los pozos de agua que según Oxfam tardarán muchos meses en ser descontaminados porque hay que sacar los restos de los cuerpos y comprobar que no haya minas u otros explosivos.

Marie,5 años cargando agua para su baño del día en el campo de desplazados de Mpoko.

Marie,5 años cargando agua para su baño del día en el campo de desplazados de Mpoko. / Nicolas Castellano

Marie,5 años cargando agua para su baño del día en el campo de desplazados de Mpoko.

Marie,5 años cargando agua para su baño del día en el campo de desplazados de Mpoko. / Nicolas Castellano

De vuelta a la milla miseria en la que se ha convertido el campo de desplazados de Mpoko, uno de los más precarios de los que se puedan imaginar, aparece un niño, Mekki, que nos lleva hasta donde sigue viviendo su familia, en medio de avionetas desvencijadas, junto a una de color amarillo y blanco, está su madre, Aishta.

Se quejan de que no comen, como mucho una vez al día y que hace meses que nadie les distribuye ayuda, de hecho el Gobierno de transición tiene mucho interés en eliminar este campo para intentar dar una imagen de vuelta progresiva a la normalidad.

Pero la realidad es otra, siguen las escaramuzas y la violencia, hay patrullas de la ONU o de los polémicos Sangaris franceses, acusados de abusos sexuales a menores, por todas partes, desde luego las únicas que siguen sonriendo a pesar de vivir en un no lugar, en un sitio donde nadie debería vivir, entre aguas fecales y miseria junto a los aviones son las niñas de Mpoko, que nos recuerdan que siempre a pesar de todo se impone la vida. Ellas y sus familias tardarán mucho aún en volver a casa, como este país en recuperar un atisbo de normalidad.

 
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