Los marroquíes empujan a los inmigrantes al Estrecho: "No quieren negros"
La calma se rompe en Boukhalef, el barrio de Tánger con más inmigrantes
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Un hombre mira al cielo tras el rescate de su embarcación.(EFE)
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Tánger
"Si no salís de aquí después del Ramadán os matamos uno a uno", ultimátum lanzado por los vecinos marroquíes del barrio Boukhalef a los inmigrantes subsaharianos con los que conviven a diario. Ocurrió en una manifestación celebrada el pasado 26 de abril "para echarnos de aquí porque no quieren negros", explica a la SER Musa, un camerunés demandante de asilo en Marruecos.
Todos apuntan a que detrás de las movilizaciones contra los inmigrantes está Mamá África, "odia a los negros y presiona al resto de marroquíes contra nosotros". Esta mujer marroquí de mediana edad que vivió en España les acusa de consumir alcohol y hacer ruido. Aunque desde el colectivo Caminando Fronteras apuntan que, aunque ella es la cabeza visible, detrás se esconden tres marroquíes, uno de ellos con fuertes creencias religiosas.
Marroquíes y subsaharianos llevan meses conviviendo con tranquilidad en Boukhalef. La tienda africana funciona, en la droguería del barrio atiende un subsahariano, los jóvenes se arremolinan en el cibercafé regentado por marroquí y muchas mujeres pasan por la peluquería africana para hacerse trencitas en el pelo. La tensión de esta semana les recuerda como comenzaron los altercados del pasado verano, cuando murió su compatriota senegalés Charles Ndour, 25 subsaharianos fueron deportados a sus países y diez condenados a un mes de cárcel.
Helena Maleno, de Caminando Frontera asegura que "la violencia ha bajado, pero sí hay un interés velado en que esos niveles de violencia vuelvan a subir". Señala a Europa, a colectivos racistas y religiosos. ¿La manera? Crear conflictos de convivencia dentro de los barrios que obligan a los inmigrantes a lanzarse a pasar en peores condiciones y de manera desesperada.
Tarde de domingo, a punto de celebrarse la reunión bilateral entre el ministro de Interior español, Jorge Fernández Díaz, y su homólogo marroquí, Mohamed Hassad, los subsaharianos pasean por el barrio más poblado de inmigrantes sin regularizar, Boukhalef. Son ajenos a lo que se hablará puertas adentro de un hotel de lujo en la costa tangerina a pocos kilómetros pero, conscientes de que "todo es política", fantasean en la mesa de una café con la idea de poder hablar con los políticos de ambas orillas. "Marruecos no tiene ningún futuro. ¿Qué van a hacer para acabar con la violencia aquí? Los derechos humanos, quizás funcionan para otros colectivos, pero no para nosotros", lanza al aire Ibrahim, un gambiano de 37 años.
Pocas horas más tarde Fernández Díaz alababa la política migratoria y de asilo emprendida por Mohamed VI con el proceso de regularización en 2014 y reconocía el papel imprescindible que juega Marruecos en el control de la migración irregular en especial en Ceuta y Melilla.
La última intercepción, el pasado sábado. La Marina Real y las Fuerzas Auxiliares marroquíes detuvieron a un grupo de 48 africanos que intentaba cruzar el Estrecho en seis embarcaciones neumáticas, según informó la Wilaya de Tánger. Musa conoce a cuatro de los casi medio centenar de subsaharianos, son del barrio, y preocupado asegura que "no han vuelto y no sabemos dónde los han llevado porque los teléfonos no les funcionan".
Estos jóvenes se lanzan a las aguas del Estrecho "aprovechando las fiestas, el buen tiempo y la tranquilidad del mar. Una escapatoria a la presión de los marroquíes", explica Musa.