La mayoría de aldeas de montaña cercanas a Katmandú ya no existen
Esas pequeñas localidades se han venido abajo por el gran seísmo y las continuas réplicas
Katmandu
El gobierno de Nepal ya asume que su lentitud en desarrollar el rescate en la capital se ha reproducido en el caso de las aldeas de montaña que rodean Katmandú. Fuentes de las organizaciones de alpinistas y de ONG cifran en un 98% la destrucción de las casas de esas localidades situadas a más de 3.000 metros de altitud.
La alarma la han comenzado a dar los alpinistas y montañeros que de forma obligada deben transitar por esas áreas para poder alcanzar los campamentos base de picos como el Everest o el Ama Dablán. Han sido ellos, y solo ellos, los que ha prestado los primeros auxilios a la población local. En realidad, el estado nepalí nunca ha estado presente en esas áreas donde ir la escuela es un sueño o acudir al médico una ilusión.
El seísmo del pasado fin de semana y sus réplicas han tirado las casas abajo como si se tratara de un castillo de naipes. Son unas construcciones tan rudimentarias que los ladrillos se apilan unos encima de otros sin usar cemento o argamasa. La razón de ello es que se reduce así el precio de la edificación pero se condena a sus ocupantes a una muerte segura en caso de problemas, no digamos ya un terremoto.
Los habitantes de estas aldeas han quemado a sus muertos, han sacado sus enseres al campo, han instalado lonas donde guarecerse de la lluvia casi constante y han vuelto a sonreír sabedores de que nadie iba a venir en su ayuda a excepción de esos raros occidentales que pasan por sus localidades envueltos en ropas de colores y cargados con piolets y tiendas de campaña.
Entre tanto, en Katmandú, la capital, va recuperando ciertos niveles de normalidad con unos hospitales saturados y un tráfico rodado que más parece un juego de la muerte que una forma de transporte.