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¿Están las materias primas anunciando una nueva recesión?

Un artículo de Juan Ignacio Crespo, estadístico del Estado y autor de 'Las dos próximas recesiones'

POOL (Reuters)

Madrid

Puede que haya una sorpresa desagradable esperándonos a la vuelta de la esquina: una nueva recesión de la economía mundial. Es algo que puede resultar contra-intuitivo en un momento como éste en que la economía española ha salido de su segunda recesión en pocos años (la de 2012-2013) con cierta fuerza y el gobierno apunta a que el crecimiento podría alcanzar el 3% en el año 2015.

Sin embargo, ¡ay!, el destino de la economía mundial a veces va parejo y a veces no con el de la economía española. Por desgracia, durante la mayor parte del período que va de 2008 a 2015 la economía española ha estado en recesión, estancada o con un crecimiento muy bajo, mientras otros países, como EEUU, crecían con la fuerza suficiente como para reducir su tasa de desempleo del 10% a poco más de la mitad.

“Podría estar en ciernes una recesión en España para 2016”

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Pero esa buena estrella de la economía norteamericana se convierte en el principal obstáculo para que la economía española y el resto de la economía mundial sigan creciendo a lo largo de 2017. Y es que la expansión económica de EEUU cumplirá en julio próximo los 72 meses de vida y, mirando a los 165 años de historia económica, más o menos bien documentada, de EEUU (es decir, remontándose a 1850) resulta que son muy pocas las expansiones que han superado los 72 meses de duración. Pero si se quiere poner el listón más alto, por ejemplo, en los 90 ó 92 meses de vida, resulta que solo ha habido dos procesos expansivos que los hayan superado, de un total de 33 ciclos económicos bien delimitados que arrancan en 1850.

La frecuencia, pues, con que las expansiones económicas en USA han superado los 90-92 meses de vida es del 6%. No muy alentador. La expansión previa a ésta (entre 2001 y 2007) duró 72 meses. La anterior, en cambio, fue la más larga de todas: 120 meses. Si nos quedáramos en un término medio de duración entre ellas, digamos 96 meses, la economía USA debería estar en recesión a finales de 2016 o comienzos de 2017.

El discreto encanto de las materias primas

Pero, además de este cálculo puramente “médico” o “biológico” de que las expansiones nacen, crecen, se desarrollan y mueren, ¿existe algún argumento más? Sí. La caída del precio de las materias primas desde abril del 2011 (-45%) está dando señales alarmantes de que algo grave puede suceder pues cada vez que desde 1970 se han producido caídas fuertes del precio de las materias primas, unas veces de manera coincidente y otras tras pasar un plazo de entre 1 y 4 años, se ha producido un desastre económico: una recesión; un crack de Bolsa o la insolvencia de uno o más países emergentes.

Justo ahora se cumplen cuatro años desde que las materias primas empezaron a caer de precio y en algunos casos esas caídas han sido insólitas: -75% para el mineral de hierro o 90% para el carbón. O la menos extrema pero sí mucho más popular y conocida caída del 60% del precio del petróleo. Podría discutirse hasta la extenuación si esa caída se debe a una falta de demanda mundial o a un exceso de oferta o, más probablemente, a una combinación de ambas, pero lo cierto es que así está la situación y así también la historia de lo que suele suceder cuando el precio de las materias primas caen con tanta fuerza (por cierto, aunque el reciente período de historia económica tiene poco que ver con los años 1930s, los años previos al crack de Bolsa de 1929 y al inicio de la Gran Depresión, también fueron años de fuerte caída del precio de las materias primas; allí el “decalage” para el desastre fue de dos años).

Por todo lo dicho, conviene ponerse en guardia ante la eventualidad de que el fátum histórico pudiera repetirse. Si lo hiciera con el mismo ritmo de antes, 2015 y 2016 son años en los que podría suceder.

Materias primas y países emergentes

El impacto que esta caída de precio está teniendo en los países emergentes, principales productores de materias primas, ya es muy acusado en Brasil y seguirá causando estragos, por lo que una crisis de los países emergentes es algo que podría suceder en algún momento de los dos próximos años.

En los últimos 35 años este tipo de crisis ligadas a la caída del precio de las materias primas se ha producido casi con total automatismo: crisis de la deuda de América Latina en los 1980s; Méjico en 1994 y crisis general de los emergentes en 1997 y de Rusia en 1998. Si la han evitado hasta ahora ha sido por el elevado nivel de reservas de divisas que acumularon en los años de bonanza: 2000-2008 y 2009-2011. Ese colchón que en el caso de China ha llegado a ser la gigantesca cantidad de 4 billones de dólares, se va desgastando hasta en el caso de China que en los últimos meses ha visto salidas de capitales que rondan la cifra de hasta 100.000 millones de dólares por mes.

Subida de tipos de interés en los EEUU y apreciación del dólar

Por si lo dicho fuera poco, la Reserva Federal de EEUU está contemplando el subir los tipos de interés de corto plazo este mismo año lo que vendría a complicar más aún la situación, sobre todo en los países emergentes cuya deuda en dólares es muy elevada.

Dicho con números redondos, la deuda exterior de los países emergentes en diferentes divisas extranjeras equivale 10 billones de dólares, de los que el 75% son dólares. Una subida de tipos de interés afectará muy negativamente a la capacidad de pago de las empresas y gobiernos de esos países, máxime si se tiene en cuenta la apreciación del dólar que, en promedio, ha sido del 25% y frente a algunas de las divisas de países emergentes mucho más.

España y la zona euro

En España, el particular via crucis incluye la obligación de reducir el déficit hasta un 2,8% del PIB entre 2015 y 2016. Algo que, también en cifras redondas, significa un ajuste de 30.000 millones de euros entre aumento de ingresos y recorte de gastos. Y aunque con el crecimiento actual del PIB de un 3% la cifra será mucho más llevadera que en los años más recientes, no deja de ser una cifra demasiado contundente como para permitir la tranquilidad.

Un paliativo para el dolor que esto representa es la política monetaria que está aplicando el BCE que está llevando el tipo de interés para todos los plazos hasta cero o incluso hasta volverse negativos, lo que alivia la financiación de familias, empresas y estados de la Eurozona, a la vez que castiga el ahorro acumulado y lo empuja a actividades especulativas: inversión en Bolsa de ahorradores que no están preparados para ello e inversión en inmuebles o en fondos inmobiliarios (para los que tampoco están preparados la mayoría de los ahorradores). Las entidades financieras ya están volviendo a cometer el error de animar a este tipo de inversiones a clientes que no están preparados para ello.

Al tratarse de una situación sin precedente histórico (la de los tipos de interés negativos) nadie tiene muy claro cómo será la salida de ella pero los excesos en cualquier dirección siempre acaban causando algún tipo de estrago.

“El Capex”

Una de las circunstancias que pudieran explicar esa recesión, si llegara (como parece probable) a producirse es la caída del Capex. Por Capex se entiende lo que invierten las empresas en bienes de capital fijo (Capex viene de “Capital Expenditures”). Basta mencionar que el ritmo de la inversión en lo que se llama la parte nuclear de los bienes de equipo en EEUU (lo que excluye el apartado de Defensa y también las aeronaves) está solo un 1% por encima de donde estaba hace 15 años para entender el porqué del ritmo lento de crecimiento de los quince últimos años.

Otra manera de mirar este mismo fenómeno es el exceso de tesorería de varios billones de dólares que suelen mantener las empresas de los índices de Bolsa norteamericanos y europeos. Desde hace tres años, curiosamente, mientras el índice de Bolsa sube, el Capex está estancado.

Concluyendo

Confluyen, pues, una serie de circunstancias que hacen altamente probable el que se produzca una recesión o un gran susto financiero a caballo de 2016-2017. El único argumento de peso contra esa eventualidad es la intervención masiva que ya han llevado a cabo los bancos centrales, inyectando liquidez en el mercado por un total de 10 billones de dólares (al BCE aún le queda por inyectar uno más) y la voluntad de seguir inyectando llegado el caso todo lo que hiciera falta. Y ya se sabe que, con liquidez y QE (siglas de Quantitative Easing que es como se ha llamado en inglés a la compra de deuda pública y otro tipo de activos financieros por parte de los bancos centrales) las Bolsas y el precio de los inmuebles suben. Aunque, por lo visto hasta ahora, ni con QEs hace lo mismo el precio de las materias primas. Y eso es precisamente lo que está ahora enviando las señales más ominosas.

 
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