El Madrid no despeja las dudas

Madrid

Salió el Madrid al campo este domingo como lo hace un toro de los toriles, hambriento, rabioso, con ganas de embestir para ganarse los ‘olés’ de un público que llegó al estadio con el gesto torcido. La grada estaba mosqueada por los cuatro puntos de los seis posibles que perdió en los dos últimos duelos de Liga y, sobre todo, por la derrota tan calamitosa como sorpresiva ante el Schalke el martes. Pasó luego que Florentino salió para, primero, acusar a la prensa por intoxicadores y después ratificar a Ancelotti y defender a los suyos.

La arenga del mandamás avivó a los suyos. Sobre todo, al más señalado, Gareth Bale. El galés, que llevaba ocho partidos sin marcar, se le vio presionando al rival como no se recordaba y firmó los dos goles de los suyos ante el Levante. El primero con un tiro potente después de un rechace de Mariño a tiro de Cristiano. Tanta noticia fue el gol como la celebración. El galés, impávido de costumbre, se fue a la esquina enfurecido, se tapó los oídos y pateó el banderín de córner.

En el segundo, en cambio, ni levantó las manos. Porque Cristiano pensó que era suyo y Bale no quiso aguarle la fiesta. El galés rozó un fuerte tiro del portugués y firmó su segundo gol del partido a falta de cinco minutos para el descanso.

Mostró hasta entonces el Madrid una versión muy mejorada porque la pelota, con Modric en la media, corría con más velocidad, porque con Ramos en el once la defensa y la línea de presión estaba mucho más adelantada y porque hasta los tres de arriba, especialmente, se enfangaron en labores defensivas.

El Madrid mejoró en esa primera mitad, sí, pero lo hizo en partido en el que no tuvo rival. El Levante fue el oponente más blando de todos los que pasaron este curso por el Bernabéu, a pesar de que otros se hayan llevado muchos más goles. El equipo de Alcaraz no disparó ni una sola vez a puerta. Si no fuese porque en el videomarcador antes del partido anunció que esta vez en portería estaría Keylor Navas.

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En el segundo acto los de Ancelotti se contagiaron de esa desgana de los levantinistas. Un remate de espuela de Bale que se estampó en el larguero, lo único que llevarse a la boca en una segunda parte que fue un auténtico tostón.

Y ahora le toca a los blancos visitar a un Barça que no falla últimamente y lo hará con un Cristiano Ronaldo angustiado porque nada parece salirle bien últimamente y lo hará también con Kroos, que esta vez se quedó en el banco por estar apercibido, y con Isco, que también tenía cuatro amarillas pero que, al no ver ninguna hoy, estará en el Camp Nou.