Siria: cuatro años de guerra, cuatro millones de refugiados
La situación del pueblo sirio, tanto dentro como fuera de sus fronteras, hace difícil pensar que sean simples víctimas colaterales de un conflicto sin visos de solución.
En cuatro años (tres y medio de ellos de guerra civil) han muerto en Siria más de 200.000 personas. Probablemente en estos días se superen los cuatro millones de refugiados; y los 7,6 millones de desplazados internos, es decir, gente que ha huido de su casa pero se queda dentro del país.
La sangría, tanto de muertos como de refugiados, no tiene ninguna perspectiva de ‘cura’ en 2015. La ong ‘Acción Contra el Hambre’ calcula que en este año, otro millón y medio de sirios podrían huir de su país.
Contra la población siria se ha usado todo un abanico de armas convencionales y no convencionales, incluidas las químicas. Algunas, tan poco refinadas y tan poco selectivas como los barriles explosivos (bidones rellenos de explosivo y metrallas, arrojados desde helicópteros sobre zonas residenciales); la gente de Alepo sabe cuales son las consecuencias de sufrir un ataque indiscriminado de este tipo, que además de muertes, provoca amputaciones terribles.
Hombres, mujeres y niños de toda edad y creencia han sufrido castigos colectivos prohibidos por las leyes de la guerra, como ataques a hospitales, a colas del pan, asedios a barrios que han pasado meses casi sin agua o comida. Las torturas hasta la muerte, o la muerte por inanición han sido una constante en los centros de detención y cárceles. Muchos grupos opositores ni siquiera hacen prisioneros.
Las violaciones son un arma habitual contra hombres y mujeres. Y las decapitaciones, agravadas por su difusión mundial en decenas de videos, son mucho más que una anécdota.
Cuatro años después, es insostenible pensar que los civiles sean ‘víctimas colaterales’ de esta guerra. Sólo escuchando las historias de estas víctimas, podemos entender este conflicto, tan alejado ahora de su resolución, como desesperadamente necesitado de ella.