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EUROPEOS DE PISTA CUBIERTA

Pocas luces y muchas sombras para el atletismo español en Praga

Los últimos europeos de pista cubierta han dejado al descubierto las carencias del atletismo español en fondo y mediofondo y la dependencia de las grandes figuras

Praga

Si el Europeo de Zúrich del verano pasado supuso un paso importante en la recuperación y renovación del atletismo español, este campeonato de Praga ha supuesto un paso atrás en toda regla: con dos medallas de plata (Pablo Torrijos e Indira Terrero) y ocho finalistas, España ha firmado su peor actuación desde la edición celebrada en París en 1994, donde volvimos para casa con una plata y seis finalistas. El descalabro en el mediofondo y la dependencia de grandes figuras como Ruth Beitia para escalar en el medallero han puesto de manifiesto las carencias del atletismo nacional en unos europeos de pista cubierta para olvidar en su mayoría.

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Dentro de la Federación Española más de uno respiró ayer con alivio cuando Indira Terrero y Pablo Torrijos maquillaban con sus medallas el descalabro generalizado. “A veces damos dos palos y entran, y esta vez hemos dado al palo y ha salido fuera”, ha dicho el director técnico de la Federación Española al término de la competición para hacer una valoración “heterogénea” de la actuación española en este euroindoor: “Actuaciones muy flojas, actuaciones muy buenas y una clase media muy numerosa”.

La sombra más grande ha sido sin duda alguna la que ha planeado sobre el mediofondo: si el sábado ya hablábamos del peor europeo en 36 años sin finalista en 1.500 metros, este domingo también podemos hablar de un nuevo y triste récord: por primera vez en 39 años España no ha tenido un finalista en ninguna prueba de mediofondo. Tras el descalabro del ‘milqui’, el sevillano Kevin López se gestionaba mal en su semifinal de 800 metros y perdía no sólo la oportunidad de ser finalista sino también de conseguir una medalla ante la ausencia del polaco Adam Ksczcot. “La actuación en mediofondo ha sido históricamente floja”, es la frase empleada por el director técnico de la RFEA para valorar este aspecto concreto de la aventura española en Praga.

Dos medallas de plata – una completamente inesperada y la otra una grandísima noticia para el atletismo nacional – en pruebas como el 400 femenino o el triple masculino que resurgen de décadas de olvido, que marcan un cambio de ciclo en el que el mediofondo deja el lugar preeminente que ha tenido siempre en nuestro deporte: nada puede reprocharse a nuestros corredores, que han hecho todo lo posible por estar en sus respectivas finales sin que pueda acusárseles de poco esfuerzo, pero sí poniendo de manifiesto que el nivel de hace unos años (no tantos) no es el que se ha demostrado este invierno. “Seguimos estando en precario pero no es el caos, tengo ciertas esperanzas”, ha dicho Cid en alusión, entre otros, al récord de España junior de 3.000 metros lisos pulverizado este fin de semana por la joven Celia Antón.

Jorge Ureña, la buena noticia del Europeo para España

Jorge Ureña, la buena noticia del Europeo para España / ALBERTO POZAS

Jorge Ureña, la buena noticia del Europeo para España

Jorge Ureña, la buena noticia del Europeo para España / ALBERTO POZAS

Y más malas noticias que llegan del medallero: aunque los jóvenes vienen pisando fuerte, existe todavía una dependencia significativa de las grandes estrellas para conseguir una densidad decente de medallas: Ruth Beitia no tuvo su día, y Jesús España hizo lo humanamente posible para ser cuarto. A día de hoy, cuando los veteranos no están al 120%, la savia nueva del atletismo español todavía no está capacitada –o no ha tenido la suerte necesaria– para poder poner el pie en el podio. Sin olvidar, desde luego, la mala suerte y las lesiones que han querido hacer acto de presencia: no ha estado en Praga, por ejemplo, el joven Eusebio Cácares que bien podría haberse llevado una medalla en salto de longitud.

Lo ha destacado el director técnico de la RFEA y los números le avalan: no todo son malas noticias. Una de las medallas de plata, la de Pablo Torrijos en triple salto, viene de un atleta de 22 años en plena progresión, cuya disciplina y autoexigencia es destacada por todos los que le rodean. Muchos de los atletas de mediofondo que no han llegado a sus respectivas finales pero que han competido dignamente eran debutantes. Y se le escapa una sonrisa cuando habla del joven que ha revolucionado las pruebas combinadas en nuestro país: Jorge Ureña. El alicantino ha sido octavo en el heptatlon, con una puntuación de 5.941 puntos –después de dejarse el récord de España en un mal salto de longitud– pero ha conseguido colocar a las combinadas españolas en la primera página de la élite internacional.

Al atletismo español le esperan dos años complicados por delante: se acabaron los Europeos, donde todo es posible, y llegan los mundiales de Pekín y Portland y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde la afluencia de atletas africanos (fondo), estadounidenses (velocidad) y asiáticos (marcha) hace casi imposible que nuestros atletas brillen. Cid se encomienda a la marcha para salvar el honor en estas competiciones. Los jóvenes vienen pisando fuerte, pero dentro de nuestras fronteras: está por ver si llegarán a tiempo para rescatar a España en el terremoto de campeonatos que nos esperan.

 
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