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Egipto reconoce que pegaron la barba de Tutankamon

Ha sido tal la polémica que a las autoridades egipcias no les quedó más remedio que reconocer lo que ya había sido objeto de toda burla

La máscara de Tutankamon en el Museo Egipcio de El Cairo. / Mohamed El-Dakhakhny (AP)

El Cairo

En agosto de 2014, la barba postiza de la máscara de Tutankamon se cayó y los restauradores del Museo Egipcio de El Cairo la devolvieron a su sitio gracias a un pegamento de secado rápido.

El ministro de Antigüedades, Manduh al Damati, dio la cara tres días después de que la historia comenzara a circular por medios de todo el mundo. Aunque quien se encargó de ofrecer los detalles en una rueda de prensa internacional celebrada en el propio Museo Egipcio de El Cairo fue Christian Eckmann, un arqueólogo alemán que trabaja desde hace años junto a las autoridades egipcias. “El daño que se ha hecho es irreversible, hay que eliminar el producto y sustituirlo por otro”, declaró a los periodistas.

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“Durante la historia de la excavación de la tumba, se cayó varias veces. En 1924 la máscara fue trasladada al Museo Egipcio sin barba. Se reparó por primera vez en 1941 y así se mostró”, explicó el experto. “En agosto del año pasado, durante unos trabajos para cambiar la iluminación se cayó, porque el pegamento no pudo resistir durante más de 70 años”, añadió.

Los restauradores intentaron arreglar el entuerto con un primer producto, pero no fue lo bastante eficaz. Fue entonces cuando recurrieron a la resina epoxi, un adhesivo de pegado rápido que se utiliza con metales, piedras y plásticos, generalmente en la construcción. “Es obvio que no se hizo de la mejor manera, porque aún se pueden ver algunos restos de pegamento en la barba”, sostuvo Eckmann.

Poco después de estas declaraciones las autoridades permitieron a los periodistas entrar a la sala donde se exhibe la máscara y tomar imágenes, lo que está terminantemente prohibido durante las visitas. Desde su vitrina de metacrilato, la figura de oro del joven faraón sigue reluciendo igual que siempre y si no fuera por el escándalo de las últimas horas, la chapuza podría pasar desapercibida para los turistas menos instruidos en el mundo de la egiptología.

“La máscara está segura, no hay ningún peligro”, remachó el ministro Al Damati, quien sin embargo confesaba que no había sido informado del incidente “hasta hace dos días”. El titular de Antigüedades desmintió que la pieza sufriera “arañazos” y se lamentó por los “montajes con Photoshop” que han circulado por Internet y que podrían dañar la imagen de un país que intenta recuperar el turismo perdido.

La versión del Ministerio coincide con la ya ofrecida por el director del museo que insistía el miércoles por teléfono que lo importante “es que la máscara se encuentra en un buen estado de conservación”.

La figura no sólo ocupa un papel preponderante entre los más de 5.000 objetos que el arqueólogo británico Howard Carter encontró en 1922, cuando halló la tumba intacta del ‘faraón niño’, sino que se ha convertido en un icono del Egipto actual. Su rostro destaca en los bazares en los que caen sin excepción los turistas después de cada visita.

“No hay nada mejor en el mundo que esta máscara llena de vida”, escribió Zahi Hawass, quien fuera el guardián de las antigüedades egipcias hasta que en 2011 se vino abajo el régimen de Hosni Mubarak. Pese a los 11 kilos que componen el busto de oro e incrustaciones azules del faraón, Tutankamon parece incapaz de soportar el peso de su barba postiza. Aunque a estas alturas, pocos entenderían un cambio de look.

 
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