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Los ultras en Europa

Un repaso a la gestión que hacen los gobiernos, las grandes ligas de Europa y sus clubes de los grupos de aficionados más radicales

Ultras de la AS Roma en un partido de la Champions League (EFE)

Ultras de la AS Roma en un partido de la Champions League

Madrid

“En Inglaterra han trabajado y han hecho muchas cosas para eliminar esta lacra del fútbol. Tenían un gran problema con 'hooligans' y con dureza lo han eliminado”, esta reflexión de Ancelotti invita a viajar por Europa para conocer la situación de los grupos ultras en las grandes ligas del Viejo Continente.

Inglaterra, Alemania o Italia combaten la violencia del fútbol a través de leyes más o menos similares que, con distinto éxito, tratan de paliar momentos como los ocurridos el pasado domingo en los aledaños del Calderón

Inglaterra, de la tragedia al modelo

Como elogió Carlo Ancelotti, Inglaterra es uno de los países modélicos en la gestión de los grupos ultras y en la seguridad en los estadios. En la Premier actualmente se infiltran agentes entre los hooligans, se prohíbe la entrada a los estadios a las personas con antecedentes penales y no se les permite salir del país a encuentros internacionales sin antes entregar el pasaporte a las autoridades. Además, dentro de los recintos deportivos se consideran delitos entrar borracho o con alcohol, estar de pie en la zona con asientos, fumar o tener un comportamiento racista.

Para llegar a este punto el fútbol inglés ha sufrido grandes tragedias dentro de los estadios: Valley Parade, Heysel y Hillsborough. En 1985 un incendio en la tribuna en el estadio del Bradford City, Valley Parade, murieron 56 personas. Dos semanas después llegó uno de los momentos más graves. En una final de Copa de Europa entre Liverpool y Juventus celebrada en el estadio belga de Heysel 39 personas murieron -32 de ellos italianos-. Los aficionados más radicales del conjunto inglés, situados en una zona muy cercana a los aficionados de la Juventus, tiraron objetos y se abalanzaron sobre los seguidores de la Juventus. La consecuencia fueron varios fallecidos por aplastamiento y asfixia y una batalla campal sobre el césped del estadio belga. La última, y más grave, fue la de Hillsborough, donde fallecieron 96 personas por una avalancha provocada por el exceso de aforo y el mal estado del estadio.

Estas desgracias convencieron a Magaret Thatcher a aplicar una ley dura que, con el tiempo, ha convertido a la Premier en una liga modélica a niveles de seguridad.

Italia, mucha ley y poca efectividad

El fútbol italiano ha sufrido varios brotes de violencia en los últimos años, sin ir más lejos en la pasada final de Copa entre la Fiorentina y el Nápoles celebrada en Roma un ultra del equipo romano, que no participaba en el partido, disparó y mató a un hincha del Nápoles. También en 2007 falleció un policía en un Catania – Palermo, desde entonces están prohibidos los desplazamientos de cualquier aficionado cuando un partido es considerado de alto riesgo.

Además, y tras el incidente de la final de Copa, el gobierno italiano califica a los ultras más peligrosos como mafiosos y, también, modificó las penas, haciéndolas más estrictas para evitar más problemas alrededor del fútbol. A pesar de tener una legislación a la altura de la del resto de países europeos, a la hora de la verdad esta se aplica muy levemente y no es extraño ver a ultras en los campos de fútbol del calcio.

Alemania, mucho ruido y pocos problemas

Los movimientos ultras en Alemania existen, pero los problemas que ocasionan son muy pocos. Los estadios de la Bundesliga están llenos, son ruidosos y no necesitan de grupos radicales para conseguirlo. El ejemplo más claro es el del Borussia de Dortmund. En su fondo sur (Südtribüne) se sitúa una de las aficiones más calientes del mundo. Este grupo no tiene el cartel de violenta aunque, si bien es cierto, ha provocado algún incidente.

En los estadios teutones no está permitida la entrada de bengalas, pirotécnica o portar banderas o símbolos no relacionados con el fútbol. Para que esto no se produzca, la ley alemana establece penas de hasta 10 años para los aficionados y multas económicas a los clubes si sus aficiones provocan incidentes. A cambio, tanto la propia Bundelisga como los diferentes clubes premian a sus aficiones con entradas a precios bajos para que puedan acudir a ver los partidos.

Alejandro Rodríguez

Alejandro Rodríguez

De Tenerife a Madrid. Trabaja en la Cadena SER desde 2010

 
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