Ocio y cultura

Emilio Lledó, feliz de ser el mismo joven que emigró

Obtiene el Premio Nacional de las Letras y el Antonio Sancha de los editores españoles. Su trayectoria intelectual, su compromiso y su apoyo a la cultura son algunos de los méritos que le han hecho merecedor de estos galardones. Su defensa de la libertad y su vocación docente, son otras razones tenidas en cuenta

El filósofo y humanista Emilio Lledó / Kote Rodrigo (EFE / Archivo)

El filósofo y humanista Emilio Lledó

Madrid

Respetuoso, fascinante, apasionado y esperanzado, Emilio Lledó cree en el poder de los libros que, desde siempre, le han acompañado.

Afirma incluso que hay familiares que se niegan a acudir a su casa por tenerla repleta de libros ( 10.000, calcula) que todos los días le interpelan, le cuentan su vida y le acompañan.

A pesar del espacio que ocupan, no se imagina “esas paredes vacías y que me hablan desde el silencio de la escritura. Me interpela Kant molesto porque llevo un año sin leer su Crítica de la razón pura”.

Y así recuerda que  la lectura es “el don más hermoso que podemos tener los seres humanos”. Eso sí, en papel , porque no puede imaginar un aparato con 20.000 libros en su memoria.

Los ordenadores y los libros electrónicos son para el filósofo instrumentos, y nada más que instrumentos,  para la lectura considerada como un medio para que el lenguaje ”viva y cree sentido y libertad” y, por lo tanto,  para hacer que la sociedad cambie.  Por lo tanto, y como consecuencia de ello,  cree esencial la enseñanza de la lectura para inocular el veneno de las letras. “Somos lenguaje y también afectos”, remata.

Impenitente lector que en su infancia devoró desde las aventuras de Salgari hasta tebeos, reconoce esencial el trabajo de su profesor de Vicálvaro que le insufló el amor a los libros y al pensamiento. Se llamaba Francisco, Don Francisco, y les hacía leer "un par de veces en semana"  una página del Quijote para pedirles más tarde  “las sugerencias de la lectura. Era una explosión de libertad”.

También por ello cree una monstruosidad dejarse llevar por el pragmatismo. Considera que la verdadera riqueza de un pueblo es la cultura y la mera obsesión porel dinero -"por ganarse la vida"- una deformación que sólo lleva a perderla, "tal y como dice Water Benjamin".

Emilio Lledó es un filósofo que tiene muy claro su papel: “los filósofos siempre han sido las conciencias críticas de su tiempo”. Con esa premisa de la que parte, el pensador  menciona la Metafísica de Aristóteles para dejar claro que todos los ciudadanos también somosfilósofos al tener todos la necesidad de entender, de mirar y de ver.

Además,  cree que la decencia es un deber moral para evitar la ruina de la sociedad: “lo grave es el sinvergüenza que tiene el poder y que manda sobre todos nosotros”. ”Vivimos en un tiempo corrompido", asevera para añadir  “en la dictadura teníamos la esperanza de que esto cambiaría, y ahora estamos en el territorio de aquella esperanza y muchas veces desesperanzadosen el que mucha desesperanza”.

Y añade que se escandaliza por cosas tan aparentemente banales como los chicles de las calles pero que son una metáfora del tiempo en el que vive y que “es una falta de respeto a lo público, a la ciudad, a la calle que es de todos. ¡Eso es lo esencial!".

Javier Torres

Javier Torres

Redactor de Política, trabaja en el Congreso y hace seguimiento de Vox. Anteriormente formó parte de...

 
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