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25 años de la caída del Muro de Berlín

El Muro en el día a día de Berlín

El 12 de agosto de 1961 la vida de la ciudad también quedó partida en dos

Un ciudadano de Berlin Este abraza a una mujer del Oeste bajo la mirada te un guardia de frontera en el checkpoint de Invalidenstrasse al día siguiente de la caída del Muro / FABRIZIO BENSCH (Reuters)

Un ciudadano de Berlin Este abraza a una mujer del Oeste bajo la mirada te un guardia de frontera en el checkpoint de Invalidenstrasse al día siguiente de la caída del Muro

Berlín

El gobierno de la República Democrática alemana levantó la noche del 12 de agosto de 1961 una alambrada provisional que dividió Berlín en dos y que pronto pasó a convertirse en una estructura de hormigón imperturbable. De un día para otro se prohibió la libre circulación de ciudadanos de una parte a otra y los medios de transporte dejaron de comunicar el este con el oeste. El gobierno de la RDA levantó un muro que servía como tapón para evitar la sangría de población que sufría desde hacía años, no en vano, tres millones de ciudadanos del este habían dejado atrás la Alemania oriental para instalarse en un sistema cuya economía era más próspera.

Entre 1961 y 1989 unas cinco mil personas intentaron cruzar el muro. De ellas, unas tres mil fueron detenidas y alrededor de un centenar murieron en el intento, la última de las víctimas en febrero de 1989. Escapar a la Alemania occidental no era una tarea fácil, a las estrictas medidas de seguridad desplegadas en las inmediaciones del muro, se unía el control como forma de estado. La RDA contaba con un Ministerio de Seguridad, la Stasi, integrado por 91.000 empleados oficiales y 180.000 colaboradores no oficiales que se encargaban de vigilar a los ciudadanos del este. Quien no comulgaba con las ideas oficiales o intentaba huir, era encarcelado en una de las 17 cárceles preventivas del Ministerio para la Seguridad del Estado, cuya central estaba en Berlín.

La Stasi manejaba ingentes cantidades de información de los ciudadanos valiéndose de los informes de seguimiento que realizaba tanto la policía del régimen como colaboradores que espiaban a sus propios familiares o vecinos. No obstante, a pesar de la vigilancia estricta a la que era sometida la población, durante los 28 años que estuvo levantado el muro se registraron huídas espectaculares. Hubo quien escapó por los canales de desagüe subterráneos, quien cavó túneles, quien lo hizo sirviéndose de una tirolina, un globo aerostático o de un ultraligero.

La historia del muro está inevitablemente ligada a la historia personal de miles de ciudadanos anónimos (otros no tanto) cuya vida se desarrolló condicionada por el levantamiento de un bloque de hormigón de 45 kilómetros de longitud. Sus nombres no siempre aparecen en los libros de historia pero sus experiencias nos ayudan a acercarnos a la realidad que vivían.

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