Francisco Granados, preso en Estremera, la cárcel que inauguró

Madrid

Francisco Granados ha vuelto a pisar un lugar que ya conocía: la prisión de Estremera. En julio de 2008 estuvo allí, en la inauguración, en calidad de consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid. Acompañaba al entonces ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba y a Mercedes Gallizo, directora de Instituciones Penitenciarias. Era un día importante, puesto que se trataba de la primera cárcel que se construía en la comunidad en los últimos diez años.

Desde el sábado, Granados ha podido comprobar cómo se vive en la prisión que él inauguró; un centro que costó 100 millones de euros para el que se dedicaron todo tipo de elogios. Ante los medios, el ministro Rubalcaba destacó que Estremera era “modélica en seguridad y reinserción social”, se elogió la tarea de la arquitecta Marta Cao que supo diseñar un “edificio amable” y se subrayó que con su apertura se aliviaba la alta ocupación que padecían las cárceles de la Comunidad.

Cinco años después, Francisco Granados es un recluso más. Duerme en la litera en una de las 1.214 celdas de la cárcel y deberá buscar entretenimiento en la piscina o la biblioteca del centro. Quizás todavía recuerde las palabras de la inauguración: las prisiones tiene como objetivo la “reeducación y la reinserción de los presos”.