Ocio y cultura

10 bosques maravillosos por los que pasear en otoño

En un mundo cada vez más deshumanizado e industrializado resulta complicado encontrar rincones de paz y sosiego en los que tomar contacto con la naturaleza. Por fortuna, nos queda el otoño. En estas fechas los bosques caducifolios se ponen sus mejores trajes y nos regalan un festival de tonalidades ocres, almagres, rojos y oro. En otoño parece que incluso se magnifica la carga de misterio y leyenda que siempre rodeo a estas espesas arboledas. En España aún quedan algunos reductos naturales en los que disfrutar de la orgía de colores del otoño entre robles, hayas, acebos y abedules. Está es una lista de diez de los más destacados.

 

Somiedo es uno de los tesoros naturales de más valor de Asturias. Su accidentado paisaje, que fue declarado Parque Natural en 1988 y Reserva de la Biosfera en 2000, ocupa la parte central de la Cordillera Cantábrica, en el municipio de Somiedo.

En el extremo norte de la provincia de Guadalajara, en plena sierra de Ayllón se localiza uno de los hayedos más meridionales de Europa: Tejera Negra. Declarado parque natural en 1978, desde 2011 se engloba dentro del P.N. de la Sierra Norte de Guadalajara.

En la región central de La Rioja, lindando al sur con la provincia de Soria, se ubica la comarca de Tierra de Cameros. Las grandes cuencas fluviales que se esconden entre las montañas favorecen el mantenimiento en buen estado de los mejores bosques de haya de la región. En el Camero Viejo destacan los hayedos de la cuenca alta del Leza y el Hayedo de Santiago, mientras que en el Camero Nuevo, donde las hayas proliferan con mayor frecuencia, existen un buen número de bosques de gran valor (Almarza de Cameros, Rivabellosa, Villoslada, Lumbreras, etc.). Una visita obligada para disfrutar de un bosque otoñal es la del hayedo en las laderas del valle de Iregua, observando los tonos ocres de las hojas caídas mientras se escucha el susurrar del río se alcanza la paz.

En el interior del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici se encuentra el umbroso bosque de Sant Nicolau. Escondido del sol durante buena parte del día gracias a la sombra que proyectan las encrestadas montañas de Pallars Jussà – de casi 3.000 metros de altura -, se hace imprescindible madrugar para llegar desde el pueblo de Boi al agreste valle de Sant Nicolau cuando luce el sol. Con la luz solar el bosque adquiere una dimensión casi poética: los troncos de los abetos se encienden y los abedules toman vida. Solo queda disfrutar de uno de los escenarios más bellos de España.

La inaccesible Serra do Courel, al suroeste de la provincia de Lugo, se ha mantenido prácticamente aislada durante muchos siglos de las grandes vías de comunicación. Este aislamiento ha valido para que sus bosques y la vegetación no hayan sufrido el mismo proceso de deforestación de otras sierras y valles de la Península. O Courel es un paisaje imperfecto, en el que los valles y las montañas se encuentran descolocados en un laberinto de barrancos que deja a su paso el río Lor. Un paisaje en el que se puede disfrutar de la naturaleza paseando por las dehesas boscosas en las que predominan los castañares, pero donde también encontramos robles, avellanos, hayas y acebos.

Muy cerca de la localidad abulense de El Tiemblo, en las estribaciones más orientales de la sierra de Gredos y al sur del embalse del Burguillo, se localiza la Reserva Natural del Valle de Iruelas. Un espacio natural rico en flora y fauna y escondite de pequeños bosques caducifolios de robles, castaños y alisos que colorean las graníticas montañas que configuran el paisaje de la zona. Bosquejos que se han librado de la tala masiva que se ha llevado a cabo en la región con el objetivo de favorecer el negocio de la resina y la madera de pino, un árbol que tiene mucha presencia en Iruelas debido a las repoblaciones forestales de las últimas décadas.

A los pies del puerto de Somosierra, en el extremo norte de la Comunidad de Madrid, se ubica uno de los pueblecitos más minúsculos de la región: La Acebeda -poco más de 50 habitantes-. Cerca de esta localidad se encuentra la vieja acebeda de Somosierra, una extensión boscosa que aún conserva cierto esplendor del pasado, cuando tuvo una superficie mucho mayor. Es casi un milagro que esta parte de los montes Carpetanos cuenten aún con robles, serbales y sobre todo acebos; árboles que se han librado de caer en los ambiciosos intereses de la industria maderera y que aún se pueden disfrutar en este hermoso rinconcito de la sierra madrileña.

En los collados más meridionales de la sierra de Queixa, uno de los conjuntos montañosos que conforman el macizo Galaico-Leonés, se localiza uno de los últimos refugios de robles, hayas, acebos y castaños del noroeste de España antes de llegar a las escarpadas costas gallegas.

De entre los bosquetes que se han formado en Queixa destaca sobremanera el castañar de Cerdedelo, un bosque compuesto de viejos castaños que se localiza junto a Cerdedelo, una apacible aldea orensana formada por casitas de pizarra. Resulta espectacular ver la grandiosidad de estos vetustos árboles, en algunos casos con troncos de una anchura tan mastodóntica que se han partido en dos para aguantar el peso de sus ramas y de su vejez.

En 1973 se decidió proteger de manera integral lo que hoy es la Reserva Natural de Muniellos. Esta medida sirvió, entre otras cosas, para que Asturias cuente con el mayor robledal de la Península Ibérica y uno de los más extensos de Europa, ocupando una superficie de 2.695 hectáreas en las que el árbol predominante es el roble albar, aunque también coexisten algunos rebollos, abedules y hayas. La caída de la hoja en el otoño tiñe el paisaje de tonos rojizos, ocres amarillos, y anaranjados, convirtiendo esta época del año en una de las mejores para valorar la espectacularidad del paisaje de Muniellos.

En Irati el bosque es selva, tal es la espesura de su masa forestal, en especial de hayas y abetos, que rodean y envuelven el valle del río Irati. Esta misteriosa e impenetrable jungla, al mismo tiempo que nos permite el acceso en vehículo por la pista forestal, nos obliga a abandonar las comodidades del motor para descubrir los parajes más bellos, y huir de las sendas más transitables, víctimas de la industria humana, como la maderera, que se traduce en la tala regular del bosque. Eso sí, una tala controlada que ha provocado una asombrosa uniformidad de los ejemplares de hayas alineados, idénticas en grosor y altura en muchos enclaves de la selva de Irati.

Disfruta este otoño de un viaje perfecto al destino que más te guste. Un fin de semana por Europa, una escapada a alguna isla... ¡tú eliges! Anímate y aprovecha esos puentes o días que aún te quedan para desconectar unos días con una escapada otoñal.

 
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