"Puedo vivir sin comer ni beber, pero que no me falte el cariño"
Sani tenía 14 cuando salió de su país, Camerún. Llegó a España con 19 años. Esta mañana le ha contado su historia a Gemma Nierga
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Sani quería estudiar. Deseaba ser periodista en un país en el que tuviera más posibilidades. Un día, con solo 14 años y sin decir nada a sus padres se fue. Dejó atrás una "vida alegre y acomodada" en Camerún. El objetivo era llegar a España. Pasó por Nigería, cruzó el Sahara, vivió en el bosque y finalmente cruzó a nado hasta Ceuta. Esta es su historia
El pasado 28 de Agosto se cumplieron 20 años de la de la llegada de la primera patera con inmigrantes a las Islas Canarias. Dos décadas de inmigración que nos dejan imagenes como las de las decenas de personas que se pueden llegar a hacinar en una patera o la de los cientos de subsaharianos que se cuelgan de la valla de Melilla esperando que la Guardia Civil no eche por tierra su intentona.
De entre los miles de migrantes que han llegadoen estos años a España está Sani, un joven de 19 años que llegó a nuestro país hace 5 años procedente de Camerún y que hoy, por fin, comienza en su primer trabajo. La aventura de Sami tiene como origen un sueño de niño: "Me ponía delante del espejo, con una tiza ponía un punto y miraba como si estuviera delante del público". La familia de Sami tiene buena situación económica en Camerún pero allí no se valoran los estudios y él comenzó a hacerse preguntas sobre su futuro: "Lo veía borroso, me planteé salir y buscar un sitio donde seguir con mis estudios". Y entonces, con 14 años, empieza el camino de Sami cruzando África con destino España, con destino su futuro.
"Muchos se dejaban la vida en el Sahara"
"Mi madre siempre me pedía que no diera lastima. Dice que cuando uno está dando lastima no se esfuerza en superar los obstáculos que se encuentre" explica Sani. Por eso, la cara de Sani siempre reflejaba alegría durante el camino, a pesar de los durísimos momentos que vivió: "Cruzar el desierto fue lo más difícil. Estuve 4 días sin comer ni beber. La gente que encontraba me robaba lo poco que tenía". Y no todos pueden seguir el camino. Muchos se quedan en el desierto. "Me siento afortunado, muchos se dejaban la vida en el Sahara. Los enterrábamos con arena y seguíamos. En el desierto y deshidratado no les puedes sacar de allí". Otros se dejaban la vida en el mar. Muchos intentan saltar la valla. Pero antes de eso hay mucho camino. Y no es facil. "En Marruecos o Argelia no puedes ir por la calle. La policía nos pegaba, nos dejaba en el calabozo y luego nos devolvía al desierto. Tratábamos de vivir lo más escondido posibles para que la polícia no nos pudiera coger.
"Me sorprende encontrarme con una valla"
La inmigración está llena de contradicciones de por sí. La familia de Sanir podía pagar el viaje de su hijo hasta España o a cualquier otra parte pero no le daban el visado: "A los africanos no nos facilitan el visado para estudiar o hacer turismo" explica este joven camerunés. Y las contradicciones siguen "Hay quien llega a pagar 4000 euros para poder esconderse debajo de un coche y entrar en España. Con eso un europeo se da un viaje en cualquier parte del mundo". La pregunta es porque un europeo tiene tantas facilidades y un africano no. ¿Se reparten los recursos de forma igualitaria? "Si se repartieran, a nadie se lo ocurriría salir de su país" explica Sanir.
Los ángeles de Sanir
Pero esta historia de migración también tiene una parte bonita. Y como en este tipo de historias, esa parte suele ser la que protagonizan las personas. Gente que decide estar de lado de los migrantes, que los protegen y les ofrecen su casa si hace falta. Sanir se encontró en Córdoba con varios 'ángeles' de la asociación 'Córdoba acoge': "Llegué a Córdoba hace dos años desde Almería, allí le había dicho al director de la asociación que quería tener acceso a una biblioteca pero no me daba el visto bueno y por eso decidí ir a Córdoba y empecé a ir a clase de Castellano". Y es que Sami no sabía ni una palabra de castellano cuando llegó a Ceuta.
"Para emigrar hay que tener mucho valor y motivo"
Sami no quiso decir nada a sus padres cuando salió de casa. No dijo adiós. "No ha sido facil dejar a mi familia. Lloré durante 20 minutos porque me iba y mis padres no lo sabían. Para alguien que nunca había pasado una noche fuera de casa, no fue facil dejarlo todo. Muchas veces quiso darse la vuelta y regresar. "Pero siempre tenía mi meta: formarme y ser alguien para el mundo. Eso me hacía seguir". Y su meta era también parecerse a su hermano Vashir que es periodista y aún reside en Camerún: "Cuando se marchó estabamos muy preocupados, no sabíamos dónde estaba pero ahora estamos muy contentos. Sabemos que está en manos de buenas personas" nos explica el hermano mayor de Shami desde Duala, en el país africano.
"Lo que pedimos es una sonrisa"
¿Por qué venir? ¿Por qué pasar ese sufrimiento? "Mucha gente dice que llegan y tienen comida y un sitio donde los alejamos. Cuando ves a una persona inmigrante por la calles nosotros lo que pedimos es una sonrisa" asegura Sani. Y ahora que también nuestros hijos son inmigrantes, como recuerda Sani, hay que pensar que nunca se emigra por gusto: "Cuando ves a una persona por la calle piensa en los kilometros que ha hecho, la familia que ha dejado. Yo puedo vivir en la calle, pero que no me falte el cariño"
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"En Camerún está muy mal visto estudiar, por eso salí de allí"