Erdogan, el lobo a las puertas de Europa

Cuestionado durante el último año por la represión de las protestas, pero sobre todo por los múltiples casos de corrupción que afectan a su gobierno y a su entorno, Recep Tayyip Erdogan, de 60 años, continúa congregando adeptos.

Los dos grandes logros de Erdogan pasan por haber tenido un crecimiento económico sin precedentes mientras los países de su entorno se estrellaban y por acabar con el poder y la injerencia de los militares. Y es que sus políticas económicas funcionan, y esta es su séptima victoria electoral, de él o su partido en los doce años que lleva en el poder.

Los temores, es que ahora con el cargo de presidente, acumula todos los poderes en su mano, porque por principio desaparece la separación de poderes. Pero tampoco se le puede llamar dictador, aunque sí podría pasar por dirigir un gobierno con mano autoritaria.

Aunque la democracia turca aún tiene muchas lagunas, desde occidente se le ve como un país de tinte islamista que mantiene prácticas y modelos democráticos occidentales. Más de la mitad de su país le apoya sin paliativos. Cierto es que el que fuera alcalde de Estambul, unifica tendencias y etnias que en otros países árabes estarían enfrentándose entre ellos.

Erdogan tiene una gran capacidad negociadora y mucha paciencia. Trata con guante de seda el difícil equilibro entre el estado político religioso, uniendo las facciones religiosas y al ejército. Desarrolla una Turquía no solo islámica, sino europea, donde prima el desarrollo económico sobre los fundamentalistas religiosos. Además ha modernizado Turquía, permitiendo que la gente adopte formas de vida occidentales, en muchos casos alejados de los preceptos del islam.

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Las relaciones entre Turquía y España a nivel bilateral, son más que cordiales. De hecho Mariano Rajoy fue a visitarle en el mes de febrero, hay intercambios comerciales fluidos y no hay ningún contencioso reseñable.

Desde Europa es otro cantar. Algunos quieren abrirle la puerta, otros dicen que su democracia no está al nivel de las europeas, pero siendo un aliado militar, con esa proyección económica, no tardará mucho en ser también un socio político. Aunque la incorporación de Turquía en la Unión Europea sigue siendo un tema complejo y complicado ya que quitaría peso político, social y demográfico a otros países ya que se convertiría en el país más grande de la UE, además de ser un estado con un población en su mayoría islámica.

Es personaje clave en la crisis Siria, también en Irak, acoge a miles de refugiados de Siria y es un socio fiable en la pacificación de la región. Erdogan, es lo menos malo que le podía pasar a Europa viniendo de Turquía.