La huella imborrable de El Greco

Una muestra reúne obra de pintores que, desde finales del siglo XIX, se dejaron influir por el pintor. 'El Greco y la pintura moderna', que puede disfrutarse hasta el 5 de octubre, forma parte del IV Centenario del fallecimiento del Greco.

¿Qué tienen que ver Picasso Bacon, Zuloaga, Pollock Chagall y Kokoschka con el Greco? Esa es la pregunta que se hace 'El Greco y la Pintura Moderna' en el Museo del Prado. Frente al tópico de un pintor religioso, oscuro, dramático y siempre tenebroso, el Greco es color violento, composición espectacular y visión irreal.

Manierista, artificiosa y muy trabajada, su pintura exige, según el comisario de la exposición Javier Barón, "una formación para el gran público que no interesa al Rey para fomentar la educación y realzar la religiosidad de la época". Olvidado o quizás relegado durante siglos, su obra fascinó a unos creadores que renovaron, cuando no revolucionaron, la forma de entender la pintura desde finales del siglo XIX y, con toda rotundidad, a principios del siguiente.

Con una fuerte influencia entre pintores españoles como Fortuny, Madrazo, Rusiñol, Zuloaga y Sorolla, su impulso llegó también a Manet y Cézanne a quien el museo del Prado atribuye, junto al cretense, una decisiva impronta en el cubismo y el expresionismo.

Pero la exposición introduce a Picasso como clave y nodo de relaciones. Y así, según Barón, si se toma el ejemplo de Jackson Pollock, al americano "le influye por un lado el Greco y por otro, Picasso, que a su vez reconoce influencias del Greco. Le influye Orozco, que a su vez está influido por Picasso y por el Greco. Es decir, es un espesor cuádruple".

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Y en el centro mismo de la muestra, obras maestras del pintor que vivió y creó en Toledo: Laocoonte, El Expolio, La Anunciación, El Caballero de la Mano en el pecho y (quizás) la Dama de Armiño. Son cuadros del maestro cuyo centenario celebra también ahora esta exposición que permanecerá abierta hasta el 5 de octubre.