El triunfo de lo que debería ser normal
El Eibar jugará en Primera por primera vez en su historia y lo hará con sus cuentas saneadas y con una política de no gastar más de lo que ingresa
Por primera vez en sus 74 años de historia (celebrará el 75 aniversario en Primera) el Eibar jugará en la máxima categoría del fútbol español. Su victoria ante el Alavés y la derrota de Las Palmas coloca al conjunto vasco en Primera solo un año después de subir de Segunda División B.
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En lo alto de la ciudad de Eibar, subiendo una cuesta que lleva al monte o a la autopista que conecta Bilbao con San Sebastián aparece el vetusto Ipurúa, el estadio del equipo de la ciudad. Sus 5.000 localidades lo convierten en un coliseo modesto, sin grandes lujos, "no tiene parking, los jugadores aparcan donde pueden por la cuesta", dice el presidente. Allí, al lado del estadio, hay un campo de césped artificial donde entrena el equipo. Este rectángulo es aún más pequeño que el ya recogido césped de Ipurúa. Un césped que se riega cada día con agua almacenada en un bidón que el conjunto vasco colocó para que almacene el agua de la lluvia y así ahorrar dinero al regar.
El ascenso del Eibar es el triunfo de lo que debería ser normal. Un conjunto modelo en todo: saneado económicamente, que ingresa más de lo que gasta y que optimiza cada recurso para poder ahorrarse un puñado de euros al final de cada mes. Esto, que debería ser lo normal en nuestro fútbol es, por desgracia, un hecho extraordinario y prácticamente incomprensible. ¿Cómo va a dejar de fichar a un jugador un equipo si puede endeudarse para hacerlo?.
El Eibar se convertirá en el club número 60 en jugar en Primera División, algo que hará la próxima temporada siempre y cuando consiga los 1,7 millones de euros que le exige la ley para poder evitar el descenso a Segunda B. Esta norma, creada con la finalidad de controlar las cuentas de los equipos enloquecidos por el virus del gasto amenaza con eliminar a un club modélico que la temporada pasada, la del ascenso de Segunda B a Segunda, acabó con un superávit de medio millón de euros. "Tenemos una ley para poner orden en el fútbol y la principal víctima puede ser un club modélico como el Eibar", dice Álex Aranzabal, presidente. El ascenso deportivo parece que acercará ese capital necesario para que el club vasco pueda jugar en Primera.
Jugar en Primera. Algo que parecía una quimera cuando hace justo un año este equipo fundado en 1940 y que siempre ha sido un clásico de la Segunda División, ascendía desde el infierno de la Segunda B, donde estuvo cuatro años pero que, a diferencia de otros históricos del fútbol profesional, no cambió ni un ápice su forma de interpretar este deporte, prefiriendo siempre fichar a un delantero que podían pagar que gastar un dinero que no tenían en una estrella goleadora. Este modelo, que parece tan extraño en el fútbol moderno de millones y deudas hasta con el suministrador de los refrescos, ha llegado a su máxima expresión esta temporada.
El conjunto armero, que debe su nombre a la fabricación de armas que hubo en la ciudad hasta el siglo XX, ha logrado ser el primer equipo en ascender esta temporada a la Liga BBVA a pesar de tener el presupuesto más bajo de la categoría. El 'pequeño' Eibar, con sus 4 millones de euros de presupuesto ha vencido a gigantes como el Mallorca -22 millones y peleando por no descender-, el Deportivo -18 millones y aún peleando por subir- o Zaragoza, Las Palmas o Sporting, todos por encima de los diez millones.
El ascenso del Eibar coloca en el mapa a una pequeña localidad guipuzcoana entre Bilbao y San Sebastián. Sus 27.000 habitantes -la mitad del aforo del Nuevo San Mamés- hacen de Eibar la ciudad más pequeña de las últimas que han pasado por Primera División. Un pueblo cimentado en el trabajo duro y en la capacidad de buscarse la vida cuando las cosas venían mal dadas -supieron diversificar la industria armera en otras más útiles en el siglo XX-. El club blaugrana ha copiado el modelo de la ciudad que lo acoge. Esto ha hecho que sus socios, sobre 3.500, estén orgullosos de este equipo años y años, independientemente de estar luchando por el ascenso o en el anonimato de la tabla.
25 años en Segunda Divisón han convertido a este equipo en uno de los clásicos de la categoría, división que abandonará el próximo año para entregarse por completo al sueño de Primera. Ipurúa, donde caben 5.000 personas, promete ser un campo complicado, duro e incómodo para futbolistas con nóminas millonarias.
El ejemplo del Eibar sirve a los aficionados al fútbol para reconciliarse con este deporte, vapuleado y criticado por las cantidades de dinero que mueve y las deudas millonarias que se permite tener a los equipos. En épocas de exceso de fútbol moderno, casos como el del Atlético de Simeone o el Eibar de Garitano devuelven la magia al balompié. "Si se cree y se trabaja, se puede", dijo el técnico porteño tras ganar la Liga, anoche en 'El Larguero', Errasti, centrocampista del Eibar y de Eibar que hace dos años jugaba en Segunda B decía lo mismo pero con menos poesía: "Con cojones se llega a todas partes". De momento, a Primera y demostrando que otro fútbol es posible.
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Errasti, en 'El Larguero': "Jugar con el Eibar en Primera no tiene precio"
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Alejandro Rodríguez
De Tenerife a Madrid. Trabaja en la Cadena SER desde 2010