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Reportaje:HUERTOS

Retrato del 'neoagricultor' contemporáneo

Por diversión, por convicciones ideológicas o como forma de autoempleo, cada vez más gente apuesta por cultivar sus propios alimentos en un huerto

No importa que sean grandes o pequeños: siempre predomina el tono oscuro de la tierra húmeda y el verdor de las plantas. Cada una con su aroma característico aunque enmascarado por la hierbabuena. Los bancales se elevan por encima del suelo, delimitados por tablas que sirven de muralla para los temidos insectos. Dentro habitan los tallos y hojas de las plantas, que pacientes esperan sus frutos. En medio, una manguera chisporrotea agua cada cierto tiempo. Es un ambiente casi enmudecido. De vez en cuando se siente el zumbido de una mosca y las caricias del viento chocando contra las garrafas de agua que, con la base cortada, sirven de hogar a algunas variedades que necesitan calor de invernadero. Así es el huerto de Viriato Fernández, uno de los neoagricultores que protagonizan esta historia.

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Con un presupuesto mínimo y aprovechando los productos que ofrece la naturaleza,muchos ciudadanos han decidido sacarle partido a un huerto. Apuestan por llevar a su mesa productos que ellos mismos han cultivado porque, así, saben mejor.

No existe en España un registro oficial sobre huertos, por lo que resulta complicado cifrar su crecimiento, pero en Madrid ya hay iniciativas para regularizarlos. Julián Briz, presidente de la Sociedad Española de Promoción Naturación Urbana (Pronatur), asegura que la agricultura urbana está en una situación de alegalidad: "Es una actividad casi furtiva".

Aun con este limbo normativo, hay otros indicadores que evidencian la fiebre hortelana. Una conocida multinacional de bricolaje y jardinería confirma a la Cadena Ser que en 2013 aumentó en un 15% sus ventas de mesas de cultivo para huerto urbano y semillas. Y Elisabet Fitó, de la empresa Semillas Fitó, asegura que "tener un huerto (urbano o rural) se ha puesto de moda de una manera clara, siguiendo el auge que ya viene años notándose en otros países como Canadá, EE UU, Inglaterra o Alemania".

Fitó detalla que, hasta hace unos años, las semillas para uso doméstico las compraban los "horticultores de toda la vida, conocedores de las prácticas agrícolas y con experiencia". Pero de un tiempo a esta parte se nota que, "cada vez más, un consumidor inexperto se anima a sembrar un huerto por primera vez". Tanto es así que en 2010 Semillas Fitó decidió crear la unidad 'Hobby', con el objetivo de "ayudar a que este nuevo grupo de consumidores se aficione con éxito a la agricultura", poniendo a su disposición información on-line y productos disponibles en tiendas: "En Navidad sacamos al mercado unos kits de iniciación al huerto para niños y sus familias que han tenido mucho éxito".

Una tendencia que también constata Mariano Bueno, quien practica la agricultura ecológica desde 1982 y ha escrito varios libros sobre el tema: "En los últimos años se han multiplicado las consultas que me hacen".

El perfil de nuevo campesino, rural o de ciudad, es variado. El autoabastecimiento puede ser una razón para adentrarse en este mundo pero no es lo más frecuente. En tiempos de crisis ha surgido la figura del emprendedor orgánico. Es el caso de David Alonso que, desde hace dos años, está al frente de Senda Verde, una empresa de Aranjuez (Madrid) dedicada al cultivo y la distribución a domicilio de productos ecológicos. "Era una ilusión que tenía desde hace tiempo y probé. Ahora me va bien", señala este autónomo.

David ya contaba con formación en el campo, algo imprescindible para dar el salto, y con esta premisa anima a todos aquellos que quieran imitarle: "Hay que lanzarse, es una opción más. Yo tengo ya 120 clientes y me da para vivir". Su experiencia le sirve para dar consejos a los que se estén iniciando: "Lo mejor es ir probando y aprendiendo. No hay grandes exigencias, aprovechar cualquier hueco e ir cultivando".

El ensayo-error es también la doctrina de Viriato Fernández. Este topógrafo leonés, con trabajo en Madrid y mujer e hija en Hernán Cortés (Badajoz), se ha montado un huerto en su casa extremeña, donde vive los fines de semana. Por diversión, empeña su tiempo libre moviendo el rastrillo y preparando pócimas naturales para que el pulgón no arrase la cosecha: "Ahora tengo que echar jabón potásico, que ataca al bicho. Le reblandece el caparazón y mueren asfixiados".

Mariano Bueno aporta otra solución para los insectos chupadores: tres dientes de ajo y dos guindillas, batidos en un litro de agua. "Lo echas a la planta y no hay bicho que se arrime", explica por teléfono.

Viriato dice que tiene una "isla ecológica en el océano de los venenos" porque la mayoría del pueblo se dedica al monocultivo. Hernán Cortés está rodeado de frutales y arroz de alta producción, lo cual es útil para empaparse de los conocimientos de los vecinos. "Les cuento mis problemas y muchas veces se ríen pero al final me ayudan", señala. Pero algunas veces aparecen contratiempos: "¡Me indigno cuando mi suegro me ofrece curar las malas hierbas con herbicida!".

Esta fijación ecológica repercute en el producto final, y eso es lo que motiva a este neoagricultor a seguir con su pequeño espacio natural: "Las naranjas están dulces y la cebolla huele a cebolla que tira para atrás".

Tener un huerto de varios metros cuadrados en el patio de casa, como Viriato, es asequible cuando vives en una localidad de 1.000 habitantes. Más difícil resulta en una ciudad donde viven cuatro millones de personas. Aun así Nuria Escarpa, psicóloga y alumna del posgrado en Periodismo gastronómico y nutricional, de la Universidad Complutense de Madrid, ha conseguido llevar su plantación al hogar.

En la terraza cultiva espinacas, zanahorias, ajos y plantas aromáticas: "Lo usamos todo en nuestra comida diaria, en ensaladas y como aderezo". Nuria dice que el truco para que haya una buena producción es "alimentar a las plantas con agua, una buena exposición al sol y hablarles en bereber", que es la lengua materna de su pareja.

El profesor Briz recuerda que, según datos de la FAO, en las próximas décadas el 80 % de la población será urbana y que por ello es necesario estimular la agricultura en las ciudades, una práctica con múltiples virtudes: "Es un elemento de vertebración social, ayuda a comunicarnos y a relacionarnos con los ciudadanos independientemente de su edad, su equipo de fútbol o su ideología".

Con vistas a aprovechar un espacio inerte, varios jóvenes reivindicativos han resucitado un solar en pleno centro de Madrid, convirtiéndolo en un lugar de encuentro en torno a un cultivo ecológico. "Se está súper tranquilo, hay silencio, se está a gusto... Antes había un abejorro por aquí y ver por Madrid un abejorro es muy complicado", dice una de las responsables.

El solar de la calle Antonio Grilo quedó vacío en 2007, cuando una excavadora tumbó la última vivienda apodada casualmente 'La casa de la parra'. Tres años después, okuparon el lugar. "La finalidad es reivindicar que hay muchos espacios vacíos abandonados por la administración con que se pueden hacer cosas", apunta otra integrante del grupo.

Con esta filosofía añaden una razón más por la que tener huerto aunque no ha sido un camino fácil. Al principio, el terreno era parecido a una escombrera, por eso tuvieron que limpiar el lugar y crear los bancales añadiendo tierra fértil. Pese a que la producción no es abundante, hacen jornadas de mojito con la hierbabuena recolectada y, cuando sale algún pimiento, se prepara pisto para todos con la excusa de juntarse y compartir conocimientos.

Precisamente esto es lo que más recomienda Mariano Bueno: "Aconsejo visitar huertos y hortelanos, puedes aprender de forma más rápida si te fijas en quien lo está haciendo bien". En cuanto a los productos, el divulgador propone "plantar rabanitos y lechugas para iniciarse" porque en poco tiempo se puede obtener resultados.

Todos estos casos demuestran que "este modo de agricultura ha llegado para quedarse y aumentar", tal y como sostiene Julián Briz, quien pone el foco en los beneficios para la salud: "Haces ejercicio y te sientes bien". El profesor destaca además el potencial de labor social: "Hay programas de rehabilitación de presos, drogadictos, estimulación para disminuidos psíquico, etc. que se basan en el siembra de alimentos".

El Colegio Siglo XXI de Madrid también tiene desde hace cuatro años un espacio natural en el patio. "Poco a poco le van cogiendo cariño y eso supone que van desarrollando hábitos de cuidado y respeto hacia las plantas". Con este punto de vista docente, la profesora Aida Gómez explica el día a día de su huerto en el blog de la SER Tinta de calamar. Según la responsable de los chicos, además de la ilusión que les supone, aprenden a valerse por sí mismos: "Hacer un semillero, trasplantar una planta, custodiarla de los insectos y quitarle los hierbajos supone una responsabilidad que les hace crecer y sentirse mayores, y eso les gusta".

Sin duda, esta moda trasciende todas las barreras. El presidente de Pronatur va más allá: "Es una revolución silenciosa". El interés por los huertos cuenta con un gran número de adeptos, atrapados por el color verde y el olor a tierra mojada. La clave es, simplemente, aprovechar un hueco libre y tener ganas de darle vida.

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