Conchita Wurst, la ganadora del festival de Eurovisión 2014, es todo un fenómeno mediático que supera, incluso, al propio festival. Medios de comunicación de todo el mundo han dedicado minutos y espacio a hablar sobre su victoria y sobre esta particular mujer que con su controvertida apariencia y su indudable talento para la canción se está convirtiendo en un símbolo de libertad y tolerancia para diversos colectivos. Un símbolo que en internet ha encontrado su mejor autopista. Es el nombre del fin de semana: Conchita Wurst; y va camino de ser uno de esos que al final de 2014 aparezcan en los listados de personas más influyentes que elaboran revistas de reputado prestigio como Time. La austriaca ganadora de Eurovisión puede ver, tan solo un día después de su victoria, cómo en torno a ella está creciendo una expectación que la está elevando a la altura de mito. Mito de redes sociales y de internet, de momento, donde la inmortalidad se adquiere antes y no tiene por qué ser un concepto eterno. Conchita Wurst comienza a ser todo un símbolo 2.0 de libertad y tolerancia y en una bandera para colectivos que luchan en pro de la defensa de los derechos de los homosexuales. Ella misma, voluntariamente o no, está alimentando este hecho con palabras como las pronunciadas en la rueda de prensa oficial posterior a su victoria en el Festival: «Que yo gane este premio es unaseñal de lo que piensa Europa, todo el mundo se ha unido por la tolerancia, sin importar nada más». Además, puso nombre propio a su reivindicación: «No sési Putin me estará viendo ahora mismo, pero seré clara: ¡Tienes que parar!», dijo Conchita aprovechando los continuos abucheos del público asistente a la gala de la gran final cada vez que se mencionaba el nombre de Rusia por su política contra la homosexualidad. Internet es el particular santuario de esta nueva diosa de carne, hueso y barba. En Google, las búsquedas de su nombre se han multiplicado por 20 en la última semana. El buscador ofrece 405 millones de resultados para los términos «conchita wurst». En Twitter fue un trending topic destacado durante la segunda semifinal (en la que actuó), durante su intervención en la final del sábado y, por supuesto, desde el momento de su victoria. Conchita reina en Youtube. Allí, el vídeo oficial de su actuación en la final del festival de Eurovisión, acumula en sólo un día 3,5 millones de visitas y en estos momentos crece a un ritmo de 1.000 reproducciones al minuto. Para hacerse una idea del fenómeno Conchita Wurst en este portal de vídeos, basta con comparar el número de reproducciones de los vídeos oficiales de las actuaciones de las diez primeras clasificadas (datos a las 4:30 am del 12 de mayo): Austria: 3.545.626 visualizaciones Holanda: 547.116 Suecia: 418.559 Armenia: 283.470 Hungría: 265.974 Ucrania: 251.798 Rusia: 380.835 Noruega: 129.699 Dinamarca: 223.320 España: 334.522 La actuación de Conchita ha sido más vista en Youtube que la suma de los otros 9 vídeos. Aún más visto está siendo el vídeo de su interpretación en la semifinal del viernes, que suma ya casi 5,6 millones de reproducciones. Casi 400.000 visitas suma el vídeo oficial de los «grandes momentos» de la victoria de Austria en esta edición del certamen. Y si lo comparamos con la ganadora del año anterior, la actuación de Conchita con sus 3,6 millones de reproducciones en tan solo un día supera al vídeo oficial de la actuación de la danesa Emmelie de Forest, ganadora de 2013, que acumula 2,7 millones de visitas en todo un año. ¿Quién es en realidad Conchita Wurst? Fenómeno, símbolo, excentricidad... Definiciones y apelativos con los que se tilda en estos días a esta mujer austriaca que en realidad es un hombre travestido cuya verdadera identidad es Thomas Neuwirth, algo que ella no esconde. De hecho, en su web oficial aparecen dos biografías, la de Thomas (real) y la de Conchita (ficticia). Nació en noviembre de 1988 y desde siempre supo que la canción era su mundo. Tras algún escarceo por algún talent show , como un muchacho austriaco más (ver foto superior), en 2007 formó una boyband llamada «Jetzt Anders!» que se disolvió en unos meses. Para subsistir, Thomas comenzó a trabajar de escaparatista y a formarse en el mundo de la moda sin olvidar que su pasión seguía siendo la música. El inicio del cambio vino en 2011 cuando Thomas creó al personaje de Conchita Wurst y la dualidad en torno a su persona. Con un look similar al actual (rasgos de mujer y barba) se presentó al concurso de la televisión austrica «Die große Chance» (similar a «Tú sí que vales»). Tras el shock inicial por su look, se metió en el bolsillo a jurado y público con su interpretación del tema principal de la película «Titanic», «My heart will go on», de Céline Dion. Desde entonces, Eurovisión se convirtió en el objetivo de Thomas, o mejor dicho, de ese nuevo personaje que había creado, Conchita Wurst. Se quedó a las puertas en la preselección para 2012 y terminó siendo elegida por la radiotelevisión austriaca para la edición de este año que finalmente ha ganado. Mientras su nombre real (Thomas Neuwirth) queda en el olvido, el de Conchita Wurst amenaza con ser inmortalizado para toda la eternidad. Al menos, para lo que en la efervescencia e instantaneidad de internet se entienda por «eternidad» e «inmortalidad».