Bassari: orgullo senegalés


Entre ceibas y baobabs, en el paraje montañoso del inhóspito sudeste de Senegal, se asienta, aislado de las ciudades y anclado a un modo de vida ancestral, uno de los pueblos que mejor ha sabido preservar su cultura y tradiciones, el orgullo senegalés: los bassari.
Los bassari han habitado desde el siglo XIII las montañas que se extienden entre Guinea y el llamado país de la ‘teranga’, nombre que en wolof significa hospitalidad, cualidad implícita en la mayor parte de los senegaleses. No se sabe con certeza cómo este grupo de personas, descendientes de los tenda, fue a parar allí, aunque probablemente los bassari fueron fugitivos del gran Imperio de Malí que rigió durante más de tres siglos, entre 1235 y 1546, la zona que actualmente ocupan Malí, Senegal y Gambia.
Esta etnia vive en pequeñas aldeas de no más de un centenar de chozas de barro y paja, sin electricidad ni agua corriente, utilizan utensilios rudimentarios para sus quehaceres cotidianos. Se organizan en clases que vienen marcadas por la edad del individuo y que, a su vez, determinan el papel que desempeñan dentro del poblado. Este tipo de jerarquía hace que el paso de la infancia a la edad adulta se celebre de manera vistosa durante el mes de mayo. Entonces, los jóvenes que han alcanzado la pubertad entre los 14 y 16 años, se reúnen en las aldeas más importantes como Salemata (capital oficiosa del país Bassari), Ebarak y Ethiolo, para llevar a cabo los ritos de iniciación, que incluyen espectaculares mascaras y bailes en una ceremonia en la que el vino de palma está siempre presente.
Los bassari son por lo general de talla mediana y tienen una complexión delgada, aunque los hombres presentan una musculatura muy marcada. Sus vestimentas son llamativas y rebosantes de color, y las mujeres se acicalan con brazaletes, pulseras, pendientes, largos collares de bolas que les tapan el pecho y grandes púas de puercoespín con las que se atraviesan la nariz. Pero no hay que caer en la visión romántica y utópica del nativo: hoy día muchos hombres bassari utilizan ropas occidentales que han dejado turistas o cooperantes a su paso por esta región, ya que la visita a los poblados de esta etnia es uno de los puntos fuertes de todo viaje turístico por Senegal.
En la actualidad se estima que existen cerca de 25.000 bassaris, la mayoría asentados en las montañas del sudoeste de Senegal (10.000) y en las montañas de la cordillera del Fouta Djallon, en Guinea (14.000). Pequeños grupos han emigrado huyendo de la miseria a Guinea-Bissau y Gambia, donde han creado comunidades.
Originariamente, los bassari eran cazadores y recolectores, aunque es la agricultura –y el turismo- la actividad que les facilita la subsistencia. Cultivan arroz, guisantes, mijo y una variedad de éste llamada fonio, de menor tamaño, con la que elaboran pan, cerveza y sémola. Además, son expertos apicultores que producen una exquisita miel. En temporada seca, cuando la producción mengua, algunos hombres emigran a ciudades como Kedougou o Tambacounda en busca de un trabajo temporal.
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