Ocio y cultura

10 imprescindibles en un viaje a Israel

En una estrecha franja de tierra yerma y desértica de la convulsa región de Oriente Próximo se ubica uno de los lugares del mundo con mayor carga histórica y religiosa, Israel. Con más de 5.000 años de antigüedad, la tierra prometida de los judíos por la que anduvo el patriarca Abraham y en la que gobernó el rey David, es un destino difícil de definir. La amalgama de religiones y las diferentes costumbres de sus gentes desconciertan y despiertan curiosidad al mismo tiempo. Esa mezcla entre lo viejo y lo moderno, entre árabes y judíos ultraortodoxos, entre shawarmas y comida kosher, sumada a un complejo conflicto entre israelíes y palestinos como telón de fondo, convierten a Israel en un país tan complicado de entender como fascinante.

Tierra Santa es un lugar familiar,  una sucesión de lugares bíblicos por lo que Jesucristo y sus apóstoles pasaron y cuyos nombres resultan conocidos. Un destino de peregrinación y al que grupos de beatos de todas las edades acuden en masa. No obstante, Israel es mucho más que religión y hasta un ateo puede disfrutar de los 10 imprescindibles que os proponemos:

1 - Almorzar un falafel

Ni Mc Donalds, ni Burger, ni Kentucky. El “fast food” por excelencia en Israel es el falafel, mucho más saludable que los anteriores, estas bolas fritas elaboradas a base de pasta de garbanzos son uno de los imprescindibles en un viaje a Tierra Santa. Aunque su receta se remonta a los tiempos del Corán en Egipto, donde en lugar de garbanzos se utilizaban habas, y a pesar de que es un plato que se puede encontrar en todos los países de Oriente Próximo, incluso en India o Pakistán, en Israel se ha convertido en el alimento nacional. Se puede tomar en un plato, servido con hummus y salsa de tahina, aunque resulta más sabroso degustarlo al estilo yemení, envuelto en un pan de pita que se rellena con distintos vegetales frescos y diferentes salsas. El falafel es solo una muestra de la excelente gastronomía israelí que mezcla con maestría influencias judías y árabes, y donde todos los productos son naturales y de calidad. La shakshuka, el cuscús, la shwarma, el malawach, el propio hummus, y el balaklava, para los más golosos, son algunas de las especialidades que no se deben pasar por alto.

2 - Comprar antigüedades en el mercadillo de Jaffa

En el extremo sur de Tel Aviv se sitúa el casco antiguo de Jaffa, ciudad bíblica por excelencia, antigua puerta de entrada a Tierra Santa y considerada el puerto más viejo de la historia, con más de 3.000 años de antigüedad. Mirando desde Tel Aviv ya se atisba un promontorio en el que destaca la silueta de la iglesia de San Pedro, en torno a la cual se concentran la plaza principal y las callejuelas más interesantes. No obstante, el principal reclamo de la ciudad de la que zarpó Jonás en su frustrada huida del Señor, es su “flea market” (mercado de las pulgas). Conocido en hebreo como Shuk Hapishpishim, se sitúa a los pies de la elevada ciudad vieja, y en él se puede encontrar todo tipo de baratijas, objetos de segunda mano, joyería, ropa, souvenirs, y sobre todo antigüedades. Existen varios puestos callejeros y tiendas que venden muebles y objetos decorativos restaurados o en su estado natural. El mercado abre de domingo a jueves de 10 a 18 horas, y los viernes hasta las 14 horas.

3 - Flotar en el Mar Muerto

Situado a – 417 metros sobre el nivel del mar, el mar Muerto es el punto terrestre más bajo del planeta, así como el mar más salado que existe. Situado en una profunda depresión tectónica, el Muerto se alimenta principalmente de las aguas del río Jordán y de las escasas precipitaciones que aquí se dan. Esto hace que el agua evaporada sea mayor que la que llega al mar, lo que provoca está gran concentración salina que permite flotar sin hacer ningún tipo de esfuerzo. Partido en dos mitades, la orilla oriental pertenece a Jordania, mientras que la occidental está repartida entre Israel y Cisjordania. Precisamente de este lado hay unos cuantos lugares de interés en los que se puede parar como el mítico Monte Sodoma, perfecto para tomar una panorámica del mar al amanecer; el oasis de Ein Gedi, que cuenta con una zona de baño con merenderos muy frecuentada por los locales y que es ideal para probar la flotabilidad de estas aguas, o en el extremo norte están las playas de Kaila, Neve y Biankini, ideales para embadurnarse el cuerpo con los saludables barros curativos que se concentran en su fondo.

4 - "Hartarse" de visitar lugares bíblicos

La mayor parte del turismo que llega a Israel lo hace por motivos religiosos. La llamada Tierra Santa está plagada de lugares a los que se hace referencia en la Biblia y cuya ubicación suele estar muy bien señalizada en carreteras, pueblos y ciudades. Las mejores opciones para evitar pasar por alto el menor número de sitios sagrados posible son: alquilar un coche con GPS que marque los puntos de interés turístico, hacerse con un buen mapa del país y conseguir una pequeña guía llamada “Lugares bíblicos e históricos para visitantes cristianos” que dan de forma gratuita en las oficinas de turismo. De este modo lugares como Cafarnaún, Caná, Cesarea, el monte de las Bienaventuranzas, Nazaret, Belén, Jérico, Tiberias o el Mar de Galilea, no quedarán sin ser visitados.

5 - Embriagarse de hedonismo en Tel Aviv

Dispuesta a lo largo de 12 kilómetros a orillas del Mediterráneo, Tel Aviv (“colina de primavera”), es la ciudad más moderna, prospera y europea de Israel. Puerta de entrada para todos aquellos que llegan al país por aire, su núcleo urbano es con sus más de 400.000 habitantes el más poblado del gran área metropolitana de Gush Dan, la mayor concentración poblacional de judíos del mundo (3.150.000). A veces llamada como la “ciudad que nunca para”, el motor económico y cultural del país es una ciudad hecha a la medida de los amantes del hedonismo. Cuenta con museos, galerías, mercadillos, tiendas ‘vintage’, edificios ‘bauhaus’, bares, restaurantes y discotecas que cierran a altas horas de la madrugada. La fiesta y diversión están garantizadas en este lugar. Además su clima templado, las excelentes playas de arena y su paseo marítimo, ideal para recorrer en bici o paseando, desprenden un magnetismo que atrapa al visitante.

6 - Disfrutar del amanecer desde la fortaleza de Masada

En la cumbre de una pelada montaña amesetada ubicada entre Ein Guedi y Sodoma, en la parte más oriental del desierto de Judea y a escasos 5 kilómetros de la orilla del Mar Muerto, se asienta una de las mayores maravillas con las que cuenta Israel: la fortaleza de Masada. Mandada construir por el implacable rey Herodes (73 a.c.- 4 a.c.), rey de Judea, está deslumbrante obra arquitectónica tiene un gran simbolismo en Israel ya que fue el último bastión judío durante el asedio romano. Se trata de un fuerte palaciego construido al estilo del antiguo Imperio Romano de Oriente rodeado por una muralla y en cuyo interior se encuentran dos grandes palacios, una iglesia bizantina, una gigantesca cisterna de agua, varias piscinas, una torre de vigilancia, almacenes, viviendas, etc. A Masada se puede llegar en teleférico desde el centro de visitantes o a pie por uno de los dos rutas: el “camino de la serpiente” (Snake Path) o por la antigua rampa romana (Siege ramp path). La opción más recomendable es hacer noche en la base de la fortaleza y levantarse a media noche para llegar a la cima y poder disfrutar de uno de los amaneceres más hermosos de Israel, que nos regala una vista espectacular del mar Muerto.

7 - Esquíar en los Altos del Golán

Aunque resulte difícil creerlo, en Israel también se puede esquiar. La única estación existente se encuentra en el extremo septentrional del país, en la ladera suroeste del Monte Hermón (2.814 metros), el pico más alto de Israel y cuya cima hace frontera con Líbano y Siria. Aunque se trata de una estación modesta, el ‘resort’ ha crecido mucho en los últimos años y ya cuenta con 45 kilómetros esquiables, 14 pistas, 5 remontes y un snowpark, estando abierta tan solo entre enero y marzo. No obstante, la reserva natural en la que se enmarca en la convulsa región de los Altos del Golán, abre todo el año y es una de las más hermosas del país para los amantes del senderismo de montaña. 

8- Perderse en las callejuelas de la ciudad vieja de Acre

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001, la ciudad vieja de San Juan de Acre o Akko, es una de las joyas históricas mejor conservadas de todo Israel. Situada a orillas del Mediterráneo, al norte de la bahía de Haifa, sus murallas junto al mar preservan un patrimonio cultural que da testimonio de su rico pasado histórico y cultural. La ciudad es una mezcolanza de influencias asirias, otomanas, árabes, sarracenas y templarias, incluso el mismísimo Napoleón intento conquistarla sin éxito. Sus intrincadas y laberínticas callejuelas, conservadas como lo estaban hace siglos, esconden numerosas joyas arquitectónicas como: túneles subterráneos de huida construidos por los cruzados, baños turcos, antiguos caravasares (kahn) para marineros y comerciantes, un zoco, varias mezquitas, e incluso una interesantísima fortaleza construida por la Orden de los Hospitalarios en el siglo XII. Una buena forma de rematar una visita es cenar en alguno de los restaurantes de su pintoresco puerto, en los que sirven sabrosos platos de pescado.

9 - Tomar una panorámica de Jerusalén desde el Monte de los Olivos

La capital del Rey David y del estado de Israel es un mito viviente. Ciudad sagrada para tres de las religiones más importantes del mundo: judaísmo, cristianismo e islam, se trata de uno de esos lugares que hay que visitar al menos una vez en la vida. La ciudad vieja de Jerusalén cuenta con un impresionante legado histórico y un mosaico religioso sin parangón, con lugares venerados por estas tres religiones como el Muro de las Lamentaciones (Muro Occidental), la Vía Dolorosa, la Iglesia del Santo Sepulcro y la Explanada de las Mezquitas, el lugar más sagrado para el judaísmo y donde se encuentran dos de las mezquitas más importantes para el islam: la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa. Para tener la mejor panorámica de Jerusalén lo mejor es subir al mirador del Monte de los Olivos, uno de los lugares preferidos por Jesús para predicar, desde donde la vista al atardecer es espectacular.

10 - Caminar por el desierto del Néguev

Toda la parte sur de Israel está dominada por el Néguev, un gran desierto de unos 12.000 km² que domina casi la mitad del país pero en el que apenas vive nadie. Sin embargo, a pesar de lo deprimente y solitario del paisaje, a lo largo de la historia transitaron por sus tierras cananeos, filisteos, edomitas, bizantinos, otomanos y nabateos. Estos últimos dominaban el desierto y establecieron la “Ruta del Incienso”, una ruta comercial de la que dan fe las ruinas de algunos caravasares de descanso que contribuyen a embellecer el paisaje, y que han convertido a las antiguas ciudades nabateas  de Jalutza, Mamshit, Avdat y Shivta en patrimonio mundial de la UNESCO. Asimismo, aunque parezca un lugar desolado y las cuencas de sus ríos estén secas la mayor parte del año, las escasas precipitaciones invernales cubren buena parte de su superficie de flores y reactivan algunas masas fluviales. El cráter volcánico de Ramon, junto a la localidad de Mitzpe Ramon, es uno de los lugares más sorprendentes de este desierto.

Si ya te has convencido con nuestros diez imprescindibles a viajar a Israel, realiza un circuito por los enclaves bíblicos visitando las ciudades de Israel, Jerusalén y Belén con todas las visitas incluidas.

 

 
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