Irene Escolar: "Nos están metiendo tanto miedo que la gente ya no sale ni a manifestarse"
La actriz, de 25 años, estrena obra en el Español y forma parte del elenco de la tercera temporada de 'Isabel'
Irene Escolar tiene revuelta la casa. Mucha gente. Algunos son de su confianza. En la salita está Gerardo Vera, uno de los grandes del teatro de nuestro país. También andan por ahí dos primorosas actrices veteranas como Terele Pávez y Marisa Paredes. Marcial Álvarez, un poco más allá. Incluso el joven y prometedor actor Ferran Vilajosana, con cara de sueño, escucha lo que se está diciendo en casa de Irene.
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A su casa también han acudido esos profesionales de la tinta, la libreta, la grabadora y el micro. Ninguna cámara de vídeo; quizá porque de lo que se habla en la casa de Irene no vende en la pequeña pantalla. Mal negocio, pues. En casa de Irene se está hablando de McDonagh, de teatro, del trabajo del actor, de esfuerzo, de cultura. De libertad de pensamiento.
El nombre de esta sección debería alternar el orden de sus elementos y pasar a llamarse 'Del escenario al plató' dado que así ha sido en el caso de la entrevistada, Irene Escolar. No contaba ni con 10 años cuando ya formaba parte del reparto de un Lorca, dirigido por Mario Gas. Lo ha mamado. Hija, nieta, bisnieta... de grandiosos actores y actrices como son los que ha parido la familia Gutiérez-Caba. Está a la altura del legado recibido. Con 25 años ya ha representado una docena de obras de teatro con directores como el propio Mario Gas, Andrés Lima, Miguel del Arco o Gerardo Vera. Ha compartido escenario con lo más granado del panorama actoral: Amparo Baró, Carmen Machi, Aitana Sánchez-Gijón, Nathalie Poza, Asier Etxeandía, José Coronado... En cine, Irene ya ha sido dirigida por Carlos Saura, Vicente Aranda, Cuerda... Ahora, en televisión, dará vida a Juana la Loca en 'Isabel'.
Es resuelta, tranquila al hablar, pero segura. Mira a los ojos de su interlocutor siempre. No habla, conversa. Y al conversar, expone con claridad su forma de pensar, de ver el mundo, buscando una reacción en los ojos que tiene enfrente. Es de esas mujeres cuyas maneras de expresarse se sobreponen a su físico, ya de por sí atractivo.
"En una mujer inteligente, las impresiones son más claras, menos contradictorias que en una mujer instintiva", escribía Baroja en 'El mundo es ansí'. Frase que bien definiría a una Irene que respira aliviada cuando desaparecen las luces de los flashes de su casa. Coge una silla y se sienta. Durante unos minutos más charlará sobre su próxima obra 'El cojo de Inishmaan', sobre su profesión y sobre la sociedad en la que vive. No le puede dar la espalda a la realidad. No quiere hacerlo. Levanta la voz, gesticula, se indigna cuando aborda temas políticos. Le importan los ciudadanos. Al fin y al cabo, ellos son su público.
A Irene le gusta dar la cara a la realidad, al mundo. Le gusta hacerlo con un libro en la mano, con su chico al lado y mirando desde los amplios ventanales de su honorable casa. Mejor dicho, lo que ella no para de repetir que es su casa, el Teatro Español.
Se puede decir que si no llega a ser por las carcajadas tu novio, 'El cojo de Inishmaan' no se estaría representando ahora en España... [Fue la propia Irene quien leyó la obra y le propuso a Gerardo Vera representarla]
Sí, sí la verdad. Yo la hubiera acabado leyendo en algún momento, pero fue justo mientras él la leía y se reía cuando me pregunté "¿pero de qué se ríe tanto? Quiero leerla". La leí hacía tiempo que no leía una obra tan bien escrita. Y claro, luego ves que es del autor de 'La reina de belleza de Leenane', de 'The Pillowman'... aparte de su película 'Escondidos en Brujas'. Pero es que su teatro es todavía mejor que el cine que ha hecho por cómo están dialogadas sus obras, por cómo retrata a los personajes, por cómo retrata a la comedia desde el miedo. Los personajes son cómicos por su miedo a enfrentarse a la vida.
¿No puede haber comedia sin tragedia?
Exacto. Eso él lo supo captar muy bien. Y me parecía que es un texto que se tenía que hacer.
La obra se ambienta en los años 30, en unas pequeñas islas irlandesas -Islas Arán-, casi deshabitadas. Allí la sensación de soledad es permanente entre sus pocos vecinos. Por eso el cojo Billy, el protagonista de la obra, quiere huir. ¿La sensación de soledad puede ser mayor en la gran ciudad, entre la masa?
La soledad puede existir en cualquier lugar. En la ciudad tienes más oportunidades de poder rellenar ese vacío. Pero la soledad es algo que uno siente; puedes estar rodeado de gente y sentirte la persona más solitaria del mundo.
En una sociedad como la de Inishmaan de 20 personas, se tienen todos muy vistos y a las noticias como que un ganso ha matado a un gato o al revés, le dan mucha importancia. Es una gran noticia allí.
Cuando se dice que los textos de McDonagh son crudos, cuando definen a esta obra como comedia negra, ¿es porque el autor, McDonagh, lo que hace es presentarnos a unos personajes perdedores sin un final positivo o esperanzador para ellos?
Exacto. Retrata la sociedad, de verdad. Al fin y al cabo, la sociedad, los seres humanos, somos así. Como tú decías, no hay comedia sin tragedia ni tragedia sin comedia. Está todo ahí... y las grandes obras de teatro son las que reflejan eso, no las que tienen un final feliz.
Me gusta el teatro que recrea la vida y aquí lo que hay es vida. Es verdad que esta función tiene un lenguaje particular, es distinto y complejo, tienes que meterte en su mundo. Una vez que estés en su mundo, es muy potente lo que cuenta y cómo lo cuenta.
Para ti, viendo tu curricúlum, es vital el cómo se cuenta la historia, ¿no?
Una cosa que he aprendido estos años es que sin una buena obra [texto], no se puede hacer nada. Ya puedes tener un gran director o un gran reparto, que si el texto no es bueno, no hay nada que hacer.
Lo único que puede salvar una buena función es el texto. El actor se agarra al texto porque es su único salvavidas.
Gerardo Vera -director de la obra- decía que su función no es coartar al actor, sino al contrario, dejar que fluya su talento, que interiorice al personaje y lo haga aparecer. ¿Cómo hace eso, que es tan complicado una actriz como tú?
Hay que probar mucho, probar las escenas, descubriendo cómo es el personaje. Por eso, las grandes funciones mejoran con el tiempo. Las que se estancan, las que son lo mismo en la función primera que en la cuarenta, son funciones que no me interesan: no tienen un proceso, los personajes no crecen.
Tú, como actor, cada día tienes que estar creciendo; cada día, tienes que estar vivo. Se necesita el contacto con el público, que tanta falta nos hace ahora.
El cine y el teatro son las dos grandes áreas en las que tanto Martin McDonagh como Gerardo Vera han desarrollado su carrera. ¿Vas tú por el mismo camino?
Yo he sido muy afortunada y empecé desde muy pequeña haciendo teatro. Lo he tenido siempre muy claro y he apostado por eso. Podría haber escogido otro camino porque me han ofrecido otras cosas, pero yo tenía claro que yo quería ir por ahí.
¿Por qué?
Lo he mamado en mi casa. A mí me dejaron muy claro que donde realmente iba a aprender iba a ser haciendo teatro. Aparte, en mí hay algo que me conecta con el teatro que no me pasa con otros géneros. Hay algo especial, hay algo que no sé describir con palabras, pero que sé que me ha ayudado mucho a crecer como actriz.
Pienso que no podría estar haciendo el personaje de Juana en la serie de televisión 'Isabel' si no hubiera pasado por todas las funciones por las que pasé porque he aprendido mucho como actriz.
Hablando de tu trabajo en 'Isabel' para su tercera temporada. ¿Cómo has recibido el personaje de Juana?
Como un auténtico regalo. Fíjate que yo era muy reticente. Estaba muy cómoda haciendo teatro y las pelis que me van llegando. Poco a poco, sin prisa. No tenía ninguna necesidad, simplemente, lo único que a mí me atrapa son los buenos personajes.
Y claro, Juana era un gran personaje femenino de la historia de España que no iba a tener la oportunidad de interpretar en muchas ocasiones. Eso fue lo que me atrapó... y me atrapa. Me tiene completamente atrapada este personaje, te lo juro, no me había pasado nunca.
En el teatro, la función siempre está viva. ¿En televisión, en un rodaje, te sientes más encorsetada por tener marcas, estar pendiente de la cámara, el micro...?
Pues te diré que me resulta mucho más fácil... ¡No sabes lo difícil que es hacer teatro! Yo llego a la serie con mi texto mega aprendido y preparado -es lo que te da el teatro, que desde el día uno tienes que llevar el texto aprendido, no puedes dudar del texto nunca-, con mis propuestas para intentar clavarla a la primera. En el teatro te acostumbras a que haya que clavarla a la primera porque no hay más oportunidades. Yo tengo algo dentro que está acostumbrado a eso y en las series, si algo no va bien, se hace otra. Me parece un lujo.
En 'Isabel' me lo estoy pasando en grande, disfrutando muchísimo.
En la obra, cuando vuelve fracasado el cojo Billy de su periplo por Hollywood viene a decir que es mejor ser un actor que sepa cojear a ser un cojo que no sepa actuar. Lo dice a modo de excusa, por el qué dirán sus vecinos de la Inishmaan ¿Nos importa demasiado lo que piense la sociedad de nosotros?
Sí. Como actores estamos totalmente expuestos a la opinión del resto. Puedes haber hecho lo que sea, pero si haces una función mal, todo lo demás se olvida. Y eso también es doloroso.
Hay que asumir que en cada trabajo se mira sólo hacia delante, por eso me parece importante escoger bien tus trabajos.
El actor debe actuar dentro de un plató, en el escenario... pero hay otros que también llevan esa actuación fuera. Van con esos aires de grandeza, esas manías repelentes -que ha dicho el propio Gerardo Vera- que todo el mundo debe aguantar, ese postureo. ¿Te chirría toda esa interpretación cuando es fuera del escenario o del plató?
Me aburre. Odio los photocalls, odio hacerme fotos. Me siento súper observada cuando no estoy haciendo un personaje. Me pone muy nerviosa. Para mí, un photocall es la muerte, no me gusta nada. Encuentro que no es mi mundo, y sé que debo hacerlo... por eso yo debo aprender a relajarme.
Cuando coincides con gente del mundo de la televisión, mirando tu currículum...
No importa el currículum [me interrumpe]
...pues mirando tu currículum uno debe asombrarse por la calidad de los proyectos en los que has estado y que los directores repitan contigo frecuentemente. Cuando estás con gente del mundo de la televisión, ¿alguna vez has sentido que alguien, por tener más fama o más followers en Twitter, te mira por encima del hombro?
Sí, sobre todo porque yo existo muy poco para los medios [porque no apuestan por el teatro]. Pero luego se demuestra todo trabajando.
Poco a poco van llegando las oportunidades, porque van llegando. Siempre he sido una persona que ha admitido muy bien los consejos. Mi padre me decía: "ten paciencia, porque lo único importante es tener talento, es una carrera de fondo. Aprende, fórmate bien, haz mucho teatro y todo irá bien"
Y claro, tenía razón.
Cuando buscamos un médico, no lo hacemos por su físico, sino por su talento. Pues cuando alguien paga 25 euros por ver una obra de teatro...
[Me interrumpe] Es que no todos los actores que hacen televisión son grandes actores. En televisión cuentan muchas cosas: un buen físico, una mirada potente, una cara bonita... Con eso puede colar.
En el teatro es imposible, no cuela nada. La gente que paga 25 euros, pienso, que quiere ver talento.
En mayo de 2011, cuando estabas en este mismo teatro interpretando 'Oleanna', en una entrevista que te hice, decías: "No podría ser actriz si viviera de espaldas al mundo. Podría, pero no me interesaría". ¿Sigues pensando eso casi 3 años después?
Por supuesto. Considero que eso es lo que la gente quiere, lo que quiere ver...
[Interrumpo] ¿Crees que un actor debe tener una responsabilidad con la sociedad más allá de su profesión?
Creo que cada ser humano debe tener una responsabilidad social dentro de su entorno. Mucho más una persona, como los actores, a los que les entrevistan para que luego lean sus palabras. Tenemos una responsabilidad. Claro que la tenemos.
Mira Pedro Almodóvar qué valiente es. Pedro ha puesto en peligro su carrera en España por posicionarse en contra de la postura oficial del gobierno en el 11M. Eso me parece muy valiente. Como lo ha hecho ahora en los Premios del Cine Europeo. Y lo admiro profundamente. ¡Claro que es necesario! Es que estamos viviendo muchas injusticias
¿Qué es lo que más te molesta del clima actual provocado por las consecuencias derivadas de la política del Gobierno?
Las injusticias. Vivimos en un estado de shock. Como decía Naomi Klein en su gran libro 'La doctrina del shock', nos están metiendo tanto miedo que la gente ya no sale ni a manifestarse, porque tenemos miedo. Porque si vamos a manifestarnos, nos meten una multa de 30.000 euros.
¿El teatro, a diferencia de la ficción que se hace en televisión, sí está siendo un gran reducto, una voz que se alza contra los desmanes políticos?
Es que debe ser esa voz. Hay todo tipo de teatro. Por ejemplo, 'El cojo de Inishmaan' habla de la esencia del ser humano, de algo importante. Hay otras funciones que sí se posicionan, claramente, de alguna manera. Es que el teatro no sólo tiene que ser entretenimiento. Tiene que ser algo que modifique el pensamiento, que te haga pensar.
Tú que das vida en 'Isabel' a uno de los personajes que gobernaron España -o tuvieron influencia en su gobierno- ¿crees que ahora hay más políticos actores que en la época de los Reyes Católicos?
Muchos más y que, además, son malísimos. Les veo hablar, su movimiento gestual, y no me creo nada. Lo primero que deberían hacer es buscarse un coach...
Y un buen guionista...
Da vergüenza ajena. Luego ves a Obama, recitando ese poema de Mandela y ¡por favor! Si parece uno de los mejores actores que yo he visto. Qué maravilla, qué forma de decirlo. Aquí, con perdón, dan vergüenza ajena. Que aprendan a hablar, a posicionarse, a moverse y a transmitirnos paz, seguridad y a convencernos. Es que ni si quiera me los creo.
Te indignas hablando de política...
Me indigna mucho. Me parece un país de [políticos] papanatas, ladrones. Estoy indignada con este país.
Y pagando un 21% de IVA cultural...
[Toma aire] Es indignante, aberrante. Si fuera político, me daría vergüenza que se maltratará así la cultura como se está haciendo.
¿Cuántas veces te has encontrado a un político, de los reconocibles, en una sala de teatro?
Poquísimas. No van al teatro y al cine. ¡Y cómo mejorarían si fueran más! Como seres humanos, como políticos... Pero no les interesa.
Cambiando de tercio, ¿Qué aprendes cuando ves en el escenario a Terele Pávez con 74 años, con una rodilla maltrecha...?
Son grandes. Ella, Marisa Paredes, Teresa Lozano, Enric Benavent... Son actores veteranos, mayores, con un texto muy complicado, a un ritmo muy rápido, es una función difícil. Les admiro profundamente.
Estaba ayer entre cajas, viéndoles hacer la primera escena y se me caía la baba. Eso me pasó con Amparo Baró [coincidió con ella en la obra 'Agosto', junto a Carmen Machi], me hubiera pasado la vida viéndola.
¿Qué tiene pisar la sala principal del Español?
[Sonríe y habla susurrando] Para mí es como si fuera mi casa, de verdad. Entro aquí y la gente ya me conoce. Me saludan. Me gusta mucho cuando los técnicos, que ven muchas funciones y son tan importantes, te dicen algo sobre tu trabajo. Ese ambiente, eso es lo que más me gusta.
¿Qué defecto tuyo has pulido o que virtud has adquirido en los últimos años?
[Piensa mucho y resopla] A tener paciencia, a confiar...
Hace años me decías que no te leías las críticas, ¿sigues así?
Intento no leerlas [Sonríe]. Ya lo escribía Rudyard Kipling, "si eres capaz de enfrentarte al éxito y al fracaso y tratar a los dos farsantes de la misma manera [...] serás un Hombre, hijo mío". Eso es lo que intento pensar yo. ¿Por qué lo bueno es más cierto que lo malo? ¿Por qué lo malo es más cierto que lo bueno?
Cuando alguien valora tu trabajo con un personaje difícil, yo lo valoro mucho. Cuando alguien va a darte, pues no.
¿Eres capaz de sacar lo bueno del fracaso, de los malos momentos?
Si hay algo que va mal, sufro... me hago pequeña. No voy a engañarte. Me gusta que las cosas vayan bien.
Imagina que mañana se cierra el Español...
... [Me interrumpe]. Me moriría. Así te lo digo: me moriría. Es como mi casa. Cinco montajes he hecho aquí. Pero no sólo como actriz, sino como espectadora. Yo he crecido viendo cosas aquí.
El público, cuando paga y se sienta en estas butacas, te exige a ti algo como actriz. ¿Qué le podrías exigir, pedir, al público para que mañana no tenga que cerrarse el Español o para que ayer no hubiera tenido que quitarse el nombre al Fernán Gómez?
Les pediría que vengan al teatro. Que no se dejen convencer por la mala prensa. Que vengan a experimentarlo ellos. Es un encuentro maravilloso entre muchos seres humanos y cada vez tenemos menos ese encuentro: cara a cara, mirando al otro a los ojos, viendo las emociones... Son cosas muy importantes.
Que valoren más la cultura, que valoren el esfuerzo, que vean lo difícil que es, que lo aprecien, que lo respeten. Hay que ir.
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