Todo en Jesús Vázquez adquiere un punto de positivismo moderado. En su tono hay entusiasmo, después de más de dos décadas de carrera frente a las cámaras de televisión. Hay, igualmente, sensatez. Es fácil que se desmarque de lo que él considera que no es su terreno. A estas alturas, da la sensación de que Jesús ya ha llegado a ese punto de éxito en el que sólo se embarca en aquello que le motive y en lo que crea. Los años para impresionarse por la fama ya han pasado. Con la notoriedad convive, aunque, sin darse cuenta, cuando habla de la fama medita más cada palabra que dice. Este miércoles llega a su fin la segunda edición de otro programa presentado por Jesús Vázquez, «La voz», en Telecinco. En su primera edición, hace justo un año, fue todo un huracán televisivo. Sus 13 galas promediaron 5,2 millones de espectadores y un espectacular 33,9% de share. La final fue seguida por más de 5,4 millones y un 37,3% de cuota. Esta segunda edición está teniendo unos números más modestos. Será que el formato ya es conocido; será que ha debido competir contra rivales muy fuertes. Aún así, «La voz» llega a la final este miércoles con un promedio en esta segunda temporada del 22,6% y más de 3,3 millones de espectadores. Una media que, probablemente , se incremente con la gala final en la que actuarán Pablo Alborán, Dani Martín y la boyband que más fans arrastra a nivel mundial: One Direction Más allá de cohetes, en la final, cuatro concursantes seguirán soñando y se verán las caras: Jaume, Dina, Estela y David. Ganará sólo uno, el resto despertará de ese sueño vivido. Es el gran atractivo de un concurso de talentos: la delgada línea entre el éxito y el fracaso. Antes que nada y dado el revuelo que armasteis en la grabación de su actuación que se emitirá en la final de este miércoles... ¿Cómo son los chicos de One Direction? Pues... no lo sé muy bien. Si te digo la verdad, no tengo ni idea. Prácticamente no pudimos ni verles, ni hablar con ellos...Fue bastante complicado. Vienen rodeados de mucha gente, envueltos en muchas medidas de seguridad... Imagino que, como sucede muchas veces en estos casos, ellos serán unos chicos muy sencillos y estupendos. Lo que pasa es que nunca llegas a hablar con ellos. Están rodeados de muchas personas que no sabes quiénes son, ni por qué están ahí, ni por qué hacen tantos aspavientos y ponen tantos problemas a todo. Ellos salieron, cantaron, les hice una mini entrevista en el escenario y la verdad que ellos fueron correctos y profesionales en esa parte en la que pude estar con ellos, que ya te digo, fueron 4 minutos de unas 6 horas que estuvieron en nuestros estudios. Yo estuve con ellos en el ensayo, para que supieran que era yo y sus gorilas no me hicieran un placaje en plena grabación pensando que era una fan enloquecida y no me dejaran subir a presentarlos... [Risas] Pero bueno, ellos en el extranjero son muy famosos... pero aquí en España la estrella eres tú. La gente dirá «¿quiénes son esos chicos que están junto a Jesús Vázquez?» [Sonríe] Insisto, esto me ha pasado muchas veces... he conocido más casos así. Cuando pasas todos esos filtros de seguridad, te encuentras a personas normales y corrientes que, a veces, están aisladas de todo y que no se lo pasan muy bien. Su gente, este séquito que ni sé quiénes son ni me interesa, deberían pensar un poco en ellos. No les vendría mal relacionarse un poco más, se les haría más divertido. Estar todo el día tan aislado de la realidad, tan lejos de todo, sin que nadie te toque, ni te mire... al final debe ser un poco aburrido porque son chavales de 18 años y creo que les gustaría conocer a gente. ¿La fama es, a veces, solitaria? A veces, sí. Pero no es tanto porque uno quiera hacerlo y dar esa imagen sino porque tienes gente alrededor que, para evitar pequeños incidentes, ponen unas medidas de seguridad enormes. Con estos chicos, nos exigían que estuviera en el plató la Guardia Civil, la Policía, se valló todo el perímetro de los estudios como cuando se rodea el Congreso... El montaje que te exige su gente es muy complicado. Y luego fuera sólo estaban 100 niñas con uniforme de colegio que no creo que llevaran armas de destrucción masiva... Son niñas que sus armas son un boli, un papel y un teléfono para hacer una foto. Tienen un protocolo muy estricto. A nosotros nos supuso muchas reuniones, emails, videoconferencias... Pero bueno, al final, lo importante: pasaron como un relámpago, pero los grabamos, estuvimos con ellos en el escenario, mandaron saludos a sus fans en español... y todo eso se verá en la final de «La voz». En «La voz» hacéis todo a lo grande... Bueno, es que el formato es muy grande y tenemos mucho apoyo de la cadena. Además, creo que es el lugar perfecto para hacer es tipo de acontecimiento. Por las dimensiones del programa en sí, por el plató... es el programa musical por excelencia. El cambio de día os ha ido bien... Bueno, los lunes nos tocó pelear contra las grandes propuestas de ficción de las otras cadenas rivales [«Isabel» en La 1 y «El tiempo entre costuras» en Antena 3] y la ficción siempre tiene mucho más presupuesto que los programas de plató. Peleamos muy bien contra esas grandes apuestas. Hemos pelado muy bien. La cadena está muy contenta con el resultado y nosotros también. Nos encaramos a la final esperando a terminar en todo lo alto. «La voz», producido por el Grupo Boomerang TV, se enfrenta en la final de este miércoles a la final de «Top chef», otra producción del mismo grupo que emite Antena 3. Micros o cuchillos, pero la productora estará contenta... Ahí vamos... va a volar de todo: cuchillos y micrófonos [Ríe]. Es una competición bonita porque estamos peleando los dos. A ellos les va bien, a nosotros nos va un poquito mejor... Y la productora, imagínate, el 50% de la audiencia de los jueves suya. El público también cuenta mucho en esta edición de «La voz», no son pocas las veces en las que ha cambiado lo votado por los coaches... El público siempre cuenta mucho. El año pasado, el ganador fue elegido por el público: un heavy de verdad [Rafa Blas] que debe ser la primera vez en la historia de un talent que lo gana un heavy. Y mira, este año, el público ha colocado en la final a un rastafari. Eso sí que yo creo que debe ser único en la historia de los talent shows [ríe]. Con ese look tan diferente que tiene Jaume, con lo poco que se ve eso en la televisión y que llegue a la final... es una cosa que ha decidido España. Y también su coach, Antonio Orozco, que siempre confió en él. Tiene una voz muy peculiar y versiona muy bien llevándoselo todo a su terreno. Por rara y antigua que sea una canción. La audiencia lo ha apoyado masivamente y en las redes lo peta. Es curioso, ahora que hablas de redes sociales, que vuestro ranking social -con los concursantes más seguidos en redes- son justo los cuatro que han llegado a la final. ¿Habrá relación? Sí, al final, esa es la grandeza de este programa: la gente decide. La voz de España la deciden los españoles. Los coach van seleccionando, elijen a unos cuantos y es la gente quien elige. La final del año pasado, que la ganara Rafa contra todo pronóstico, me pareció maravilloso. Esa noche España se hizo heavy. Este miércoles tenemos cuatro personalidades muy diferentes y cualquiera de las cuatro se merece ganar. El caso de Rafa te llena de alegría, pero cuando tú ves una actuación como la de Jordi, ese albañil que cantaba como un tenor, con esa interpretación que hizo del «Nessun Dorma», con el gran apoyo del público y que, finalmente, queda fuera, ¿qué te sale decirle? Mucha pena y mucha frustración. Y eso que este año hemos introducido cambios como lo de robarse talents, los últimos asaltos... para que la gente más talentosa tuviera más posibilidades de permanecer en el programa. Al final es que sólo gana uno. Se han presentado 15.000 voces en esta edición y de esas sólo se va a elegir una. Y te puedo asegurar que de los 64 seleccionados en las audiciones a ciegas, hay, por lo menos, 10 voces sensacionales para ganar. En «La voz» hay injusticias como que si te toca salir antes en las audiciones tienes más posibilidades de que te seleccionen que si te toca salir al final porque ya el cupo está casi completo; o si te toca medirte en duelo a una voz muy buena, te quedas fuera aún cuando otras voces peores que la tuya siguen... ¿El secreto del éxito de «La voz» es que es tan injusto como la vida misma? Claro... Aparte, son estrategias que nosotros les explicamos, pero luego ellos hacen lo que quieren. En general, hay muchos que tienen querencia a irse con David Bisbal porque ganó un talent y se sienten identificados con él. Yo siempre les digo: «¿No ves que David, además de un gran cantante, es un gran estratega, con un gran oído y siempre forma un equipo con grandes voces? Si te vas a un equipo así, cuando lleguen las batallas, es una carnicería y tienes que competir con los mejores porque David siempre tiene grandísimas voces en su equipo. Vete a otro equipo en el que haya voces diferentes y podrás competir mejor». Pero nada, se van con David. Luego llegan las batallas de David y son una escabechina, como lo que le pasó a Jordi, porque la otra voz con la que compiten es potentísima. Pero bueno, todo esto son movidas que... Si es que esto es como la vida... nunca sabes con quién te va a tocar competir, en qué condiciones... Claro Y después llegan los niños, «La voz kids»... Sí, después de Navidad. No sabemos cuándo exactamente. Es súper emocionante. Se te nota emocionado con este proyecto Sí, no esperaba que fuera a ser tan emocionante como fue. Sabíamos que funcionaba porque en otros países ya se había hecho. En EEUU lo hizo gente que yo conozco y me lo dijeron: «convence a tu jefe para hacer la versión de niños porque nosotros la hemos hecho en Miami y ha sido un éxito». Me lo enseñaron y, realmente, es muy potente: el formato, adaptado a los niños es más potente. En general, en los programas de niños es fácil caer en lo ñoño, en lo sensiblero, en el niñito que todo el mundo aplaude...y a mí, ese tipo de línea no es la mía. Pero es que este formato se adapta a los niños sin diferencia. ¿Lo queréis para el prime time, no? Sí, sí. «La voz kids» es un programa que lo protagonizan niños, pero para que lo vean adultos. Y los niños en las repeticiones de todas nuestras cadenas, que para eso lo repetimos [ríe]. Los niños siguen mucho «La voz» los fines de semana cuando lo repiten por las mañanas. «La voz kids» es un programa de prime time porque tiene potencia para serlo. El niño sale en un plató enorme, con el silencio absoluto, con los coaches de espaldas... Y, como en el de adultos, ellos saben que no pueden quedarse con todos. Eso les genera a los coaches una tensión emocional mucho más grande, porque son niños. Y las reacciones de los niños, siempre son más de verdad y más naturales que las de los adultos... porque los niños son muy espontáneos. Los adultos siempre viajamos con una careta puesta para controlar nuestras emociones. Los niños no: ríen, cantan, saltan, lloran, se callan... Nos ha pasado de todo. Niños que al girarse David Bisbal se quedan tan sorprendidos que se callan y hemos tenido que parar el programa para que se centrara de nuevo [ríe] Y los niños disfrutarán... Se lo pasan bomba. Tenemos asesoramiento, psicólogos, gente que está con ellos... los coaches los tratan como a sus hijos, los suben a los sillones, les hacen fotos... Para ellos es una gran aventura, un juego. Ellos se van con un gran sabor de boca como si hubieran estado en un parque de atracciones. Las familias, a veces, no controlan sus emociones tanto cuando les cogen como cuando no. He tenido que pasar más detrás del escenario que lo que se pasa delante. ¿Qué le aconsejarías al ganador de esta segunda edición de «La voz»? No me gusta mucho dar consejos a nadie, creo que es algo muy arriesgado y cada uno debe hacer su camino y aprender de sus errores. Si tuviera que decirle algo, le diría que se lo tome con calma, que aproveche el momento para hacer lo que le guste. Los cuatro finalistas tienen en común que aman la música y aman cantar. Que aprovechen este primer gran empujón que les damos y que aprovechen esa visibilidad que van a tener durante una temporada -irán a programas, se hablará de ellos...- para poner rumbo en su carrera y dirigirse hacia donde quieran. Y que luchen, que sigan luchando. Esto es sólo un paso. Nosotros no les hacemos la carrera musical, la carrera la tienen que hacer ellos cuando salgan del programa. Esto es solo el primer empujón. Trabajar, trabajar y trabajar es el único camino para llegar a algo en cualquier profesión y en esta, también.