Mandela, símbolo de paz y concordia

Nelson Rolihlahia Mandela, nacido en Qunu (Sudáfrica) el 18 de julio de 1918 fue en su día el preso más longevo del mundo por cuestiones de conciencia: 27 años en la cárcel por luchar contra el 'apartheid'. El hombre que dijo, ante un jurado de blancos: "Para luchar por mi pueblo estoy preparado para morir" fue condenado a la pena capital y encarcelado durante media vida por luchar en el Congreso Nacional Africano, incluso con métodos violentos, frente a la brutalidad racista de los dirigentes racistas de su país.

En 1990, el régimen de Pretoria, acorralado por la presión internacional, liberó a su rehén y la salida de la prisión de Víctor Verster fue retransmitida por las radios y televisiones de todo el mundo. Entre sollozos, una locutora de Sky News dijo: "Ahí está, Dios mío, es Nelson Mandela..." Y su figura, envejecida y digna, comenzó a ser conocida por todos sus compatriotas, los más jóvenes, que le votaron en masa en las primeras elecciones libres del país.

Mandela se convirtió en el primer presidente negro del país del arco iris. Por delante tenía la misión de reconducir a su propio partido a la lucha pacífica, y a su país, a la convivencia entre razas, tras 300 años de dominación blanca. En poco tiempo Sudáfrica comenzó a tener relaciones internacionales y a integrarse en la ONU como miembro de pleno derecho.

En 1993 recogió el Premio Nobel de la Paz. En 1999 se despidió de la política activa, bromeando con su retiro. Sin embargo no dejó de participar en foros internacionales, homenajes o conciertos como el celebrado en Londres con motivo de su 90º aniversario.

Allá donde estuvo, envió su mensaje de tolerancia y de solidaridad con los más pobres: "Les digo a todos esos líderes que no miren hacia otro lado, que no duden, que reconozcan que el mundo está hambriento de acciones y no de palabras. Actúen con valor y con visión".

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Hoy, su personalidad y trayectoria es elogiada desde todos los rincones del planeta como símbolo de paz y de concordia.