Los líderes de UGT, entre la preocupación y el alivio
Responsables sectoriales y territoriales del sindicato, descontentos con la falta de firmeza de la dirección nacional, reclamaban desde hace días la renuncia
El recorrido que ha llevado a la dimisión del Secretario General de la UGT de Andalucía (UGT-A), Francisco Fernández Sevilla, ha sido accidentado, y precipitado por los acontecimientos. Fuentes de UGT apuntan a que la dirección se ha movido entre las presiones a la organización andaluza y su falta de poder para imponerle un curso de acción. Esta actitud -según estas fuentes- ha sido percibida como titubeante por distintos líderes territoriales y sectoriales del sindicato, molestos por el daño que está causando el caso de las presuntas facturas falsas a la reputación del conjunto de la UGT. Ahora, estos líderes sienten ante esa dimisión cierto alivio -por fin se produce una decisión contundente- pero sigue la preocupación, porque el caso, con toda probabilidad, seguirá afectando al prestigio del sindicato.
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El comportamiento de la dirección nacional ante la situación de UGT-A, explican distintos líderes del sindicato, se explica porque, estatutariamente, la cúpula de Madrid no tiene poder para imponer decisiones a sus organizaciones sectoriales y territoriales. Lo que se ha hecho ha sido ejercer una presión creciente sobre UGT-A para que aclarase los episodios, revelados por la prensa, de presuntas irregularidades en la gestión de dinero público, y exigir que se "asumiesen responsabilidades", de acuerdo con la fórmula repetida en las comparecencias públicas de los últimos días por el propio Secretario General de UGT, Cándido Méndez.
Pero la gestión de la crisis la ha llevado, como corresponde a su autonomía, la propia UGT-A, y sus explicaciones cada vez menos convincentes y el goteo constante de informaciones sobre presuntas malas prácticas han colmado la paciencia del resto de las organizaciones de UGT. Nadie estaba cómodo, apuntan esas fuentes, con las explicaciones que estaba dando Andalucía: no aclaraban a ciencia cierta los hechos de los que les acusan distintos medios de comunicación, y sus actuaciones se han producido de manera reactiva, a remolque de las informaciones, diagnostican.
Falta de contundencia de la dirección nacional
Ante esta situación, distintos dirigentes de UGT consideran que la dirección nacional podía haber sido más contundente, aunque admiten que "estaba en una situación complicada", porque los "mecanismos democráticos y la autonomía de las distintas organizaciones" no permiten una intervención desde arriba, en palabra de un responsable sectorial. Además, ante el aumento de la presión UGT-A anunció el pasado miércoles por la mañana la convocatoria de un Comité Extraordinario el 9 de enero para dar explicaciones y asumir responsabilidades. Si no hubiera hecho ese anuncio, coinciden estas fuentes, el Comité Confederal (máximo órgano directivo de UGT) que comenzó ese mismo miércoles por la tarde hubiera sido mucho más severo con su organización andaluza.
Con todo, en ese Comité Confederal, que reunió en Madrid a los líderes del sindicato en todo el país el miércoles y el jueves, se alzaron distintas voces instando a Fernández Sevilla a que aclarase qué iba a hacer en el Comité Extraordinario convocado por la UGT-A el próximo 9 de enero, e instándole a dimitir. Fernández Sevilla no quiso precisar exactamente qué haría en enero, y subrayó que su agenda no la marcan las informaciones en los medios de comunicación, algo que causó mucho descontento entre el resto de dirigentes ugetistas, siempre según las mismas fuentes.
Sigue la preocupación
Los líderes sectoriales y territoriales del sindicato están alarmados por como las sospechas sobre UGT-A han afectado a la imagen de todo el sindicato, perjudicando la acción sindical en defensa de los derechos de los trabajadores, minando la confianza de los afiliados y debilitando la defensa de UGT en otros frentes que tiene abiertos: el caso de los ERE y las dudas sobre la gestión del dinero de la formación. En estos dos casos, la dirección y los líderes territoriales y sectoriales de UGT están convencidos de que no se han producido malas prácticas, mientras que en el caso de las facturas falsas en UGT-A ninguna de las fuentes consultadas creen que esa organización vaya a salir airosa.
A la luz de todo este episodio, varios de los dirigentes sindicales consultados coinciden en que desde la dirección central no se ha trazado una estrategia política y de comunicación sólida y unificada para dar respuesta a las distintas acusaciones que se vierten contra el sindicato.
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