Abu Dabi: la carrera que inició el ciclo triunfal de Vettel en el Mundial de Fórmula 1

El 14 de noviembre de 2010 empezó una nueva era en la Fórmula 1. Ese día Sebastian Vettel ganó su primer mundial en una carrera en la que Alonso acarició el título. Ahora, los protagonistas vuelven al mismo escenario, aunque el alemán lo hace con cuatro mundiales en su palmarés.

Seguro que Fernando Alonso y más de algún miembro de Ferrari todavía sueñan con aquella jornada en el circuito Yas Marina. El español llegaba a la última carrera del campeonato como líder del Mundial, aunque por aquel entonces los Red Bull de Vettel y Webber ya habían dado muestras de su potencial, y le bastaba con ser tercero para ser el primer tricampeón más joven de la historia.

Antes de ese gran premio, Alonso se había alzado con la victoria en cinco carreras, las de Bahréin, Alemania, Italia, Singapur y Corea. El australiano Webber se había impuesto en España, Mónaco, Gran Bretaña y Hungría. Y Vettel, en Malasia, el Gran Premio de Europa, Japón y Brasil.

El Mundial era cosa de tres. El español tenía 246 puntos; el australiano, 238 y el alemán, 231. Todo podía ocurrir. Lo malo para Alonso es que en la última carrera del año quedó patente que no era una lucha individual de cada uno de ellos por separado, sino que Red Bull tenía -al menos en la carrera definitiva- una estrategia para llevarse el mundial de pilotos.

Vettel salía desde la pole; Alonso, desde la tercera plaza; y Webber, desde la quinta. Eso le valía al español. Pero una decisión de Red Bull lo cambió todo. En la vuelta once mandó entrar en boxes al australiano para que cambiara sus neumáticos duros por los blandos. Su coche iba a volver a la pista muy atrás, pero iba a ser más rápido.

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Ferrari no se lo pensó dos veces y decidió calcar la estrategia en la vuelta 16. En teoría, si Alonso tardaba en entrar al box, Webber podría cogerle una ventaja con esos neumáticos imposible de recuperar más adelante. El alemán, por su parte, siguió en la pista.

Red Bull supo jugar sus dos bazas. Estaba seguro de que fuera cual fuera la estrategia, una de ellas tenía enormes posibilidades de éxito. Incluso podía estar seguro de que la utilizada era la buena siempre y cuando Ferrari mordiera el anzuelo, lo que terminó ocurriendo.

Porque cuando Alonso volvió a la pista lo hizo por delante de Webber, pero con mucho tráfico por delante. Además, un accidente de Schumacher y Liuzzi había hecho que otros pilotos entraran pronto en los boxes y ya tuvieran unas ruedas blandas con las que hacer tiempos mucho mejores.

Alonso estaba condenado. Con Vettel en cabeza y un sinfín de coches por adelantar en circuito en el que hacerlo no es fácil y en el que, recordemos, no existía todavía el DRS que hace mucho más fáciles los adelantamientos. De haberlo tenido, el español no debería haber tenido demasiados problemas para adelantar a Vitaly Petrov, como quedó patente en la última carrera de 2012, en la que Vettel -favorito para revalidar el título frente al propio Alonso- se quedó en la última posición por un toque en la salida pero terminó siendo sexto.

"Todo ha salido al revés", dijo un resignado Fernando Alonso al término de la carrera. Prometió volver a luchar por el título al año siguiente. No fue posible. Se lo volvió a llevar Sebastian Vettel, como los dos que vinieron después para eregir al alemán en tetracampeón a bordo de el que, junto con el Ferrari de Schumacher, quizá es el mejor monoplaza de la historia de la Fórmula 1.

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