Las calles de Buñol se tiñen de rojo en la primera 'Tomatina' de pago

Madrid

Quizás le debamos a nuestra convulsa historia, siempre en armas y enfrentados, muchas de las fiestas populares que cada año traen a España a miles de turistas. Bajo el sobrenombre de 'batalla o guerra', la forma de proceder en casi todas ellas es la misma. Sin embargo, el elemento diferenciador es el producto arrojadizo, que va desde el tomate de Buñol, al vino de Haro.

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Este miércoles, 100.000 kilos de tomate han teñido de nuevo las calles de la localidad valenciana de Buñol, que ha acogido una edición más, a miles de visitantes. Este año, ante la avalancha de turistas, se ha limitado el aforo a 20.000 personas, que para participar en la 'Tomatina' han tenido que comprar una entrada por 10 euros.

La fiesta cumple 68 años, y todo comenzó con una riña entre vecinos durante el tradicional desfile de "Gigantes y Cabezudos". Un grupo de jóvenes, que quería participar en la comitiva, comenzó a discutir con los encargados de la cabalgata, en una zona próxima a un puesto de verduras. El tomate sirvió como munición en el enfrentamiento, dando lugar a lo que hoy se conoce como la 'Tomatina del Buñol'.

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Pero Buñol no es la única localidad que estos días tiñe sus calles de rojo-tomate. La ciudad de Tarazona, en Zaragoza, celebró este martes el 'Cipotegato', una fiesta con tres siglos de antigüedad. Cada edición, decenas de jóvenes aspiran con orgullo a encarnar a este curioso personaje, que tiene que realizar un largo trayecto esquivando los miles de kilos de tomate que le lanzan todos los asistentes.

El 'Cipotegato' de 2013 en Tarazona, allí estuvo Marta Jiménez

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Sin salirnos de la Comunidad de Valencia, en el sur, también tiene fama de aguerrida otra fiesta que se celebra el 28 de diciembre, 'Los Enharinados (els Enfarinats)' o la 'Justicia Nueva'. Los vecinos del municipio alicantino de Ibi adoptan diferentes roles, como si de una obra de teatro se tratase. En la noche del 27 de diciembre los 'Enmantados (Amantats)' vocean por el pueblo críticas y chascarrillos, ataviados con una manta sobre los hombros. Al día siguiente -día de los Santos Inocentes- toman el papel de "Los Enharinados", un grupo de hombres casados que se visten con harapos roídos y extravagantes, a los que los opositores quieren arrebatar el poder. La lucha por la supremacía desata una batalla de huevos, harina y cohetes que desde 1981 se viene reproduciendo, después de que a finales de los 50 dejara de celebrarse.

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Con el tomate y la harina, solo falta el vino en la mesa, que lo pone La Rioja. Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, 'la Batalla del Vino' de la ciudad de Haro, congrega cada 19 de junio -festividad de San Pedro- a cientos de visitantes que quieren participar en esta pacífica guerra, que surgió a partir de la romería hacia la ermita de San Felices. La tradición de mojarse con vino hasta quedar empapados, tiene su origen en los almuerzos que los peregrinos se montaban de camino al santuario. Los vecinos, en un ambiente festivo, salpicaban con las botas de vino a los asistentes.

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Parecida es la mecánica en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra) aunque el vino se cambia por agua. La excusa para la 'Fiesta del Agua', de Interés Turístico Nacional, es la procesión de San Roque, al sol y al calor de agosto. En el momento en el que el santo entra en su capilla, se abre la veda para que los asistentes se tiren agua con cualquier objeto que lo permita.

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Del mismo modo, el agua y las altas temperaturas son la razón de ser de la 'Batalla naval de Vallecas'. Tiene lugar en julio, dentro de las fiestas en honor a la Virgen del Carmen, en el madrileño distrito de Puente de Vallecas. Que en su denominación aparezca la palabra naval, solo responde a las irónicas aspiraciones del barrio, que pedía un puerto de mar.

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