El diario del Tour: día 16, la recta final

Hace casi 20 días que viajamos hacia Córcega y sólo queda ya una semana de Tour. El próximo domingo estaremos en París.

La evacuación de todos los vehículos que conviven a diario en el Tour después de una etapa de alta montaña es larga, tediosa. Los coches parados en la cuneta, filas kilométricas de máquinas inmóviles, olor a frenos en la bajada, a embrague quemado en la subida.

Hay que respirar hondo, mantener la calma y saber que vas a tardar no menos de dos horas en llegar al hotel, esté a 40 o a 180 kilómetros. Se ven pies apoyados en las ventanillas, música a todo volumen, gente en la cuneta preguntándose por qué no avanza la cola y poca conversación, demasiado cansancio. La saliva se gastó ya en el viaje de ida y durante la etapa.

Ese es el peaje que pagamos por vivir una jornada de puro ciclismo. Los corredores sufriendo sobre la bicicleta, llegando como hormigas a la línea de meta, con la lengua fuera y pidiendo oxígeno con la mirada, con lo difícil que es encontrarlo a más de dos mil metros.

Para nosotros también es distinta una etapa así. La sala de prensa la sitúan antes de la ascensión, las televisiones montan sus platós a varias curvas de la cima, el despliegue habitual de la organización se reduce a la mínima expresión por necesidades de espacio y, nosotros (más bien Cabrera), carga con el material durante buena parte del recorrido. Pero, después, con nuestro buen humor habitual nos ponemos delante del micrófono y, últimamente, también delante de la cámara. ¿Habéis visto ya el vídeo de hoy?

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