24 horas en Milán
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Quizás sea le menos italiana de las ciudades italianas, pero Milán tiene sus propias armas, su propio encanto. Con la elegancia por bandera, esta metrópoli tan cosmopolita tiene los nervios de acero de sus vecinos del norte pero también la belleza serena de los regalos que la Historia le fue haciendo. Su genialidad está en sorprender, en atrapar lo mejor de un país y vestirlo de gala. Milán lleva el centro de la distinción dentro de Italia, y presume de ello tanto en las grandes galerías como en la última chocolatería.
Cuando estoy en Milán soy capaz de sentir los influjos de países como Austria, que han formado parte de su Historia y han hecho su aporte. El tráfico no es tan caótico como en otras urbes italianas y el carácter de la gente es más pausado, más comedido. La ciudad más rica de la provincia más rica, Lombardía, busca mantener el ritmo y un cierto orden en todo lo que hace. No es Venecia, ni Roma ni Florencia, pero no lo necesita. Tiene otros motivos con los que convencer al viajero.
Castillo de los Sforza
Si nos bajamos de la Estación del Norte (Milano Cadorna) nos pondremos en apenas 5 minutos frente al Castillo Sforzesco. Es la fortaleza de una de las familias más poderosas de la Italia medieval, los archirrivales de los Borgia. Se puede visitar por dentro, además cuenta con un museo arqueológico y otro de arte. La torre del Filarete apunta hacia el cielo milanés.
Via Dante, la calle comercial con más carácter
Frente a ella, si nos fijamos, una estatua de Garibaldi nos señala el camino. Y es que debemos continuar la ruta por Via Dante, la calle con más personalidad de Milán. Peatonalizada hasta Piazza Cordusio, viene repleta de tiendas y terracitas a ambos lados (cuando el tiempo lo permite). No falta gente ningún día y a ninguna hora. Siempre tiene animación y, además, no le falta la elegancia que viste a la ciudad milanesa. Fachadas del Siglo XVIII y XIX acompañan al viajero.
En Cordusio, centro neurálgico de la ciudad, deberemos esquivar los clásicos tranvías amarillos. Estamos mucho más cerca del propósito que justifica una visita a Milán: Il Duomo.
Il Duomo de Milán
Desde Piazza Cordusio se puede llegar desde distintas maneras a la Catedral de Milán. Siempre recomiendo hacerlo por Via dei Mercanti, una de las calles más antiguas de la ciudad, sin quitar la vista a la rigidez de los edificios renacentistas que la decoran. Es el mejor preludio de lo que se nos viene encima… Il Duomo. No obstante la fachada marmórea y gótica de este impresionante edificio religioso plantea siempre la misma pregunta. ¿Existe una catedral más bella que esta?
El gótico brilla con un color blanco refulgente. Plagado de detalles y con un refinamiento que brota en cada centímetro, este templo religioso es de emoción asegurada. Sencillamente extraordinario Il Duomo, tanto por fuera como por dentro, donde en oficios religiosos ha llegado a albergar nada menos que 40.000 feligreses.
Galería de Víctor Manuel II
Si miramos desde la Catedral hacia la izquierda encontramos un enorme arco. Es la entrada correspondiente a la Galleria Vittorio Emanuele II (Galería de Victor Manuel II), un pasaje comercial cubierto que para muchos es el “Salón de Milán”. Esta galería fue construida en el último tercio del Siglo XIX, con edificios de 4 plantas y un techo de cristal y hierro fundido que deja entrar la luz natural al complejo.
La elegancia del edificio es totalmente acorde con los establecimientos de su interior. Tiendas de diseño y marcas distinguidas, que para eso estamos en la capital de la moda. Los restaurantes y cafeterías no se quedan atrás. Destinadas a auténticos gourmets y amigos de los platos más elaborados.
Uno no puede salir de la Galería de Víctor Manuel II sin cumplir una extraña tradición consistente en buscar un toro dibujado en un mosaico y pisarle “los mismísimos” porque de esa manera es seguro que retornarás a la capital lombarda. Es menos fino que tirar una moneda al aire, pero original es un rato…
Teatro de la Scala
Saliendo de la Galería de Victor Manuel II llegamos a otra de las celebridades milanesas… el Teatro de la Scala. Allá donde Verdi, Callas, Pavarotti y los más grandes pusieron en solfa sus talentos. La Scala es una de las catedrales de la Operística mundial y conseguir entradas es como buscar una aguja en un pajar. Por eso estar frente al edificio es todo un regalo para todos los amantes de la música.
Este puede ser el final de un recorrido muy asequible para un solo día. Aunque se puede profundizar tanto en la ciudad como en los alrededores.
- ¿Sabíais que en Milán se encuentra La última cena de Leonardo Da Vinci? Se encuentra en la iglesia de Santa Maria delle Grazie y hay que reservar con antelación.
- Si os gustan las compras, además de Via Dante conviene no olvidar que muchas de las mejores tiendas de ropa están en ia Montenapoleone y la Via della Spiga.
- Uno de los platos más típicos de la ciudad es el Ossobucco a la milanesa (carne de ternera con hueso hueco) que viene acompañado normalmente de rissotto. Lo preparan especialmente bien en el Ristorante Antica Osteria Stendhal, situado en Via Ancona 20121.
Ahora sí que ya estáis preparados para aprovechar una visita a Milán, la menos italiana y más europeas de las ciudades de Italia. Pero con muchísimo estilo…