Los billetes de la discordia

El 2 de mayo entraron en circulación los nuevos billetes de 5 euros, con un cambio de imagen y refuerzos en la seguridad. Casi dos meses después, las máquinas de vending están rechazando el nuevo papel. ¿La solución? Actualizar el software de los billeteros automáticos.

"No me gustan, parecen billetes del Monopoly, será porque están nuevos" dice una viandante. La calle opina sobre la 'estética' de los nuevos billetes de cinco euros. Cualquier persona puede tener ya en su mano un ejemplar de la serie 'Europa', que irá desbancando progresivamente a los antiguos billetes firmados por los expresidentes del BCE, Wim Duisenberg y Jean-Claude Trichet.

Los cambios respecto a los billetes antiguos -que ya se explicaron antes de su puesta en circulación- son reconocibles para todos: tienen mayor rigidez, han mejorado su seguridad con como una nueva marca de agua, el holograma con retrato y el número verde esmeralda; y los bordes con líneas en relieve, entre otros elementos. Sin embargo, no todos nos hemos adaptado.

Las máquinas expendedoras rechazan el billete hasta que no se actualicen. Para que la novedad no entorpezca nuestro día a día hay personas que se encargan de adaptar los dispositivos. Rafa Soto es el técnico de la empresa GM Vending para Madrid y Guadalajara y asegura que "si la máquina no está actualizada el billete es como si no estuviera en curso legal".

Según cuenta, ahora está de ruta cambiando el software de los billeteros. El proceso que sigue es sencillo, sólo debe descargar los datos que tiene informatizados. Abre la máquina, engancha su herramienta al billetero a través de un cable, vuelca la información y cuando termina la operación comprueba si la máquina está preparada para 'tragar' la nueva serie 'Europa'. De ser así, completa su actuación poniendo una pegatina para que no haya dudas de que el dispositivo 'está a la última'.

Únete al canal de WhatsApp de la SER

"Estoy acostumbrado, ya pasamos la prueba del euro"

Para Rafa Soto, la presión de los clientes no es nada comparable con la del 2002, cuando se oficializó el euro como moneda: "El cambio del euro fue lo más intenso que hemos sufrido. Teníamos que cambiar todos los formatos, ahora sólo tenemos que cambiar la programación. Entoces se trataba de reprogramar una moneda diferente con un valor totalmente distinto", cuenta.

A pesar de ello, dice no sacar gran rentabilidad con el aumento de la carga laboral "hemos concertado un precio de 18 euros más mano de obra y desplaazamiento. No podemos cargar a los clientes. Aceptamos no ganar ni perder", afirma.