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Obama se descamisa en Berlín

Crónica de la visita del presidente de EEUU a la capital alemana

El presidente estadounidense, Barack Obama, saluda tras pronunciar un discurso frente a la Puerta de Brandemburgo en Berlín(EFE/Michael Kappeler)

El presidente estadounidense, Barack Obama, saluda tras pronunciar un discurso frente a la Puerta de Brandemburgo en Berlín

El discurso de Barack Obama ante la Puerta de Brandenburgo era una cita que la historia había dejado pendiente en 2008. Hace cinco años, la canciller Merkel no permitió al entonces candidato a la Casa Blanca dirigirse al pueblo alemán desde la Plaza de París. Este miércoles, por fin, Obama cumplía su deseo. Era un evento muy esperado no sólo por él sino también por los más de 4.000 invitados que durante buena parte del día han ocupado las tribunas instaladas en el centro de la capital alemana.

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Obligados por los rigores propios de los grandes actos y el estricto protocolo de seguridad americano, los asistentes hicieron entrada en la Plaza de París unas tres horas antes de que comenzara el discurso. Despojados de cualquier zona de sombra, los allí presentes no dudaron en utilizar folletos como abanicos o como viseras, cualquier elemento era útil para improvisar un pequeño toldo. Entre el público abundaban los sombreros, los mofletes colorados y las camisas remangadas. Berlín recibía al presidente de los EEUU con un día espléndido, quizás uno de los más calurosos del año, porque en pocos como este miércoles se han alcanzado los 34 grados.

Temperaturas tan altas que invitaban a los ministros del Ejecutivo alemán, sentados en las primeras filas, a despojarse de sus chaquetas oscuras en un intento de sobrellevar mejor el intenso calor. Un ejemplo que también siguió Barack Obama minutos después de subir al estrado. "Gracias por esta cálida acogida. Me siento tan bien que me sacaré la chaqueta. Podemos ser informales entre amigos", afirmó el presidente con su habitual desparpajo mientras inauguraba la primera gran salva de aplausos.

Un gesto informal pero no tanto, porque antes de quedarse en mangas de camisa el presidente estadounidense tuvo palabras de agradecimiento para la canciller Merkel: "Gracias Merkel por tu liderazgo, por tu amistad y por tu ejemplo de vida, pasando de ser una niña del Este a ser la líder de una Alemania unida y libre", dijo.

Uno de los puntos álgidos del discurso, en el que logró arrancar más aplausos del público fue cuando se refirió a Guantánamo: "Hemos acabado las guerras de Irak y Afganistán, Osama Bin Laden ya no está. Pero no podemos lograr la paz en una guerra perpetua. Tenemos que ir más allá. Debemos cerrar Guantánamo", destacó.

Obama ha visitado Berlín justo 50 años después de que Kennedy, también en Berlín, aunque no delante de la puerta de Brandenburgo, pronunciara la célebre frase "Ich bin ein Berliner" ("soy un berlinés") como muestra de apoyo a los alemanes del bloque occidental. Sus palabras pasarán también a la historia no solo por haber anunciado su intención de reducir el arsenal nuclear de EE.UU y Rusia, sino también por pronunciar un discurso amable, cercano y con toques de humor.

Una de las bromas que más simpatía despertó entre los asistentes ha sido la referente a su familia. "Vengo a Berlín con mi mujer y mis hijas, pero no están ahora aquí porque la última cosa que querrían hacer es escuchar un discurso mío", dijo entre risas.

Su estilo desenfadado y dominio de la escena han cautivado a los medios alemanes. El semanario Der Spiegel, en su edición online, ha destacado que Obama ha desplegado su encanto en Berlín. "Un orador talentoso como él trae de inmediato a la mente del espectador con horror la ingenuidad retórica de los políticos alemanes", apunta la publicación, al tiempo que señala que la campaña electoral alemana sería más animada si Merkel y su oponente socialdemócrata, Peer Steinbrück, tomaran ejemplo del estilo americano.

 
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