Ocio y cultura
MÚSICA | REPORTAJE

Cuando James Brown incendió el Apollo

Este mes se cumplen 50 años de la edición del directo de James Brown desde el mítico teatro de Harlem

Marquesina del teatro Apollo de Harlem con el anuncio de un concierto de James Brown

El álbum de James Brown, grabado en 1962 y editado un año después, fue uno de los discos grabados en directo de mayor éxito a pesar de no presentar ninguna canción nueva. El cantante de Carolina del Sur había debutado en el Apollo tres años antes y con aquella intensa grabación se alzaba como uno de los referentes de la comunidad afroamericana.

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Han pasado ochenta años desde la inauguración del teatro Apollo y pasear por Harlem sigue siendo un ejercicio musical. Sus iglesias, sus locales y sus calles transmiten parte de la historia de la música negra. Los puestos callejeros están repletos de camisetas, figuras y banderas que proclaman el orgullo negro que popularizó el propio James Brown y que homenajean a sus figuras. Allí, en aquel teatro del hoy llamado Dr Martin Luther King Boulevard, debutaron muchos de los grandes artistas del pasado siglo, músicos de distintos estilos y pasiones que una mañana se acercaron a la sesiones para aficionados y que acabaron haciendo historia.

El Apollo ocupa un lugar especial en la conciencia colectiva de los neoyorquinos. De allí han salido algunas de las canciones más populares y de los artistas más respetados de la ciudad. Aunque comenzó siendo un teatro de variedades y burlesque para blancos, los cambios migratorios de la ciudad convirtieron a Harlem en el centro neurálgico de la comunidad afroamericana de Nueva York y a su teatro, en el corazón del barrio. La historia del Apollo ha sido convulsa y está llena de cierres y de cambios de dueño hasta que en los años noventa se le concedió estatus de edificio histórico de la ciudad y su gestión pasó a manos de una organización sin ánimo de lucro que garantiza el futuro del local.

Los inicios de la leyenda

Parte del misticismo del Apollo viene de los años treinta, de los días en los que Ella Fitzgerald ganaba el concurso para aficionados. Durante los siguientes años pasarían por esas sesiones artistas como Billie Holiday o Diana Ross and The Supremes. En aquellas primeras actuaciones, mandaban los nervios. "El espectáculo estaba programado para las diez de la mañana", recuerda Billie Holiday en sus memorias. "Cuando me llegó el turno había ido al lavabo 18 veces, de no ser por Pigmeat Markham, que me empujó al escenario, no habría tenido valor. No hay nada como el público de Apollo, plenamente despierto a esa hora de la mañana haciendo temblar la sala. Volví a actuar en el Apollo la semana siguiente, algo insólito allí", escribía orgullosa la cantante. Durante los siguientes años el Apollo se convertiría en un sitio lleno de actividades. Además de los conciertos, de las noches para aficionados, se comenzaron a retrasmitir los conciertos y a emitir programas de radio desde el teatro. Todas las estrellas y promesas de la música negra visitaron el teatro de Harlem en los siguientes años. Unos comenzaban sus carreras como Jimi Hendrix, otros, como Miles Davis, ya eran leyendas. La mezcla de estilos, la emoción por descubrir a una estrella, o la simple diversión del local convirtieron al teatro Apollo en un lugar especial.

Y los Stones descubren a Brown

En 1962 James Brown cerró el teatro para una serie de conciertos junto a The Famous Flames en los que grabaría un disco en directo que se editaría un año después. Un trabajo de soul cálido y romántico que mostraba toda la energía y potencia de un artista de treinta años que empezaba a coronarse como el más grande del país.

Aquella maniobra resultó arriesgada, Brown iba a grabar un álbum en directo que no contendría ninguna canción nueva y que ningún sello quería. La jugada salió bien y el disco resultó un gran éxito que se pasó 66 semanas en la lista de ventas y que llevó a Brown a grabar varios directos más en el teatro durante las siguientes décadas.

Durante la primera gira estadounidense de los Rolling Stones,Ronnie Spector llevó a Keith Richards y a Mick Jagger al Apollo a ver a James Brown. El impacto que tuvo sobre ellos resulta difícil de calcular. "Recuerdo a Mick temblando de la emoción cuando pasamos por delante del camerino de James Brown", escribe Ronnie en la biografía de Richards. "Ir al Apollo y ver a James Brown... ¡Era increíble!", confiesa el guitarrista de los Stones. "El tipo era asombroso, único, realmente daba en el clavo con lo que hacía. ¡Y nosotros nos creíamos una banda sólida!".

Sobre aquellas tablas Brown se sentía en casa y jugaba a incorporar en la canción los gritos y aullidos de un público encendido. El cantante no presentaba temas nuevos, pero canciones como I will go crazy, Think o Lost someone eran suficiente para incendiar el Apollo. Para cuando el grupo llegó al Night train que cierra el disco, el público estaba en pie, bailando, gritando, en éxtasis. El Apollo tuvo y tendría muchas más noches de gloria, muchos más grupos y descubrimientos aunque pocas noches serían como aquella, la noche en que James Brown reclamó su trono incendiando el Apollo.

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