Rafa Nadal culmina su resurrección ganando la final de Indian Wells a Del Potro
Ha vuelto. Nadal ha vuelto del todo. El balear venció a Del Potro 4-6, 6-3 y 6-4 en un maravilloso partido y logra así su tercer torneo en el desierto californiano, el primero en cemento desde 2010. Un trofeo que hace una semana era una quimera
El español devuelve una pelota a Del Potro en la final de Indian Wells.(EFE)
Ha sido este un torneo de novedades, de cosas inesperadas. Y en todas ellas ha tenido que ver Nadal. Venció al renacido Gulbis, al maltrecho Federer, al cada vez más sólido Berdych y solo le quedaba una parada, la más difícil. Del Potro se presentaba con unas credenciales temibles tras haber despachado en dos partidos gloriosos a Murray y Djokovic, la final prometía. Y no defraudó.
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Nadal saltó a la pista con la responsabilidad de ser un tenista más experimentado y puso un 3-0 rápidamente a su favor, un espejismo si se tiene en cuenta el espectáculo que vendría después. Una vez que el tandilense se asentó en la final, su brazo se convirtió en un lanzagranadas, su derecha era ingobernable. Cuando el argentino pega su mejor golpe en lo alto, la red se queda muy baja y el rival lo sufre. Endosó a Nadal un parcial de 8-1. El primer parcial fue suyo 6-4 y se adelantó 2-0 en el segundo.
El panorama era difícil para Nadal, para un jugador que lleva demasiados meses aislado de estas pistas. Sin embargo el balear buscó en su tenis, removió los cajones de su repertorio y encontró soluciones. La mejor, la de volver, la de volver al plan de siempre, a su tenis de contraataque. Ayudado en un sorprendente revés todo el torneo, Rafa comenzó un ejercicio de fe basado en el jugueteo, en bolas altas, en enseñar el anzuelo para que el rival picase.
Del Potro fue quien debía arriesgar, aun yendo ganado. Y cuando llegaba su mejor tiro, Nadal le devolvía una bola inesperada, un pequeño milagro. Así fue minando la moral del argentino, le robó el saque un par de veces con memorables intercambios y casi siempre con el mismo final. La derecha de Juan Martín corría, pero Nadal llegaba y llegaba, hasta encontrar el hueco por donde atacar. 3-6 y todo a un set.
El choque era inmenso, Del Potro seguía intentándolo, pero la ventaja anímica, la del parcial del 8-1, se había esfumado. En el tercer parcial Rafa cargó el juego en el revés del argentino y decidió atacar a su derecha cuando este le daba opción. La sensación era que Del Potro necesitaba mucho más de su tenis que Nadal para ganar cualquier punto. Pronto volvió a romper el español el saque y encaró el partido hacía su final.
Tras siete meses parado, Rafa Nadal se desplomaba de alegría en el árido cemento del Estadio 1 de Indian Wells. El revés de 'Delpo' se había ido al pasillo. Rafa había llegado a la meta, la de volver a jugar siendo competitivo sin sufrimiento, sin un dolor que le lastrara. Una victoria, la 600 de su carrera, de gran mérito y que remueve las ramas de la élite del tenis y hacer presagiar una primavera intensa y un verano aún más emocionante. El Nadal de siempre ha vuelto.
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