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CASO BÁRCENAS

Los siete nombres clave en el 'caso Bárcenas'

Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, Javier Arenas, Ana Mato, José Manuel Romay Beccaría, Cristóbal Páez y Federico Trillo tienen en sus manos todas las claves para dar las explicaciones que faltan sobre el extesorero

Las siete piezas clave del PP en el 'caso Bárcenas' - (de izquierda a derecha) - Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, Javier Arenas, Ana Mato, José Manuel Romay Beccaría, Cristóbal Páez y Federico Trillo(EFE)

Madrid

Desde que estalló el caso Gürtel, en 2009, ellos fueron los responsables de todas las decisiones importantes. Antes lo defendían y ahora se distancian de él todo lo posible. Cospedal está siendo cuestionada internamente. Con todo el mundo apuntando hacia ella, se desvía la atención de Rajoy.

Hubo un tiempo en que Luis Bárcenas llegaba al Comité Ejecutivo Nacional del PP se sentaba y pasaba desapercibido. Eran otros, los políticos, los que debían salir en televisión. Hasta que él se convirtió en el protagonista absoluto y en la pesadilla de la formación conservadora.

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Ahora nadie en Partido Popular cita su nombre. Y menos aún da explicaciones sobre su salida. Desde que se supo que había estado contratado hasta el 31 de enero de 2013, los populares evitan a la prensa. Cuando, por fin, María Dolores de Cospedal compareció ante los medios de comunicación, lejos de despejar dudas, las avivó al hablar de "indemnización en diferido" y "simulación de su retribución". No se salió de ese peculiar guión. Fueron varias las preguntas, no hubo más respuestas.

Dudas

Pero siguen siendo muchas las incógnitas. Después de que Bárcenas haya demandado al PP por despido improcedente, aún más. Los populares dicen que se verán las caras con él en los tribunales y se mantienen en sus trece.

Hasta ayer todo el mundo reclamaba al partido el finiquito. Pero ahora se les pide que enseñen o bien el acuerdo al que dicen que llegaron en 2010 o la comunicación de la baja voluntaria del extesorero. Esas son las únicas pruebas para dar con la salida del laberinto en el que se han metido.

Todavía quedan cuestiones pendientes. Si de verdad, en su día, se llegó con él a un pacto ¿quién lo autorizó? Cospedal dice que lo cerró con los servicios jurídicos del partido. Todo el mundo se lava las manos. Todo el mundo niega que tuviera algo que ver. Tampoco nadie quiere comentar el confuso comunicado que se distribuyó cuando se hizo público que le pagaban las cuotas a la Seguridad Social. Nadie concreta, nadie quiere dar más datos. El silencio sobre este tema se extiende. Aseguran que no hay nada que ocultar, sostienen que no mienten, pero juegan con las palabras y se ahorran información.

Los nombres

Hay una serie de personas que manejan todos los detalles. Además de la secretaria general del PP, por supuesto está el presidente, Mariano Rajoy. Él fue quien le ascendió a tesorero en el Congreso de Valencia en 2008, todo pasaba ya por él y tendría que haber dado el visto bueno a cualquier decisión que se hubiera adoptado sobre Bárcenas. Sin olvidar a Javier Arenas, Ana Mato y Federico Trillo, que ocupaban puestos de responsabilidad en el partido cuando estalló el 'caso Gürtel' en 2009. Son los actores principales. Los que en estos últimos cuatro años gestionaron todo el asunto.

Rajoy se mostró convencido entonces de que nadie iba a poder probar que Bárcenas no era inocente. Dijo que no quería convertirse en "un inquisidor", como otros. Y frente a algunos cargos implicados en la trama de corrupción de los que se prescindió, a él le mantuvo con un trato privilegiado.

Hubo muchas reuniones a puerta cerrada en la calle Génova. Y varias fundamentales en la séptima planta, en el despacho del líder. La cúpula estaba dividida. Mientras por un lado, Arenas y Mato defendían su continuidad en el cargo hasta que no se demostrara su culpabilidad, Cospedal pedía que se le echara. Siempre se habló de los enfrentamientos que mantuvo con el extesorero. Trillo, quien fue el artífice de la anulación del caso Naseiro, se encargó de la estrategia de defensa, tanto del extesorero como de Francisco Camps. De él dependían los servicios jurídicos del partido. Hasta el Congreso de Sevilla de 2011, cuando Cospedal decidió que los controlaba ella.

El PP llegó a pagar incluso 70.000 euros al despacho personal de Trillo por "coordinar las defensas" de los imputados en la trama dirigida por Francisco Correa. Y Cospedal lo defendió diciendo que por culpa del Gobierno socialista, los populares habían estado sometidos a un gran acoso y habían tenido que pleitear muchísimo.

Trillo fue el encargado de desplegar toda la artillería contra Baltasar Garzón y de extender la teoría de conspiración, que hoy se ha vuelto a poner de moda. De hecho llegó un momento en el que el responsable del área de Justicia y Libertades Públicas del PP en aquel momento, acusó a Alfredo Pérez Rubalcaba de ser el "principal director del montaje político" contra el Partido Popular y pidió dimisiones a mansalva de fiscales y miembros de la UDEF.

Todos los mensajes se repiten. Ahora Arenas, vicesecretario de Política Autonómica y Local del PP, cree que existe "una batalla que en el fondo lo que quiere es la sustitución del actual presidente del Gobierno" y dice que el lenguaje que se emplea para criticar a los conservadores suena al que se usó el 11 de marzo de 2004.

En el PP todos tuvieron buenas palabras sobre Bárcenas. Por ejemplo, las de la entonces vicesecretaria de Organización, Ana Mato, quien habló de su "honradez". Arenas le señaló como "un ejemplo de buen trabajo, profesionalidad y decencia". Hay que recordar que cuando Bárcenas anunció en 2010 que dejaba definitivamente su cargo, muchos apuntaron a que Arenas, con quien hablaba regularmente por teléfono, había sido determinante para que adoptara esa decisión y salvar así al partido de la crisis que atravesaba.

Cuando se marchó en 2009, de forma temporal, fue el gerente, Cristóbal Páez, quien le sustituyó. Era un personaje misterioso, que no caía bien dentro del partido. Rehuía los focos. Siempre esperó heredar el puesto. Pero Rajoy se decantó finalmente por José Manuel Romay Beccaría. Por esas fechas, se produjeron los acontecimientos.

Para anunciar su marcha, el PP sacó un comunicado alabando su "magnífica gestión" y agradeciéndole "la lealtad que había demostrado". Ahora no ha sacado otro, diciendo que se sienten engañados por él. Por aquel entonces, también Rajoy, como ahora, pidió a los suyos que confiaran en él. Negó la financiación irregular del partido y aseguró que si se demostraba algo actuaría "en consecuencia".

Pero hoy los roles, en buena parte, han cambiado. Los que saben todo lo que ocurrió realmente están en otros puestos. Rajoy, en La Moncloa, Mato de ministra de Sanidad y Trillo como embajador en Londres. Páez se fue del partido y Beccaría es presidente del Consejo de Estado. Solo Cospedal y Arenas se mantienen en el partido y los que están dentro de Génova aseguran que su relación sigue siendo conflictiva.

Los populares defienden su credibilidad, pero está tocada. Para muchos todo esto se va a saldar con cambios y dimisiones que llegarán. Cospedal está siendo cuestionada. Todo el mundo apunta hacia ella y se desvía la atención de Rajoy. Algunos reclaman que se adopten medidas y se abandonen los gestos políticos que no sirven de nada.

La mayoría de los cargos busca distanciarse de esta cuestión. Primero, cuando se supo que tenía cuentas en Suiza. Desde ayer, la guerra está declarada. Los que antes le defendían, los que se implicaban, han pasado a despreciarle. Hay quien se ha confesado avergonzado por su actuación. Y en definitiva quieren que Bárcenas sea historia, que forme parte del pasado cuando está más presente que nunca.

Y mientras Rajoy calla. Se defiende, presenta sus declaraciones, habla de auditorías, de querellas, de medidas anticorrupción. Deja pasar el tiempo. El presidente del Gobierno no da una larga rueda de prensa desde el pasado 28 de diciembre cuando compareció hacer balance de un año al frente del Gobierno. Desde entonces, los periodistas solo le han podido preguntar cuando fue a ver a Angela Merkel, el pasado 4 de febrero, apenas unas cuantas cuestiones. Es más, salvó el debate sobre el Estado de la Nación, esquivando el tema durante todo el tiempo, haciendo del nombre de Bárcenas, nombre tabú.

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