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MÚSICA | ENTREVISTA

Liberto Peiró: "Si perdiese una mano me implantaría una cámara en la nariz"

Este fotógrafo es un referente de la profesión que adoptó hace 23 años y que le ha llevado delante de Bowie, los Stones, ACDC y una larga lista de artistas

El fotógrafo Liberto Peiró posando junto a su cámara(JAVIER ROSA)

Liberto Peiró comenzó, hace tres décadas, a juntar sus dos pasiones: la música y la fotografía. Desde entonces ha retratado a bandas, ha cubierto festivales y ha publicado en una larga lista de medios. Parte de su obra acaba de ser expuesta en Valencia en la muestra 'Foto rock & roll'. Charlamos con uno de los referentes de la profesión sobre sus andanzas a los pies de los escenarios, sus anécdotas y sus consejos.

Ronnie Wood y Keith Richards en un concierto de los Rolling Stones en el campo de fútbol de Benidorm en 2003

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"Antes en los conciertos había mecheros, ahora hay móviles y cámaras de fotos", reconoce Liberto Peiró (1968), fotógrafo musical valenciano. Un día, Peiró se dio cuenta que podía aunar sus dos pasiones: la fotografía y la música. Tenía veinte años, los años ochenta llegaban a su fin, y Liberto Peiró comenzaba a colar su cámara de fotos en los conciertos a los que asistía. "A los tres o cuatro años algunos grupos y fanzines comenzaron a pedirme fotos. Casi sin querer me fui metiendo en este mundo y luego comenzaron a pedirme fotos para revistas".

Así comenzó una vida profesional que ha llevado a este rockero con cámara delante de las grandes estrellas de la música, pocos se le han escapado y éstos se quedan en una lista escueta pero dolorosa. "Me quedé con las ganas de fotografiar a los Beatles, nací tarde para ello, también se me han escapado Tom Waits y The Who, que vinieron hace unos años a España y no pude ir", lamenta Peiró. Entre sus favoritos figuran gente como Iggy Pop y sus conciertos locos, la intensidad en directo de ACDC o los Rolling Stones. "Hay músicos que te ponen las cosas muy difíciles, otros, en cambio, hacen que tu trabajo sea fácil. En eso los mejores son los Rolling Stones. Al principio de cada concierto la road manager te da una charla en la que te explica que ellos saben que estás ahí y que vas a tener una luz cojonuda. El escenario lo tienes a la altura del ombligo y si alargas la mano tocas a Keith Richards que está posando para ti, da gusto hacer fotos así. Estás diez minutos y te sobra porque están posando y la luz es perfecta. Otros, en cambio, ponen humo, se alejan, la luz es mala y cuando te vas se acercan y la luz mejora". La fotografía perfecta no siempre depende del músico. "Hay cantantes que se parapetan tras el micro o que se quedan mirándose los zapatos dos horas y acabas haciendo la misma foto que hiciste en su gira de cuatro años antes".

Cohen y Morente

Liberto reconoce que la fotografía se acaba convirtiendo en un vicio. "Hacer fotos me ha enseñado a amar más la música, habré ido a tres conciertos sin cámara y lo pasé fatal". Peiró comenzó a tientas, dio un breve cursillo y se lanzó a los pies de los escenarios. "Ahora con Internet está todo explicado, de hecho sigo aprendiendo, pero yo fui muy autodidacta. Lo primero que se debe aprender en esto es a no molestar ni al grupo ni al público". En una época en la que la gente abusa de la fotografía digital, el trabajo de profesionales como Peiró gana peso aunque la crisis no ayude a vivir de su profesión. "Tengo que vivir de otras cosas y me situación es cómoda porque me conoce mucha gente que me ponen las cosas fáciles pero hay gente que quiere empezar y no puede. Además todos los grupos tienen un amigo fotógrafo y la cosa ha bajado mucho. La crisis se nota y no hay dinero para muchas cosas".

Los festivales son un lugar de mucho trabajo para los fotógrafos. Liberto ha conseguido algún semipleno de fotos. "En algún festival me debieron faltar un par de dj y alguna banda de las seis de la mañana... el pleno es imposible", confiesa Peiró, que alguna noche llegó a asistir a cuatro conciertos en Valencia en la misma noche. "Si hubiera vivido en Londres me hubiera vuelto loco", explica riendo. Fue precisamente en un festival, en un FIB, donde Peiró tomó una de sus mejores fotos: la instantánea de Leonard Cohen junto al fallecido Enrique Morente. "No creo que fuese vil, pero me aproveché de que era el fotógrafo oficial del FIB para hacer una foto a Leonard Cohen con Enrique Morente. Avisé a un fotógrafo amigo que hizo la foto que sacó 'El País'. Se rumoreaba que iban a actuar juntos pero Morente me dijo que no iba a pasar. Así que le dije "Maestro, ¿puedo hacerles una foto juntos?". Me dijo que si había oportunidad no había problemas. Fui yo el que busqué la oportunidad, llamé al camerino de Morente y cuando pasó Cohen les junté. Me aproveché de mi condición de fotógrafo oficial porque a camerinos no entraba ningún fotógrafo".

Haciendo trampas a Dylan

La vida de este tipo de profesionales no es fácil, está llena de obstáculos, no siempre consigues la fotografía que buscas y a veces los músicos son tus mayores enemigos. "Recuerdo un concierto de Bob Dylan en Valencia en el que había varios fotógrafos acreditados y cuando llegamos a la puerta nos dijeron que no íbamos a poder entrar. Me propuse entrar por mis narices, le di el chaleco a un periodista y me escondí la cámara con el zoom en el paquete, abultaba aquello una barbaridad pero conseguí entrar mientras cacheaban al periodista. Luego me acerqué todo lo que pude mientras veía como la seguridad les quitaba la cámara a algunos fans. Conseguí hacer cuatro fotos y me largué corriendo. En aquella época revelaba yo las fotos y me salió fatal. La foto se publicó, pero estaba muy mal. Hoy me daría vergüenza pero salió porque no había más. Me dio mucha rabia".

A lo largo de las tres décadas que lleva haciendo fotos a músicos, Liberto ha visto llegar y marchar a muchos compañeros. "Muchos se han retirado siendo adolescentes, de mi quinta queda alguno. Yo creo que no lo dejaré nunca, tendría que perder una mano. Me implantaría una cámara en la nariz", bromea el fotógrafo valenciano. La vida profesional de Liberto tiene que ver tanto con la paciencia como con la insistencia. "En 23 años he conocido a más de 25 tíos que empezaron, estuvieron un tiempo y lo dejaron. Cada dos o tres años aparecía uno nuevo. Igual soy muy pesado".

 
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