Sociedad | Actualidad
OBSERVATORIO DE LA CADENA SER | EL DRAMA DEL DESEMPLEO

El paro provoca que el 25% de los desempleados abandone su hogar

La mitad de las personas que no tiene trabajo, casi tres millones de españoles, cae en la depresión y el paro es además el gran culpable del aumento de la desconfianza en la política

El 49% de los parados ha cambiado de domicilio a uno más barato; el 44% se ha trasladado a la residencia de amigos o familiares; y el 7% ha perdido su casa debido de una ejecución hipotecaria

El paro ha provocado que el 25% de los desempleados haya tenido que abandonar su hogar y posponer decisiones vitales relevantes como tener hijos, según el ObSERvatorio que elabora la empresa MyWord para la Cadena SER. Entre los que se han visto obligados a abandonar su vivienda habitual, el 49% ha cambiado de domicilio a uno más barato; el 44% se ha trasladado a la residencia de amigos o familiares; y el 7% ha perdido su casa debido de una ejecución hipotecaria.

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La crisis y la situación de desempleo también han llevado al 25% de los parados a posponer decisiones vitales relevantes, como formar pareja o tener hijos. La proporción alcanza a casi la mitad de la población desempleada entre 25 y 34 años. El paro también ha transformado las pautas de consumo. El 36% de los desempleados intercambia ahora productos que antes compraba, el 14% ha dejado de comer carne o pescado, el 10% ha vendido su coche y el 5% recurre al banco de alimentos.

Bienestar personal

El paro también incide negativamente en el bienestar personal de quienes lo sufren. La mitad de las personas que no tienen trabajo -es decir, casi tres millones, según la Encuesta de Población Activa de ayer- cae en la depresión. Además, el 40% de los parados han perdido la confianza en sí mismos, tienen dificultades a la hora de dormir, mantienen relaciones tensas en su hogar o con su familia y cuidan menos su aspecto físico. Para el 30%, el paro les ha hecho perder contacto con sus amigos y tener relaciones sexuales con bastante menos frecuencia. Todas estas consecuencias se incrementan conforme aumenta la duración de la situación de desempleo y hace estragos entre quienes ya no tienen subsidio.

Desafección política

El desempleo es, además, el gran culpable del aumento de la desconfianza en la política, en las instituciones e incluso en la propia democracia en general. Casi nueve de cada diez parados afirman que la crisis y su situación de desempleo han reducido su confianza en los políticos, en el Gobierno y en los bancos. Ocho de cada diez desconfían ahora más que antes de las empresas y siete de cada diez de la Unión Europea. Ese desapego se hace extensivo a la democracia en general, en la que confía menos que antes el 66% de los parados.

Tan inquietante como la desconfianza en el sistema es la desconfianza en la sociedad en sí misma. El 37% de los parados admite que en esta situación confía menos en la gente. Son mayoría, no obstante, un 46%, los que afirman que su confianza en los otros no ha cambiado.

Perspectivas laborales

Los parados son muy pesimistas. El 70% cree que le será poco o nada probable encontrar trabajo en los próximos doce meses así como lograr en el futuro un empleo con un nivel de cualificación y/o ingresos similares a los que tenía. Además, el 92% de los desempleados cree que la crisis tendrá impacto en su capacidad para lograr a largo plazo las metas profesionales que se había propuesto.

Con este horizonte tan oscuro... ¿Qué salidas se plantean los parados? Tres de cada diez parados afirman que tienen intención de irse a trabajar al extranjero en los próximos doce meses. El prototipo de parado que podría irse fuera de España es hombre, joven (entre 25 y 34 años), de clase media alta, con estudios superiores, en paro desde muy recientemente, sin subsidio de desempleo y que vive solo.

Dos de cada diez parados dicen tener intención de crear su propia empresa o negocio en el próximo año. En este caso, el prototipo de parado con espíritu emprendedor es también hombre, de clase media alta y con estudios universitarios. Sin embargo, en comparación con el que quiere irse al extranjero, es más mayor (entre 45 y 54 años), lleva uno o dos años en paro, cuenta con un subsidio de desempleo y ha trabajado anteriormente.

 
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