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El caso de la comida rápida: Carpeta de la defensa

El colesterol es una de las amenazas que justifica muchas críticas a la comida rápida. Este dossier podría estar en la documentación del bufete defensor de las multinacionales del sector demandadas en nuestro caso. La demanda se basa en una enfermedad del corazón producida por el abuso de comida rápida, y a priori serían una gran mayoría de personas las que estarían de acuerdo, pero... ¡podría demostrarse científicamente esa relación?

La lucha contra el colesterol

La lucha contra el colesterol se ha convertido en uno de los grandes negocios de la "medicina moderna". El colesterol "malo" ha pasado en dos décadas de "factor de riesgo" cardiovascular a un problema que debe ser tratado de forma crónica con fármacos para reducir o controlar su nivel en sangre. De ser presentado como un factor más que puede contribuir a la aparición de accidentes cardiovasculares -junto a otros como la vida sedentaria, una nutrición inadecuada, el exceso de estrés, emocional o físico, o un consumo abusivo de alcohol y tabaco, entre otros- ha pasado a ser considerado una enfermedad. Pero parte de la comunidad científica y especializada está enfrentada por este asunto. ¿Hay una estrategia de las multinacionales farmacéuticas para vender productos inútiles? ¿Se justifica el consumo masivo actual de estatinas -cuyos efectos secundarios no son del todo conocidos por muchos médicos- o se trata de medicamentos que no previenen la arterioesclerosis y no han servido para salvar jamás una sola vida?

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Los niveles de colesterol considerados "Aceptables" han ido bajando porque al sistema médico le basta con reunir a un panel de "especialistas", y que éstos decidan que la cifra de determinado factor -el colesterol, en este caso- debe ser como máximo de la cantidad "X", para multiplicar el número de enfermos - y, por tanto, el número de ventas de un medicamento.

Muchos viven obsesionados con que un día su médico le diga: "¡Tiene usted el colesterol alto!". Y de ahí a pensar que estamos aproximándonos al infarto hay un paso fácil de dar. Suele importar poco la edad, que no haya antecedentes cardiovasculares en la familia o que no haya sufrido ningún episodio anterior. La mayoría de los médicos convencionales dicen que Lo mejor es prevenir y para eso están las "medicinas contra el colesterol", es decir, las estatinas.

Las estatinas

En la década de los noventa del pasado siglo estaban en tratamiento con estatinas trece millones de norteamericanos según datos de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. En el 2001, sin embargo, un panel de expertos decidió cambiar esas normas y el número de consumidores de estatinas pasó así a ser de golpe de 36 millones. Y en el 2004 otra nueva reunión permitió bajar de nuevo la cifra de colesterol aceptable con lo que el número de estadounidenses que pasó a consumir estatinas pasó a ser de 40 millones. En España se ha seguido el mismo proceso.

Las estatinas están tan "de moda" que una de ellas, comercializada como Lipitor, es el fármaco más vendido anualmente en Estados Unidos. La venta de las diversas estatinas asciende a más de 26.000.000.000 de dólares anuales. Comenzó siendo un medicamento para las afecciones cardiovasculares, pero ya hay quien habla de su uso contra la demencia vascular, el Alzheimer, el Sida, la diabetes y el cáncer. Las farmacéuticas proponen ya su venta sin receta. Es más, hay quien ha propuesto hasta ¡"enriquecer" con ellas el agua de algunas ciudades estadounidenses! El uso de estos fármacos se apoya en un supuesto acuerdo científico sobre tres "verdades", presentadas como absolutas.

1) La principal causa de los problemas cardiovasculares es el exceso en sangre de colesterol "malo" (LDL).

2) Las estatinas previenen esa posibilidad porque bajan su nivel.

3) Ambas cosas están científicamente demostradas.

¿Unanimidad?

La realidad no es tan clara. Ni todo el mundo en la comunidad científica piensa que el colesterol tenga relación directa con los accidentes cardiacos, ni todo el mundo cree que las estatinas prevengan los accidentes cardiovasculares al reducir el nivel de colesterol, ni todo el mundo está de acuerdo en que los estudios a largo plazo avalan esas afirmaciones.

Un grupo amplio de científicos, médicos, académicos y escritores sobre temas científicos y de salud de varios países que no están de acuerdo, se han reunido para formar La Red Internacional de Escépticos del Colesterol (THINCS) http://www.thincs.org/index.htm donde exponen documentación más que abundante.

En la presentación de la web se afirma: "Como la evidencia científica que avala la campaña anti colesterol es inexistente, consideramos importante detenerla lo antes posible. Los miembros de este grupo representamos puntos de vista diferentes sobre la causa de la arteriosclerosis y la enfermedad cardiovascular, algunos de ellos en conflicto con otros aunque eso es algo habitual en Ciencia.

Todos compartimos en cambio el escepticismo de que el alto nivel de colesterol y la grasa animal sean la causa de la arteriosclerosis y de las enfermedades cardiovasculares.

El objetivo de esta web es por ello informar a nuestros colegas y al público de que tal idea no se apoya en evidencia científica alguna; es más, gran número de estudios científicos efectuados en los últimos años contradice eso abiertamente"

Existen muchos trabajos que reivindican el papel benéfico del colesterol. Ron Rosedale, especialista internacional en Nutrición y autor de El colesterol no es la causa de las enfermedades del corazón, resume con claridad el punto de vista de la mayoría: "No hay ningún tipo de vida en la Tierra -afirma- que pueda sobrevivir sin colesterol. Esto le dirá automáticamente que, en sí mismo, el colesterol no puede ser malo. De hecho es uno de nuestros mejores amigos. Nosotros no estaríamos aquí sin él. Es más, la excesiva reducción del nivel de colesterol aumenta el riesgo de morir".

En cuanto a la polémica colesterol bueno-colesterol malo agrega: "Como quiera que la correlación entre el colesterol total y las enfermedades del corazón son débiles se buscó hace ya muchos años alguna correlación más fuerte. Se afirmó así que hay un colesterol "bueno" llamado HDL y un colesterol "malo", el LDL. Representando el HDL a las lipoproteínas de alta-densidad y el LDL a las de baja-densidad. Entiéndase pues que tanto el LDL como el HDL son lipoproteínas, es decir, grasas combinadas con proteínas.

¿Colesterol bueno frente a colesterol malo?

Hay sólo un tipo de colesterol. No existe eso de un colesterol "bueno" y un colesterol "malo". El colesterol es sólo colesterol. Y se combina con otras grasas y proteínas para ser conducido a través del torrente sanguíneo porque la grasa y nuestra sangre acuosa no se mezclan demasiado bien". "Su cuerpo -subraya Rosedale sobre el papel clave del colesterol en la supervivencia de células y tejidos- fabrica y conserva el colesterol precisamente porque es importante -de hecho, vital- para la salud.

Una de sus funciones es impedir que las membranas celulares se caigan a pedazos. Como tal, podría considerarse pues al colesterol como el superpegamento de las células. Es un elemento imprescindible en cualquier tipo de reparación celular.

El colesterol y las enfermedades cardiovasculares

Se sabe que las enfermedades coronarias asociadas con los ataques cardíacos están causadas por daños en las paredes arteriales. Daño que causa inflamación. Bastantes expertos consideran que la enfermedad coronaria que provoca ataques cardíacos está causada principalmente por una inflamación crónica". Rosedale coincide con lo que asevera Matías Rath, el médico alemán fundador de la "Medicina Celular", quien lleva años sosteniendo que el colesterol es un mecanismo de reparación del daño sufrido por las paredes arteriales al agrietarse el colágeno de su tejido conjuntivo por deficiencias nutricionales y la constatación -cada vez más compartida- de que en el caso de accidentes cardíacos el efecto positivo que se logra a veces con las estatinas se debe en realidad a su capacidad antiinflamatoria y no a que reduzcan el nivel de colesterol.

"Un error que raramente se comete en ciencias puras como la Física -añade Roseadle- parece cometerse con frecuencia en Medicina. Y es confundir la correlación con la causa. Porque que haya una débil correlación entre el colesterol alto y los ataques cardíacos no significa que el colesterol alto sea la causa del ataque cardíaco. Ciertamente el pelo canoso está en correlación con el envejecimiento pero a nadie se le ocurriría decir por eso que las canas son la causa del envejecimiento. Y al igual que los tintes para ocultar las canas no nos hacen realmente más jóvenes bajar el colesterol tampoco va a evitar un ataque cardíaco".

Uno de los estudios médicos más grandes realizado en humanos entre 1972 y 1998, el Múltiple Risk Factor Intervention Trial (MRFIT) -patrocinado por el National Heart, Lung, and Blood Institute (NHLBI) el MRFIT-, movilizó 28 centros médicos y 250 investigadores, con un coste de 115 millones de dólares. A partir de un grupo inicial de 361.662 varones los investigadores seleccionaron a 12.866 participantes para el estudio y disminuyeron los supuestos factores de riesgo en accidentes cardiovasculares: redujeron la grasa a menos del 8%-10% de las calorías, la succión de colesterol dietético a menos de 250-300, mg/día y el incremento de grasas poliinsaturadas al 10% de las calorías; así como el tabaco y la presión sanguínea. Y no tuvieron éxito.

Los niveles de colesterol bajaron -como los del resto- pero no tuvieron ninguna incidencia en la prevención de los accidentes cardiovasculares. "Los resultados globales -afirmaron los investigadores en sus conclusiones- no muestran un efecto beneficioso de esta intervención multifactorial en las enfermedades cardiovasculares o en la mortalidad total".

Un ensayo finlandés publicado en 1975 sí parecía apoyar la eficacia preventiva de disminuir el colesterol tras seguir a los pacientes durante cinco años pero en diciembre de 1991 se analizaron los resultados a los 10 años y se constató que quienes continuaron cuidadosamente la dieta para rebajar el nivel de colesterol tenían el doble de posibilidades de morir por una dolencia cardiovascular.

El profesor británico Michael Oliver escribiría sobre ello en el British Medical Journal lo siguiente: "Como la intervención múltiple contra los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares en hombres de mediana edad con un riesgo sólo moderado ha fallado a la hora de reducir la morbilidad y la mortalidad tal intervención difícilmente se justifica. Esta conclusión se opone a las recomendaciones de muchos cuerpos asesores nacionales e internacionales que deben tener estos nuevos resultados en cuenta. No hacerlo sería éticamente inaceptable".

El estudio más antiguo realizado sobre las causas de las dolencias cardíacas comenzó en 1948 en Framingham (Massachusetts, EEUU). Poco antes de la Navidad de 1997 JAMA, el periódico de la Asociación Médica Americana, publicó un informe sobre el seguimiento realizado entonces que demostró que la grasa saturada reducía los infartos cerebrales.

Preocupados ante la aparente contradicción se les planteó a los investigadores si no sería que los sujetos de la investigación habían muerto antes por accidentes cardíacos y por eso el número de infartos cerebrales era menor, a lo que éstos contestaron: "Tal hipótesis sería válida si hubiera una asociación nítida y directa entre la ingesta de grasas y las enfermedades del corazón. Y dado que nosotros no encontramos tal asociación utilizar la mortalidad por enfermedades del corazón es una explicación muy improbable para justificar nuestros resultados". Tras 49 años de investigación no se encontró relación alguna entre una dieta rica en grasas y las enfermedades del corazón.

En el Medical World News del 27 de marzo de 1992 se publicó otro estudio según el cual entre los adultos estudiados tras sufrir un ataque cardíaco mortal había tantas personas con un colesterol por encima de 300 como por debajo de 200. Y en el nº 149 de la revista Arterosclerosis se afirmaría que más de la mitad de los pacientes admitidos en los hospitales con un ataque cardíaco presentaban unos índices normales de colesterol.

Walter Harternbach, en su libro La mentira del colesterol, revisa otros datos generalmente ignorados de los que extrae cinco ejemplos:

1) En el estudio Simvastatin (4-SStudie) -en el que fueron controladas 4.444 personas- se constató que "un nivel elevado de colesterol no tiene influencia alguna en el desarrollo de la arteriosclerosis o de los infartos de miocardio. Carece de sentido pues tratar de reducir el colesterol y de ahí que no esté indicado".

2) El estudio Multifactorial Finlandés -que examinó los niveles de colesterol de 2.000 personas- demostró que entre quienes fueron tratados con fármacos anticolesterolemiantes hubo el triple de infartos y un tercio más de muertes que entre quienes no los tomaron.

3) En el estudio sobre el corazón Helsinki I (1987) realizado sobre 700 personas, al rebajar los índices de colesterol se registró un 40% más de efectos secundarios fatales que los observados en el grupo de control; y en el estudio Helsinki II (1993), realizado seis años más tarde, ese aumento llegó hasta el 50%. Es significativo también el aumento de casos de fallecimiento por cáncer al disminuir los niveles de colesterol: en el estudio Helsinki II alcanzó un valor del 43%.

4) En el estudio Framingham ya citado, al rebajar los niveles de colesterol se registró un notable incremento de los casos de fallecimiento por cáncer. En más de una investigación se ha registrado una notable "coincidencia": el riesgo de cáncer y de infarto de miocardio parece aumentar a consecuencia de la ingesta de los medicamentos destinados a rebajar los niveles de colesterol.

Tras examinar los datos existentes sobre la relación ataques cardíacos-colesterol Harternbach formula tres conclusiones básicas:

"1) El colesterol no tiene ninguna influencia en el desarrollo de la arteriosclerosis o el infarto de miocardio.

2) Los valores altos del nivel de colesterol están asociados a una alta esperanza de vida y a una menor frecuencia de los casos de cáncer.

3) La disminución del nivel de colesterol está asociada a numerosos fallecimientos y a una elevada incidencia en la aparición de cáncer".

A los ejemplos señalados por Harternbach, los seguidores de esta idea suelen añadir otros. En la misma dirección apunta por ejemplo el informe titulado Necesidad de cambiar la dirección de la medicación relacionada con el colesterol. Un problema de gran urgencia dirigido por Yakugaku Zasshi y publicado en el Journal Pharmaceutical Society de Japón- pues en él se afirma que "el nivel de colesterol total alto no se asocia con una alta mortalidad coronaria en poblaciones de más de 40 - 50 años de edad. Más importante aún: los valores de colesterol totales más altos se asocian a menores proporciones de cáncer y de todo tipo de mortalidad en estas poblaciones".

La última decisión de bajar la cifra aceptable de colesterol fue criticada por el diario USA Today el 16 de octubre del 2004, refiriéndose a quienes la tomaron: "Dirigían influyentes grupos médicos, fueron protagonistas en prestigiosos congresos, publicaban trabajos en las principales revistas y eran gigantes indiscutibles en su campo. Pero cuando hace poco esos médicos asesoraron al Gobierno sobre las nuevas recomendaciones para el público con respecto al colesterol hubo algo más que todos ellos tenían en común y que no se dio a conocer: ocho de los nueve cobraban dinero de las propias compañías cuyos productos para reducir el colesterol recomendaban a millones de estadounidenses.

Dos eran accionistas de ellas. Otros dos comenzaron a trabajar para laboratorios poco después de hacer las recomendaciones. Otro era un científico 'senior' del Gobierno que también ofrece sus servicios a diez compañías e incluso pertenece a uno de sus directorios.

Con lo que ahora los grupos de consumidores -y otros- no sólo cuestionan las sugerencias de esos médicos sino también su capacidad para trabajar en pos de los intereses del público. Y esto pasa mientras algunas de esas compañías presionan al Gobierno para que permita que los fármacos que son objeto de esta controversia -estatinas como Lipitor y Zocor- sean de venta libre.

Obviamente hay médicos prestigiosos, vinculados a los laboratorios fabricantes de estatinas, que apoyan esa aprobación". En este caso la situación más dudosa era la del doctor H. Bryan Brewer -Jefe de la División de Enfermedades Moleculares del National Heart, Lung and Blood Institute- que llegó a recibir 200.000 dólares de intereses privados externos mientras ocupaba su puesto en un organismo público como el NIH estatal.

¿Intereses creados?

¿Puede alguien mantener en serio que tales expertos emiten juicios independientes ante estos datos? "Los conflictos de intereses son cada vez más habituales ahora que dos tercios de las investigaciones médicas en las universidades son financiadas por la industria privada -añade el reportaje de USA Today-. Veinte años atrás esta cifra sólo alcanzaba un tercio.

'El gobierno no está produciendo medicamentos. Todos los grandes ensayos de estatinas han sido financiados por las compañías', dijo el Dr. Scott Grundy, cardiólogo del University of Texas Southwestern Medical Center que encabezó el panel sobre colesterol. El Gobierno tiene sus propios problemas.

Hace una década se derogó la prohibición a los empleados públicos de realizar asesoramiento privado, y en los últimos años se han sucedido los escándalos de científicos empleados públicos que aceptaron dinero de compañías directamente afectadas por sus decisiones".

No es de extrañar pues que más de 30 médicos, investigadores en materia de sanidad y científicos pusieran su firma en una contundente carta dirigida al Director de los Institutos Nacionales de la Salud en la que afirmaban "que las directrices, con sus recomendaciones para terapias farmacológicas, no están justificadas por argumentos de peso científico". Pero la decisión de la rebaja del colesterol acabó imponiéndose en las consultas de los médicos que en cuatro minutos atienden a sus pacientes y tras echar un vistazo a los análisis prescriben de inmediato a muchos de ellos cualquiera de las muchas estatinas que ya se comercializan. Ray Moynihan, periodista especializado en temas de salud y en las técnicas de marketing de la industria para vender fármacos y enfermedades, resume así en su libro Medicamentos que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes la controversia sobre el uso de las estatinas: "En definitiva, para muchos otros hombres (aquellos que no han padecido ningún accidente cardiovascular) y mujeres sanas no existen pruebas de peso que demuestren que estos fármacos puedan contribuir significativamente a prevenir una muerte prematura. (...) El uso del miedo para comercializar las estatinas ha escandalizado a los científicos independientes, consumidores y médicos en todo el mundo.

Los trabajos que apuntan que el tratamiento preventivo con estatinas por su acción sobre el colesterol podría evitar la muerte por accidente cardiovascular son escasos y nada concluyentes. De hecho investigadores de la Universidad de la Columbia Británica (Canadá) disponen de un meta-análisis reuniendo datos de cinco ensayos independientes de gran envergadura donde concluyen que las estatinas reducen los infartos y los ictus en un porcentaje ínfimo: un 1,4%.

Significa que de 71 pacientes hipercolesterolémicos tratados preventivamente con estatinas durante cinco años se prevendría ese problema ¡en un sólo caso! Y algo más significativo aún es que a cambio se verían sometidos a los efectos secundarios: la tasa de efectos secundarios según el análisis era del 1,8%, superior a la capacidad preventiva.

Mike Adams, periodista especializado en temas de salud, publicó en julio del 2004 un artículo titulado Alerta sobre un fraude médico: las estatinas que reducen el colesterol no salvan ninguna vida (se puede leer en http://www.newstarget.com/z001268.html en el que señalaba: "Una revisión crítica de trece ensayos clínicos publicada en JAMA -el periódico de la Asociación Médica Americana- revela algunos hechos sorprendentes sobre las estatinas:

1) Las estatinas no han salvado una sola vida.

2) A nivel preventivo las estatinas son absolutamente inútiles.

3) Las estatinas no reducen el riesgo de muerte ni siquiera en los casos de personas con el colesterol alto.

4) No hay un solo estudio que demuestre que las estatinas alargan la vida de las mujeres." Dejemos claro que muchos de los científicos, investigadores y especialistas en salud que se muestran contrarios a la extensión de las estatinas como medicamento preventivo no discuten su valor en el caso de accidentes cardiovasculares, discuten que consigan mejorar el estado del enfermo mediante la reducción del colesterol.

De hecho se ha publicado hace unos meses en Annals of Internal Medicine un estudio en el que se afirma que las estatinas y los betabloqueantes usados para reducir la presión sanguínea reducen el índice de ataques cardíacos. Realizado por el Kaiser Permanente Health Insurance y científicos de Stanford y de la Universidad de California el estudio indica que el efecto beneficioso de las estatinas se debe a que disminuye la inflamación de las arterias.

Cuestión distinta es si la acción de las estatinas sobre el colesterol es beneficiosa y si los riesgos que afrontan los pacientes que las toman durante mucho tiempo de forma preventiva se justifican. El doctor Peter H. Langsjoen, especialista en el ámbito de la seguridad de las estatinas, revelaba en uno de sus trabajos -Cardiomiopatía inducida por las estatinas- que tras 17 años de experiencia con ellas había observado un incremento dramático de los fallos cardíacos. Los daños musculares -y no olvidemos que el corazón es un músculo- provocados por las estatinas como efectos secundarios son los más conocidos desde hace tiempo. Ya en agosto del 2001 Bayer se vio forzada a retirar del mercado Baycol (cerivastatin) después de que se relacionaran con ese medicamento al menos 52 muertes. Y varios de los pacientes que tomaron Baycol para reducir su nivel de colesterol fueron diagnosticados con un padecimiento conocido como rabdomiolisis, enfermedad de las fibras musculares que se descomponen liberando sus restos en la circulación y causando necrosis tubular aguda, insuficiencia renal y, en algunos casos, la muerte.

No hay sólo daños musculares o hepáticos. Duane Graveline -conocido popularmente en Estados Unidos como "Doc" Graveline- ha sido especialista en Medicina Aeroespacial, astronauta, cirujano de vuelo y médico de familia durante más de 20 años. Tras un episodio de amnesia sufrido como efecto secundario de la ingesta de la estatina Lipitor -recetado para controlar su colesterol "no demasiado alto"- decidió investigar en profundidad sobre el riesgo-beneficio de las estatinas.

Fruto de ese trabajo fue la página web http://www.spacedoc.net/ y el libro Statin Drugs - Side Effects en cuyo prólogo puede leerse. "Si consume usted Vytorin, Lipitor, Zocor, Crestor, Mevacor, Pravachol o Lescol debería leer este libro.

En una entrevista que le hizo el doctor Jay S. Cohen a Graveline -léala en http://www.MedicationSense.com éste apuntaba además en una nueva dirección: "Los médicos, como sus pacientes -contestaba Graveline a una de las preguntas-, ignoran por completo el problema de los efectos secundarios cognitivos de las estatinas. Una y otra vez aseguran y tranquilizan a sus pacientes preocupados y les dicen que sus lapsos de memoria son 'los esperados para su edad', quizás un 'toque de senilidad' o incluso 'Alzheimer temprano'.

En julio del 2003 la revista Pharmacotherapy publicaba La pérdida de memoria asociada a las estatinas: análisis de 60 informes de casos y revisión de la literatura.

El artículo examinó 60 casos de deterioros cognoscitivos asociados a las estatinas y recogidos del propio sistema de vigilancia Medwatch de la FDA. Según las conclusiones esos deterioros estaban relacionados con las dosis: a más fuerte el medicamento y la dosis, mayor el riesgo. Avalando así las conclusiones alcanzadas por Graveline. Otro dato bastante ignorado es que los estudios sobre la eficacia de las estatinas suelen ser bastante sesgados.De hecho en más del 80% de los casos se realizaron con hombres y no con mujeres.

Y raramente se han tenido en cuenta que quienes las toman suelen padecer otras patologías. Precisamente al considerar que los pacientes con patologías subyacentes podrían experimentar serios efectos secundarios el Ministerio de Salud de Canadá obligó hace tres años a los fabricantes de medicamentos -entre ellos los de Lipitor (atorvastatin), Zocor (simvastatin), Mevacor (lovastatin), Lescol y Lescol XL (fluvastatin), Pravachol (pravastatin) y Crestor (rosuvastatin) a que cambiaran la información sobre la seguridad de sus productos y remarcaran el potencial de daño muscular en pacientes que consumen alcohol, toman otros medicamentos, padecen problemas renales o hepáticos, son diabéticos, hacen excesivo ejercicio físico, están embarazadas (parece que podría causar malformaciones en el feto), padecen de tiroides, han sufrido daños musculares o en los tejidos (cirugía)... y algunas otras patologías más.

"Cuando se produce daño en las paredes arteriales y la inflamación comienza -escribe Ron Rosedale en su libro El Colesterol no es la causa de las enfermedades del corazón- se liberan mediadores químicos para que el daño pueda repararse.

El hígado se pone en marcha para reciclar o fabricar colesterol dado que ninguna célula, humana o de cualquier otro tipo, puede hacerse sin él.

En este caso el colesterol está siendo elaborado y distribuido en su torrente sanguíneo para ayudar a reparar el tejido dañado y, de hecho, para mantenerlo vivo. Si el daño es excesivo es necesario distribuir colesterol extra a través del torrente sanguíneo.

No parece muy inteligente pues reducir simplemente el colesterol y olvidarse de por qué está allí. Mucho más inteligente parece reducir la necesidad extra de colesterol, el daño excesivo que está teniendo lugar, la razón para la inflamación crónica".

Y formulado así el problema no falta quien ha formulado también la solución desde los mismos planteamientos. "El colesterol, los triglicéridos, las lipoproteínas de alta y baja densidad (HDL y LDL) y demás productos metabólicos -escribe Matías Rath en su libro Por qué los animales no sufren infartos y los hombres sí- son recursos reparadores por excelencia y su nivel en la sangre se incrementa como consecuencia del debilitamiento de las paredes arteriales.

Si las paredes de los vasos sufren un debilitamiento crónico la demanda de reparación se hará cada vez mayor y la velocidad con que el hígado produce esas moléculas irá en aumento.

Debido pues a ese aumento de la producción de colesterol y otros factores de reparación en el hígado el nivel de tales moléculas en la corriente sanguínea crece convirtiéndolas al cabo de cierto tiempo en factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

En resumen, la medida más importante para reducir el nivel de colesterol y otros factores de riesgo secundarios consiste en fortalecer las paredes arteriales reduciendo la demanda metabólica de un aumento de la producción de estos factores por el hígado. (...) Y los únicos dos factores que pueden influir en la salud cardiovascular son la dieta y, sobre todo, un aporte de nutrientes esenciales concretos que regulen el metabolismo celular".

Este planteamiento de Rath podría incluso explicar los sorprendentes datos de algunos estudios citados anteriormente en los que la existencia de altos niveles de colesterol se relaciona con menos casos de cáncer. Todo apunta a que el colesterol, al proteger las paredes de los vasos, impediría la migración de las células tumorales a través de ellos, una de las hipótesis de explicación de las metástasis.

Por ello da tanta importancia Rath a la vitamina C y a dos aminoácidos como la lisina y la prolina pues, junto a otros nutrientes, actúan como protectores del colágeno del tejido conjuntivo en las paredes de los vasos y arterias protegiendo así de las dolencias cardiovasculares.

Y cerramos este dossier para el jurado de este caso sobre la comida rápida, sugiriendo dos direcciones: Lo publicado en la Revista Discovery DSalud (http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=1295) , sobre como asustar al ciudadano con una enfermedad, quizás inexistente, denominada colesterol alto en sangre y hacer uno de los grandes negocios con medicamentos que, parece demostrado, perjudican al hígado y a otros órganos ; y a los practicantes de los remedios o ayudas con plantas, la dirección http://joseppamies.wordpress.com les resultará interesante

 
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