Tras la tragedia vivida el 11 de marzo del 2011, cuando un terremoto y tsunami arrasó el país y creó una crisis nuclear sin precedentes en el país con la central de Fukushima, Japón apagó por primera vez en 42 años todas sus centrales nucleares. Pero el apagón sólo duró un mes con la reactivación de uno de los reactores de la central de Ohi. Este sábado se ha encendido su segundo reactor nuclear. En concreto, se espera que el reactor número cuatro entre en pleno funcionamiento para este miércoles. Aunque oficialmente este reactor empezó a funcionar ya el pasado jueves, el proceso no ha concluido hasta hoy sábado comenzando a generar energía, tal y como ha recogido la cadena nipona NHK. Una vez los dos mayores reactores de la central de Ohi estén a pleno funcionamiento, el Gobierno japonés prevé aprobar la reanudación de la producción de energía de hasta tres plantas más, situadas en diferentes regiones. Con esto, se produciría la ruptura total de la promesa de no usar energía nuclear en el país al menos, hasta que se estudiasen las condiciones y las medidas de seguridad de todas las centrales niponas. A pesar de la renuencia de las autoridades locales, el Gobierno ha optado por reabrir todas aquellas plantas que acaten los estándares de seguridad impuestas con vistas al verano, un momento del año en el que la demanda energética aumenta de forma exponencial y que, en ausencia de energía nuclear, podría peligrar el suministro de numerosas poblaciones japonesas. La reactivación de este reactor coincide con el anuncio de que el Gobierno esta llevando a cabo una investigación sobre una compañía del país que podría haber enmascarado los altos niveles de radiación en Fukushima. El Ministerio de Sanidad de Japón investigará a una empresa subcontratada por los gestores de la planta nuclear de Fukushima que, presuntamente, obligó a un grupo de trabajadores a disimular los altos niveles de radiación que a los que se vieron expuestos durante las tareas de la limpieza radiactiva tras el terremoto y posterior tsunami. El escándanlo ha saltado a la luz cuando uno de los ejecutivos de la empresa reconoció al diario «»Asahi Shimbun«» que la compañía obligó a un grupo de diez trabajadores a forrar de plomo sus detectores de radiación para alterar a la baja las cifras de radiactividad. Cifras que posteriormente debían ser reflejadas en un informe de trabajo.